La Prueva Definitiba, la prueva de Astucia.

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Rukai condujo a Hiro hacia un laberinto de grado A, un entramado de pasillos retorcidos y oscuros que desafiaban incluso a los más hábiles. Pero lo que hacía esta prueba aún más desafiante era el hecho de que Hiro llevaría una venda en los ojos, dependiendo únicamente de cuatro de sus cinco sentidos para encontrar su camino.

Con la venda ajustada, Hiro respiró profundamente, enfocándose en sus sentidos restantes mientras se adentraba en el laberinto. Cada paso era una prueba de paciencia y astucia, ya que tenía que confiar en su oído, olfato, tacto y gusto para navegar por el laberinto.

El sonido de sus pasos resonaba en las paredes de piedra mientras avanzaba con cautela, sus manos extendidas para sentir las texturas cambiantes a su alrededor. Con cada giro y cada cruce, confiaba en su instinto y su agudeza sensorial para guiarlo hacia adelante.

Finalmente, después de lo que parecieron horas de exploración ciega, Hiro emergió en una cámara grande y abierta. En el centro de la habitación, se alzaba el jefe final: un monstruo mantis de aspecto imponente, con afiladas garras y ojos oscuros que brillaban con malicia.

La batalla fue feroz y despiadada, con Hiro luchando contra el monstruo con valentía y determinación. La mantis, imbuida con el elemento de la oscuridad, era ágil y letal, lanzando ataques rápidos y precisos con sus garras afiladas como navajas.

Hiro confiaba en sus sentidos agudizados para esquivar los ataques del monstruo, su oído captando cada movimiento antes de que ocurriera. Utilizó su sentido del tacto para anticipar los movimientos de la mantis, deslizándose ágilmente entre sus ataques y contraatacando con golpes rápidos y precisos.

Sin embargo, la mantis no era una oponente fácil. Con cada embestida, dejaba cortes profundos en la carne de Hiro, su veneno oscuro corrompiendo su cuerpo desde el interior. Pero Hiro no se detuvo, alimentado por su determinación y su deseo de superar la prueba.

Finalmente, con un esfuerzo final, Hiro logró derrotar al monstruo mantis, arrancando su cabeza con las manos ensangrentadas. Aunque herido y exhausto, se mantuvo firme, nunca quitándose la venda de los ojos. Con la cabeza del monstruo en sus manos, Hiro salió del laberinto, marcado por la batalla pero triunfante en su prueba de astucia.

"Hijo de los 24 Reinos, El Elegido de los Mundos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora