1: THE EYES

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"Heaven send Hell away."

Su familia le ayudó a dejar sus maletas en su nueva habitación, le desearon la suerte y se despidieron de forma fría. ¿Suerte? Suerte tendría si sobrevivía el año académico, del entrenamiento físico apenas estaba preocupado.

Le parecía un tanto ridículo cómo la mayoría de los alumnos cargaban con sus armas como si fuesen libros escolares. Él mismo, llevaba su Katana en la espalda y la Magnum 44 en el bolsillo trasero del pantalón. Sería un poco menos freak que todos tuvieran cigarrillos colgando de los labios y botellas de whiskey en cada mano. Tarde o temprano terminaría por acostumbrarse a ello, al fin y al cabo era el menor de los peligros que el lugar albergaba.

Dejó la pesada Katana de plata y mango dorado en una esquina vacía del cuarto. La había heredado de su padre en su cumpleaños número catorce, ¡Que regalo más apropiado para un puberto! La espada tenía incrustaciones de cuarzo a lo largo de su filo. Lanzó despreocupado la Magnum a la cama vacía, pero luego de unos segundos de fruncir el ceño, decidió volver a posicionarla en su bolsillo, cerciorándose de que el seguro estuviese puesto. No estaba seguro de si tendría que usarla precisamente ese día, pero al menos traía cargada tres balas de azufre con agua bendita, y dos más en el bolsillo, por si acaso.

Cerró la puerta del cuarto tras de sí y caminó con aire despreocupado buscando el comedor. Una construcción tan aterradoramente grande debería, por lo menos, tener señaléticas de cómo llegar a los lugares importantes. ¿Dónde mierda estaba el baño? Su apetito era tan grande como sus ganas de mear. 

Las múltiples estatuas de ángeles, cristos y gárgolas parecían observarlo desde cada ángulo, llegó a pensar incluso que podían leer su mente, y por miedo intentó despejar los malditos pensamientos intrusivos. "Alguien va a matarme. ¿Aquí también hay Criaturas Condenadas? Perdóname Jesús por ser gay... ¡CÁLLATE POR EL AMOR DE... ¿Dios?"

Si bien sus padres le habían dado una estricta educación católica, y un exigente entrenamiento físico desde que tenía memoria, su escuela antigua era laica, por ello tanta imagen religiosa lo incomodaba un poco. Realmente su familia lo había adoctrinado para ser una máquina de matar, pero su peor preocupación era ser castigado por querer conseguir un novio. Algo de trauma había en ello. 

Encontró el comedor antes que un maldito baño, así que rodó los ojos y decidió entrar por un bocadillo y aguantarse sus necesidades básicas. 

Dentro del comedor (de proporciones impresionantes), se podía distinguir claramente a los recién llegados de los alumnos antiguos. Se acercó con las manos en los bolsillos a una ventanilla donde entregaban la comida. La mujer de entrada edad lo miró con desprecio... "¿Menú normal o vegano?" La pregunta lo tomó por sorpresa, algunas veces había considerado adoptar una dieta vegana pero nunca lo decidió realmente. Por su parte, la anciana parecía estar totalmente cansada de trabajar allí.

"Normal por favor." Respondió evitando la mirada de la mujer. Poco después le fue entregada una bandeja con lo que parecían unas albóndigas de no muy buen aspecto junto a una pasta medio pegoteada. Al menos a su lado contenía un vaso de jugo y una mandarina. ¡Finalmente algo bueno! Y lo único de buen aspecto, por cierto.

Caminó entre el gentío mientras sentía sus propias tripas rugir. No había desayunado, la ansiedad lo habría hecho vomitar.

Decidió sentarse en la única mesa medio vacía. A su lado había un grupo de chicos parloteándole a un recién llegado acerca de vampiros y necrófagos. Le pareció oír incluso la palabra "mestizos", y recordó la profecía difundida directamente desde el Vaticano acerca de "El Hijo", una supuesta cruza entre un necrófago y un vampiro, que daría lugar a una especie de Anticristo y el fin de los tiempos. Le parecía extraño que aquello no existiese ya, al fin y al cabo las Criaturas Condenadas hacían todo tipo de atrocidades, hasta donde se sabía. 

Miraba a su alrededor procurando captar algún otro chisme en lugar de darle atención a la insípida comida, con hambre cualquier cosa era tragable. 

Un destello azul captó su atención. Varios metros lejos de su puesto, había un grupo de alumnos antiguos hablando de forma preocupada. Al centro de ellos, sentado encima de una mesa, había un chico y una chica. La tez blanca y el cabello azul del chico lo dejaron hipnotizado por varios segundos. La chica a su lado parecía tratar de meterle cháchara, pero él apenas asentía y hablaba con los demás. 

De repente sucedió, sus miradas se cruzaron. Fueron apenas unos segundos, pero fueron suficientes para que notara el azul claro de los ojos del chico, que combinaban perfectamente con su cabello. Éste pareció esbozar una sonrisa despreocupada y desvió la mirada. La conversación del grupo seguía, y pensó que la chica a su lado realmente se esforzaba por coquetearle. 

No se dio cuenta del momento en que acabó su comida, el intercambio de miradas fugaces lo hacía adquirir un leve sonrojo cada vez. 

"¡Te estoy diciendo que la profecía es real! Una bruja en Tiktok dijo que El Hijo se encuentra en Corea, y posiblemente en esta academia."

Estas palabras, casi gritadas por el alumno a su lado, captaron su atención. Frunció el seño mientras tomaba la mandarina en una de sus manos. ¿Una bruja de Tiktok? No es posible que alguien crea algo así. Es como creer en el zodiaco, "Piscis encontrará su amor en Febrero"... él seguía esperando y ya estaba por terminar el mes.

Terminando de comer, dejó la bandeja y el vaso en el depósito. Le lanzó una última mirada al chico de cabello azul y decidió volver a su habitación para ordenar su desastre de pertenencias y quizá tomar una siesta.

Dejó su arma en la mesita de noche y estiró su espalda para comenzar a ordenar. A pesar de su creciente somnolencia, logró ordenar casi todo en menos de media hora. Estaba analizando su nuevo uniforme cuando la puerta de la habitación se abrió súbitamente. 

Sin controlarlo, sus músculos se tensaron y miró hacia la puerta sintiendo la guardia apoderarse de su cuerpo. El "intruso" carraspeó y entró a la habitación lanzando un largo suspiro antes de que sus miradas se cruzaran. Era él... El tipo de cabello y ojos bonitos. 

Ambos quedaron inmóviles en su puesto por un par de segundos, luego el chico entró como si nada y se sentó en su ordenada cama.

"Tú eres Min... ¿Yoonju... Yoongi?" Dijo el chico con un semblante apenas un poco confundido, sus ojos claros lo miraban brillando con curiosidad.

"Yoongi, sí. Tú debes ser Damian..."

"Demian. Demian Carmillei." Dijo bajando la mirada, esquivando los ojos rasgados del chico pálido en frente de él.

Yoongi asintió mientras doblaba su uniforme y lo guardaba en un cajón. Quizás los deseos de buena suerte de su familia realmente estaban surtiendo efecto, quizás incluso el anciano que dictaba el zodiaco por televisión tenía razón. ¿Los planetas se estaban alineando a su favor? Comenzaba a creerlo cada vez que podía ver el brillo de esos ojos azules. 

¿Las estatuas y el crucifijo en la pared seguían leyéndole la mente? ¿La chica del comedor era la novia de Demian? Ya no le importaba. Así como tampoco le importó el tamaño del rifle de caza que descansaba en la otra esquina de la habitación.

BULLET (Yoongi x Male OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora