BULLET (Yoongi x Male OC)

3: THE NIGHT

Hace dos semanas que no se alimentaba. Sus tripas ya ni siquiera rugían, simplemente dolían hasta hacerlo sudar frío. Su visión se hacía borrosa la mayor parte del día, perdía a ratos la estabilidad al caminar, pero no podía permitir que alguien se diera cuenta, debía mantener un perfil bajo a toda costa.

Esa noche en especial, estaba siendo especialmente complicada. El aroma que inundaba la habitación lo estaba volviendo loco. Se retorcía de dolor en sus sábanas húmedas, el delgado hilo entre perder la consciencia o el control, estaba apunto de cortarse.

Yoongi dormía plácidamente en su lado de la habitación, unos suaves ronquidos se escapaban de sus labios de vez en cuando. Estaba tan cansado que ni siquiera lograba percibir la lucha interna con la que batallaba su compañero. Un par de veces, uno que otro sollozo inquietaron su tranquilo sueño, pero no fueron suficientes para despertarlo por completo. 

Demian estaba sentado en su cama agarrándose el cabello con ambas manos, estaba colapsando por el hambre. Su sentido de la audición, jodidamente agudizado, lo torturaba haciéndolo escuchar hasta los tranquilos latidos cardíacos de su compañero. Yoongi dormía de lado con las piernas hacia el pecho, su cabello negro, apenas un poco largo, dejaba a la vista su vulnerable cuello. Demian quería arrancarse los ojos y la nariz, cualquier cosa con tal de no causarle daño. Sus pensamientos lo traicionaban a cada segundo, se debatía entre la sed de sangre y la potente atracción entre ellos que crecía con cada minuto que pasaban juntos. 

Parte de él, el Demian razonable, el tranquilo, el que no moría de hambre, quería recostarse al lado de su compañero y descansar su cabeza sobre su cuello, aspirar ese exquisito aroma sin que éste le provocara el peor de los impulsos. Se veía tan pequeño, tan delicado, su piel tan suave y tersa, sus labios con ese brilloso tono rosa, sentía que estaba cayendo en un abismo del que jamás podría salir. 

Deseaba estar allí, a su lado, explorando gentilmente cada parte de su cuerpo con sus manos, poder tocarlo sin sentir remordimientos, poder tenerlo sin darle paso a un deseo más oscuro. Morder delicadamente su piel sin llegar a causarle daño. Su sangre, ¿sería tan dulce como la imaginaba? Su piel, ¿sería tan blanda como pensaba? No lo pudo controlar, se tapó la boca con ambas manos y soltó un largo gruñido de desesperación. Si tan sólo pudiese encadenarse a sí mismo con tal de mantenerlo a salvo, lo haría. Era capaz de encerrarse en un cuarto oscuro y perder las llaves, sólo por él. 

Esta vez sí despertó, su acelerado corazón y un vacío en el pecho lo hizo sentarse de golpe en su cama y mirar a su compañero. Demian se abrazaba a sí mismo, sus uñas estaban generando finos cortes en cada uno de sus brazos. El dolor podría mantenerlo cuerdo por un tiempo más, pero, ¿qué tanto?

"¡Demian! ¿Qué ocurre?" 

El asiático por su parte, se sentía ya tan profundamente apegado a su compañero que sería capaz de cargarlo en sus brazos y llevarlo a la enfermería si lo necesitaba. Se deshizo de las sábanas de un tirón y dio apenas dos pasos. Sus impulsos reales le pedían que envolviera a su compañero entre sus brazos y proporcionarle a calma que necesitara, pero el sentido de la precaución que adquirió luego de una vida de entrenamiento lo obligó a detenerse allí.

"No... vuelve a la cama. Estoy bien."

Demian no podía dejar que se acercara, apenas con el movimiento que hizo al ponerse de pie, se inundó la habitación con el dulce y embriagador aroma de su sangre. Tenerlo más cerca era el equivalente a tener un plato recién cocinado en frente, con cubiertos y todo, listo para servir. 

"¿Quieres que te lleve con la enfermera? Mira tus brazos..."

Él apenas se había percatado de los cortes que se hacía a sí mismo con sus largas uñas, era un acto por reflejo, si el dolor ocupaba la mayor parte de su mente, tal vez podría mantenerse sereno.