La primera vez que Damián me encontró.

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Lo recuerdo perfectamente, recuerdo el día y el sentimiento. La primera vez que Damián me encontró, salía del instituto harta. Había sido un día nefasto como cualquier otro día en ese lugar. Recuerdo que estaba con mis compañeras ensayando para la obra de la escuela que llevaríamos a cabo en unos días frente al salón. No recuerdo haber sentido tal impotencia como esa tarde.

Lía: Hey, ¿podemos organizarnos?
Parecía ser yo la única preocupada por que todo aquello saliera bien, y no era la única que necesitaba arriba de 8 en una escala de 1 al 10 para pasar esa materia.

Lía: ¿Podemos ponernos serias, por favor?
Yo era la única que había realmente aprendido sus líneas, la única que trataba de actuar.

Lía: Bueno, ustedes verán qué hacen.
Siempre me gustó todo lo artístico porque no disfruto esto.

Lía: ¿Por qué se burlan? Murmuré como si fuera un pensamiento.
Lía: "Ya paren" (pensé).

Lo siento, tengo la costumbre de omitir lo que me incomoda, por alguna razón quisiera borrar toda esa basura que me repitieron por años.

Jules: "Ya va esta tonta."
Siempre me trataron así, nunca entendí por qué.
Sofía: "¿Qué voz nos mandas?, que yo recuerde no tienes ni voz ni voto aquí."
¿Por qué me tratan así?
Ruth: "Tan estúpida, aburres, cállate de una buena vez."
Lía: "Bueno, ustedes verán qué hacen."
De las muchas batallas de las cuales decidí no luchar, esta fue una de ellas. No era débil, solo no podía con tanto. Se imaginan, un cachorro Golden Retriever incomprendido enfrentándose a 10 chihuahuas malhumorados.

La voz: "¿Chihuahuas en serio? Esos eran alacranes, conformaban el top de los 10 animales más venenosos del mundo."
Lía: "Se escucha el siseo cada vez que hablan."
La voz: "Eran culebras, escurrían veneno, es más, lo lanzaban."
Lía: "Quizá tenga razón."
La voz: Tengo razón.

"Tonta, fea, pasmada, gorda, estúpida", acompañaban sus comentarios haciendo referencia a mi mala actitud en el ensayo.

Para ese entonces, para librar mis batallas, solo sabía una forma de hacerlo, y era no hacerlo, solo apagaba mi entendimiento mientras dirigía mi mirada al suelo, como si realmente hubiera hecho algo malo, como sintiendo vergüenza de ser yo, mientras todas murmuraban y reían y yo quería no entender, pero no había palabras más claras que las que decían con risas y en son de burla.

No soy fácil para enojarme, pero ese día estaba harta de todos, pero también harta de mí.

La voz: "Lía, nosotros estábamos haciendo las cosas bien."
Lía: "¿Bien? ¿Es en serio lo que dices? Hacíamos las cosas bien."
La voz: "Claro, siempre hicimos lo correcto."
Lía: "¿Y de qué sirvió? ¿Qué ganamos por hacer las cosas bien?"
La voz: "Era lo mejor para ambos, ¿por qué no lo entiendes?"
Lía: "¿Criticándome siempre?, no digas esto, no digas aquello, no hagas bromas, no vayas aquí, no vayas allá. Cada maldito día, cada maldito segundo, tratabas de callarme, como si no bastara que los demás lo hicieran, también lo hacías tú."
La voz: "Te estaba protegiendo, Lía. ¿Qué no lo entiendes?"
Lía: "¿Protegerme a mí en serio? Quizá debías protegerme de ti."
La voz: "¿Que ya lo olvidaste? Cuando hacías un chiste, nadie se reía. Cuando contabas algo, te callaban. Cuando reías, te hacían caras feas. El solo hecho de que respiraras era motivo suficiente para que te agredieran. Tonta, gorda, estúpida. Era como todos se referían a ti. Nadie te quería, Lía. Nadie lo iba a hacer."
Lía: "Pero tú, tú podías hacerlo y decidiste actuar igual o peor que ellos. Siempre he pensado que si quizá tú no estuvieras aquí, todo hubiera sido mejor."
La voz: "Las cosas no fueron peor porque yo estaba aquí."
Lía: "Eso no lo podremos saber."

Sara: "Ya cállense, dejen de molestar a Lía. Tiene razón, nadie se aprendió su parte, nadie está tomando esto en serio y todas están como pasmadas haciendo lo que se les da la gana. Así que, pónganse serias y hagamos esto bien o lo sentiré mucho, pero me voy a ir a la mierda."
Jules: "Tranquila, Sara, todas vamos a cooperar."

La voz de Lía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora