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Llegó el día en el que Momo tuvo que marchar, con pesar en sus corazones las chicas se despidieron

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Llegó el día en el que Momo tuvo que marchar, con pesar en sus corazones las chicas se despidieron. Pero la chispa de esperanza dentro de sus corazones jamás se apagó, sabían que se reencontrarían y que podrían abrazarse de nuevo. Cabe recalcar que en un inicio Momo temió que después de haberse visto, no pudieran retomar la dinámica de solamente hablar por teléfono y que su relación llegara a su fin de esa forma. Pero en realidad, su unión se hizo más fuerte, Sana sabía que su novia era la mujer de su vida y valía la pena soportar todos los obstáculos con tal de escribir una historia de amor sin final junto a la pelinegra.

Ellas preferían tenerse a millones de kilómetros antes que tener a cualquiera a un lado.

La conexión entre las niponas era tan profunda que las palabras no alcanzaban para expresarlo todo. Su amor era tan intenso que trascendía las barreras físicas y geográficas. A pesar de la distancia que las separaba, encontraban formas creativas de expresarse y mantener viva la llama de su amor. A través de cartas, mensajes y regalos lograban transmitir sus sentimientos de manera tangible y reconfortante. Esta conexión especial demostraba la fuerza y ​​la belleza del amor verdadero, capaz de superar cualquier obstáculo y unir sus almas a pesar de la distancia física.

Con el pasar de los años, llegaron algunas complicaciones en su relación, pero jamás se rindieron ante ellas. Tanta fue su constancia y el compromiso que tenían la una con la otra, que cumplieron una de sus más grandes metas juntas: se unieron en matrimonio. Se juraron amor y apoyo eterno, en la salud y en la enfermedad, en sus momentos buenos y malos, en esta vida y en las que siguen. Nadie en el mundo sabe que es lo que sigue después de la muerte, algunos piensan que los considerados buenos van al cielo y los pecadores al infierno, algunos otros creen en la reencarnación y también hay quienes no creen en la existencia del gran después. Sin embargo, Sana y Momo decidieron creer que habría algo más allá y que en su debido tiempo lo "vivirían" juntas, porque ni siquiera la muerte sería capaz de apartarlas.

Otro suceso muy importante para sus vidas fue adoptar a su pequeña niña: Sullyoon.

El vínculo entre las tres se desarrolló enseguida. Desde el primer momento en que vieron a la infante, sintieron la necesidad de cuidarla, tuvieron la oportunidad de charlar con ella y no tardaron en caer ante los encantos de aquella pequeña de vibras tan bonitas.

El día en el que la niña de ojos bonitos llegó a la casa, el mundo de las madres se puso de cabeza, en el buen sentido, claro. Ellas conocían el romántico amor de pareja y las maripositas en el estómago que comenzaban a volar cada vez que su persona especial estaba cerca, pero el amor maternal superaba por mucho cualquier cosa, la sensación de orgullo al presenciar los aprendizajes de su hija era indescriptible. Sullyoon era como un shot de espresso.

Su pequeña Yoonnie se había vuelto lo más importante para ellas.

Y sin importar qué, Momo y Sana estarían para Sullyoon, la cuidarían de la misma forma en la que se cuidaron entre ellas desde años atrás hasta el día de hoy. También se tienen la una a la otra, y no cambiarían nada. Cada lágrima derramada, cada kilómetro separándolas, cada discusión, cada "te amo", todo lo que atravesaron juntas valió la pena totalmente. Su hijita era la muestra viva de ello.

No cabía duda de que juntas superarían las adversidades que se presentaran.

Cómo siempre habían hecho.

Cómo siempre habían hecho

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I GOT YOU ♡ samoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora