- Lía: Es raro recordar, porque desde lejos se ve borroso, pero cuando me suelo preguntar, ¿cuándo empezó? Casi siempre sé la respuesta. Recuerdo justo el momento donde las estrellas, los astros, Dios o cualquier divinidad me gritó en la cara que él era para mí o así se sintió. Y esto podrá confundirlos, pero no fue cuando lo vi, no fue cuando vi esa sonrisa que me enamoré, fue mucho tiempo después. Aunque siempre lo vi como un chico atractivo.
- La voz: Sin duda, siempre necesitaste lentes.
- Lía: Ya tenía lentes en aquella época, genio.
- La voz: Sí, pero nunca los usabas. Ahí están las consecuencias.- Como les decía, no todo comenzó ahí. Damián y yo nos convertimos realmente en buenos amigos.
Profesora: En esta ocasión serán grupos de tres.
- Miguel: ¿A quién más le decimos?
- Lía: No tuvo la osadía de preguntarme si me iría con él, porque sabía que la respuesta era la persona más cercana a mí en ese entonces. Y no malinterpreten, no éramos importantes. Miguel también era nuevo en mi salón.
- Lía: No sé, ¿quizá a Damián?
- Miguel: Maje, Damián, ¿te quieres ir con nosotros?
- Damián: Sí (dijo sin pensarlo porque dos segundos antes de eso miró a todos en el salón como queriendo ser encontrado, luego de un instante bajó su cabeza como esperando que alguien le dijera a la maestra que le faltaba un integrante).
- Lía: ¿Sabes cómo hacer esto, Damián?
- Él solo movió su cabeza de un lado a otro y tenía una sonrisa de descaro, aunque yo pude notar que por unos segundos se sintió avergonzado.
- La voz: Realmente era un genio.
- Lía: Como si nosotros lo hubiéramos sido.
- La voz: Sí, Lía, pero tienes que aceptar que, gracias a mí, no éramos un desastre.
- Lía: Quizá tengas razón, pero lo que más me gusta es tu humildad.
- La voz: Nuestra, quizá quisieras decir.
- Lía: Sí, sí, como digas.Lía: Le expliqué lo que hace unos minutos había explicado la profesora en la pizarra. Ahí comenzó nuestra amistad. Ese día se nos quitó la pena, y mientras Miguel resolvía la mayor parte de los ejercicios, también hacía bromas sin sentido. Miguel era realmente extraño, tenía todo el potencial, pero nunca se preocupó por utilizarlo, a diferencia de Damián, quien carecía de dos grandes aspectos para ser bueno en la escuela: interés y potencial. No me malentiendan, no era un completo imbécil.
- La voz: O quizá sí.
- Lía: Hace mucha de ya no te soporto dejando sus ojos en blanco por unos segundos.Bien, Damián no era un completo imbécil, hasta ese momento era una incógnita para mí. Era del tipo más atlético que estudioso, pero por alguna razón era bueno en matemáticas, en fútbol y una bestia en pesas. Lo tonto de todo es que aún así me parecía tierno.
- Miguel: Ya voy a terminar esta mierda y nos vamos a la shit.
- La voz: Él siempre tuvo tan buen léxico.
- Lía: Ssshh.
- Damián: Sí, maje, hay que ir a buscar hartazón.
- La voz: Y todavía te preguntas por qué es una tortura estar aquí.
- Lía: No, nos van a dejar salir hasta que toquen para afuera.
- Damián: Qué mierda.
- Miguel: Por la gran puta cerote, ¿que no podés hablar sin decir malas palabras, pendejo?
- Lía: Puta, Damián, te pasas.
- Damián: Se ríe.
- Lía: Ríe.
- Miguel: Se queda serio.(Tocan para salir).
- Lía: Maje, ¿vas a ir a desayunar conmigo? (Volteo a ver a Miguel).
- Damián: ¿Puedo ir con ustedes?
- Miguel: No, maje, voy con mi novia.
- Lía: Bueno, vamos nosotros.
- Damián: Sí, vamos.Lía: Comenzamos a desayunar juntos casi a diario, algunas veces solos y otras ocasiones con Miguel. Cada plática era una nueva aventura. Comenzamos a hablarnos todo el tiempo, tanto que poco a poco nos dimos cuenta de nuestras carencias y nos hicimos confidentes. Damián llegó a conocerme tanto que si al terminar las clases, a los 10 minutos no le enviaba un mensaje de "estoy en casa", iba a buscarme. Y aunque nunca le había hablado de mi lugar seguro, siempre supo dónde encontrarme.
- La voz: Era un chico bueno, ¿cierto?
- Lía: Sí, lo era.
- La voz: ¿Y qué le pasó?
- Lía: Solo estaba herido.
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La voz de Lía.
Teen FictionEn "La voz de Lia", nos sumergimos en el mundo interior de una adolescente que se enfrenta a su más grande historia de amor. Entre pedazos de realidad y ficción, Lia nos lleva en un viaje donde una voz crítica en su cabeza la acompaña constantemente...