Saliendo del aeropuerto, Sana llevó a Momo a conocer su hogar y a presentarle a sus padres. Momo estaba siendo consumida por los nervios. ¿Qué tal si no le agradaba a los señores Minatozaki? Sabía que ambos eran muy protectores con su niña, ¿cómo no serlo? Sana era un ser de luz viviendo en un feo mundo lleno de gente igual de fea.
Al inicio de su relación, los señores Minatozaki no estuvieron de acuerdo con que su hijita mantuviera una relación a distancia por dos razones. Número uno: temían que la persona detrás de la pantalla no fuera Momo y en realidad fuera algún tonto con intenciones de aprovecharse de Sana. Número dos: odiarían la idea de que el corazoncito de su pequeña niña sufriera algún daño. Pero todos aquellos miedos desaparecieron al notar el brillo en los ojos de su hija al hablar de su novia o al escuchar lo emocionada que estaba con que su novia viniera a Osaka por ella. Además, eran un poco chismosos, por lo que escucharon tras la puerta de la habitación de Sana una conversación que estaba teniendo con Momo por medio de una videollamada y efectivamente la voz de su nuera se escuchaba joven y femenina.
— ¿Nerviosa, cielo? —Sana cuestionó con una pequeña risita al ver la expresión en la cara de su novia.
— ¿Y si no les caigo bien? ¿O qué tal si digo algo vergonzoso? ¡Seguramente diré alguna estupidez!
— Les he hablado mucho de ti, Momoring. Ellos te adoran, tenlo por seguro —Sana mantuvo una mano en el volante, sosteniendo con su otra mano la de Momo, dio pequeñas caricias con su dedo pulgar, tratando de confortarla.
Momo rascó su nuca con la mano que tenía libre, no muy convencida de lo que Sana le había dicho anteriormente.
— ¿Me seguirías queriendo aunque tus padres no me quieran? —Momo interrogó, poniendo ojitos de perro triste, lo cual hizo que Sana muriera de ternura internamente.
— Claro que sí, mi amor. Pero ya no te preocupes, todo saldrá bien, ¿entendido?
Momo murmuró un pequeño "ujum" e intentó despejar su mente, observando la ciudad a través del vidrio templado del carro. La vista de afuera linda, pero prefirió mirar a la persona que tenía a lado suyo. No podía creer que una chica de tan angelical belleza pudiera estar con ella.
El viento que entraba por la ventanilla hacía que el cabello castaño de Sana se moviera majestuosamente, sus finos dedos sosteniendo el volante le hacían imaginar cosas que la ruborizaban, sus labios estaban un poco hinchados después de aquella sesión de besos en el aeropuerto y eso solo le hacía desear probarlos una vez más. El solo ver a Sana le hacía imaginar miles de cosas que quería lograr a su lado: un matrimonio, viajar por todo el mundo, presentársela a sus padres...
Luego de algunos minutos más de camino, llegaron al hogar de la japonesa. En la entrada había un tapete que decía "Welcome!" y que además tenía bordado a un perrito, lo cual le daba un aspecto más cálido al lugar.
— ¿Te gusta? Lo compré yo —dijo Sana con orgullo, Momo simplemente rió, Sana era tan... tan Sana, era difícil de describir, pero adoraba lo auténtica que era su novia. La ternura en su ser hacía imposible no amarla.
Sana sacó las llaves de su bolso y abrió la puerta. Momo respiró profundamente, preparándose mentalmente para lo que venía.
— Primero las bonitas —Sana se hizo a un lado para dejar a su novia pasar, quien entró cabizbaja a la casa, con sus manos sudando por culpa de los nervios. Después, entró ella y Kiki fue el primero en bajar a saludar.
— ¡Kiki! —Sana tomó al gatito entre sus brazos y Momo estaba impactada al ver a la pequeña bola de pelos—. Ay Kiki, si no fuera por ti, no habría conocido a tu mamá —dijo Sana apretando a Kiki entre sus brazos y llenando de besitos su cabeza, el gato se soltó de su dueña como pudo y huyó.
— Aww, ¿soy la mamá de Kiki?
— Por supuesto, también la mamá de mis futuros hijos, gatos, perros, hámsters, hurones... —la lista de animales era interminable, y por más absurdo que sonara, a Momo le causaba alegría el que su novia hablara sobre un futuro a su lado con tanta seguridad.
Los señores Minatozaki bajaron por las escaleras al escuchar las voces de las muchachas, Kiki vino junto con ellos y se restregó contra la pierna de Momo, en señal de agrado. Sonrieron al ver a Sana y sus expresiones cambiaron a unas de sorpresa al ver a la conocida pero desconocida chica a lado de su hija.
— Mamá, papá, ella es Momo —presentó Sana con gusto—. Momoring, ellos son mis padres.
Momo hizo una reverencia ante los mayores, ellos sonrieron y hablaron:
— Mucho gusto, Momo. Sana nos ha hablado mucho sobre ti y nos complace tenerte aquí con nosotros —el señor Minatozaki tomó las riendas de la conversación.
— Me da gusto conocerlos al fin, su hija es una persona increíble y es gratificante poder dar un paso grande como este en nuestra relación —Momo recitó lo que tenía memorizado, sonriendo torpemente.
— Me alegra escucharte decir eso —esta vez fue la señora Minatozaki quien habló—. ¿Por qué no te sientas? Quisiéramos conocerte mejor.
Momo no se negó y fue a la sala de estar junto a sus suegros, no sin antes halagar los cuadros que adornaban las paredes, según lo que le contaron, fue la señora Minatozaki quien hizo cada uno de los dibujos, teniendo como inspiración a su padre —el abuelo de Sana—. Al parecer, el talento era algo que corría en la sangre de los Minatozaki.
Sana preparaba una bebida mientras Momo respondía las preguntas de los adultos. Las interrogantes que le hacían eran sobre cosas básicas cómo sus gustos, su educación, su familia, etcétera. Después de casi una hora y media de charla, Momo se ganó a sus suegros completamente. Al caer la noche, los señores salieron a visitar a un familiar, Momo aprovechó que no estaban para presumir su gran logro con Sana.
— ¿Reservaste un hotel? —le cuestionó Sana, estaban acostadas viendo "La Princesa y el Sapo", película que Momo sugirió.
— Sí, ¿tan rápido me corres? —bromeó.
— No, para nada. De hecho, iba a proponerte que te quedaras a dormir esta noche, te quiero cerca de mí.
Momo obviamente aceptó, pasaría cada segundo y cada minuto a lado de Sana si fuera posible.
Pero la distancia...
Solo estaría una semana en Osaka.
— Amor, ¿crees que superemos la distancia? —preguntó Momo repentinamente después de estar en trance algunos minutos.
— Ya lo estamos haciendo, ¿no? Es nuestro primer día juntas, no pienses en el final —besó la mejilla de la contraria, calmándola—. Lo lograremos, así como hemos hecho siempre —Sana afirmó y Momo se dejó caer en sus brazos, sintiéndose protegida entre ellos.
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I GOT YOU ♡ samo
RomanceNi un millón de kilómetros serán suficientes para separar a Momo y Sana. ¡ 24.O3.24 ! 🎧 : I got you - twice. gráficos: @ xzakipaws :3