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Después de tanta espera, Momo aterrizó en el aeropuerto de Osaka

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Después de tanta espera, Momo aterrizó en el aeropuerto de Osaka. Caminaba ansiosa entre la gran multitud, en búsqueda de su preciosa novia. Por su lado, Sana corría con un ramo de flores en mano y un peluche de mapache que, según ella, era igualito a su novia. Ambas sentían que caminaban en la oscuridad, estaban tan cerca y tan lejos una de la otra. Hicieron contacto visual, Momo corrió hacia la chica de inconfundibles ojos color miel. Fue como si ella sostuviera una luz de bengala que la iluminaba sin importar la oscuridad. Y no solo en ese instante; Sana siempre había sido su gran apoyo, su rayito de sol en los días más lluviosos y una curita para su corazón. Momo sabía con seguridad que Sana siempre estaría ahí para ella y viceversa.

Las lágrimas no tardaron en recorrer el rostro de Sana al tener a su novia frente a ella por primera vez. Había soñado con ese momento incontables veces, sin duda Momo era su sueño, era como la princesa que retrataban los estúpidos cuentos de hadas, y Sana quería ser como un príncipe azul que siempre mima a su princesa. 

Se dieron un abrazo que parecía ser interminable, era como si sus corazones se fundieran en uno solo. Los delgados dedos de Momo mantenían un fuerte agarre contra la espalda de la castaña, deseando mantenerse así de cerca siempre. Fue Sana quien dio fin al largo abrazo, sosteniendo la carita de su novia entre sus pálidas manos y juntando sus narices, tratando de verificar con su tacto que aquel dulce momento no fuera ficticio. Sonrió al sentir la suave piel de la chica entre sus manos, ambas rieron cómplices, con las lágrimas de felicidad cayendo sobre sus rostros. 

Sana estaba paralizada ante la irreal belleza de la chica frente a ella. Después de estar estática durante algunos segundos, limpió las lágrimas que los ojos de su princesa dejaban caer. Aún llorando se veía hermosa.

— ¿Puedo? — preguntó Sana, sin despegar la vista de los rosados labios de la japonesa.

Momo asintió, mientras recuperaba la respiración por todo lo que acababa de suceder. Negarle algo a Sana era imposible. 

La distancia entre ellas fue disminuyendo hasta hacerse nula. Sus corazones latían tan rápido y con tanta fuerza que casi era posible escucharlos. En el momento en que sus labios por fin se juntaron, el mundo entero parecía desvanecerse, como si el tiempo se hubiera detenido. Sus labios se encontraron en un beso tan dulce como un chocolate.

Fue un beso cargado de todas aquellas emociones que eran imposibles de transmitir a través de una pantalla, toda esa pasión y cariño que tuvieron que reprimir. Momo estuvo soñando despierta ese momento durante todo el camino a Osaka, y debía admitir que había superado por mucho a su imaginación. Los voluminosos labios de Sana se complementaban a la perfección con los suyos, Sana besaba con el equilibrio perfecto de pasión y dulzura. Cualquier duda o inseguridad desapareció de inmediato, sabiendo que si el destino puso a la chica en su camino fue para bien. Incluso, podía asegurar que eran almas gemelas, aún si sus personalidades eran diferentes, juntas creaban una armonía estupenda. El miedo a que lo suyo no pasara de una relación a distancia se convirtió en solo un desagradable pensamiento del pasado. Aún si un millón de kilómetros las separaban, ellas jamás se rendirían, porque su amor era más fuerte que cualquier circunstancia.

Después de separarse, sus miradas se encontraron una vez más, Momo notó aquel destello tan peculiar en los ojos de Sana. Sus ojos parecían contener estrellas dentro, tan resplandecientes que podrían iluminar todo el cielo. Sus ojitos se asimilaban a las luces de un faro capaces de aluzar su camino aún estando perdida en la marea.

— Te amo, mi amor —suspiró Momo, sin dejar de admirar a la encantadora chica frente a ella ni un segundo—. Lo eres todo para mí, ¿sabías eso? En tus ojos puedo ver todo el universo, mi universo —dijo, tomando la mano de su novia y entrelazando sus dedos con delicadeza.

— No digas eso, no quiero llorar de nuevo —replicó Sana avergonzada y ambas rieron por el comentario—. Oh, compré esto para ti —entregó el mapache y las flores a su novia, quien recibió agradeciendo mentalmente el tener a un ser tan puro como pareja—, escogí el mapache porque es igualito a ti, ¡solo míralo, son idénticos! —explicó con entusiasmo—. En cuanto a las flores, jamás me dijiste cuáles eran tus favoritas y si te preguntaba dejaría de ser una sorpresa, así que... —un beso por parte de Momo hizo a Sana guardar silencio, correspondiendo el beso gustosa.

— Me encantan —se separaron con sus respiraciones agitadas y sus mejillas pintadas de un suave tono rosado—, son casi tan hermosas como tú.

Al parecer, Momo era más extrovertida en persona. O simplemente el estar con Sana sacaba a la luz esa parte oculta de ella. Sana le había demostrado que ella era alguien en quien confiar, le hacía saber que podía contar con ella sin importar qué, y Momo se aseguraba de demostrarle lo mismo a la encantadora muchacha. A pesar de las complicaciones que su relación tuvo por culpa de la distancia y uno que otro problema, ninguna de las dos querría que nada fuera diferente, al fin y al cabo, todo sucede por una razón, y de no ser así, no estarían en donde están ahora, amándose mutuamente.

 A pesar de las complicaciones que su relación tuvo por culpa de la distancia y uno que otro problema, ninguna de las dos querría que nada fuera diferente, al fin y al cabo, todo sucede por una razón, y de no ser así, no estarían en donde están ah...

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I GOT YOU ♡ samoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora