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—Espera —susurró Carlos dejando un último beso en sus labios antes de separarse. Siempre le era difícil separarse de él, pero solo por esta vez sentía que era necesario.

El monegasco se quejó en voz baja cuando el mayor rompió con el beso y detuvo sus caricias, viéndolo meter la mano a uno de los bolsillos de su pantalón, buscando algo así que solamente espero.

—Tengo algo para ti —de nuevo una sonrisa se dibujó en los labios de Carlos y saco de su bolsillo una pequeña caja de color negro que coloco en las delicadas manos de Charles. —Ábrelo —indicó.

El chico observó la caja con curiosidad antes de quitar la tapa y revelar el collar que permanecía en su interior. Una letra C colgaba delicadamente del collar, atrayendo toda la atención sobre la pieza.

—¿Te gusta?

—Me gusta —sonrió—, ¿es por Charles o por...?

No había necesidad de hacer la pregunta, ya sabía lo que significaba, pero aun así necesitaba escucharlo salir de sus labios. Siempre había algo especial e íntimo acerca de oír al mayor admitir lo que era más que obvio.

—Carlos —respondió, acariciando una de sus mejillas—, pero si te da pena puedes decir que es por tu nombre.

—¿Por qué iba a darme pena? —le entregó el collar al mayor y se dio la vuelta.

Carlos sonrió, pasando el collar alrededor del cuello del ojiverde, asegurándolo por detrás de su cuello y dejando un pequeño beso sobre su hombro. Charles tocó suavemente el dije que colgaba del collar y volvió a girarse, encarando a su pareja.

—Te ves muy lindo así —susurró tomando su mentón y depositando breves besos sobre sus labios— y sabía que este collar iba a ser perfecto para ti.

Lo sintió sonreír contra sus labios y abrazarlo por el cuello, así que continuó besándolo. Charles sabía que esta era una de sus tantas maneras de "marcarlo" y lejos de sentirse incómodo por ello, era un juego que le gustaba y en el que ambos participaban como si hubiesen establecido un acuerdo silencioso para ello.

—No pienso quitármelo nunca, lo sabes, ¿no?

—Créeme que cuento con ello.

Los besos en sus labios se detuvieron, pero Carlos lo sostuvo con firmeza contra su cuerpo. —Promete que nunca dejaras de usarlo —murmuró. Esta vez su tono era más serio y su mirada rogaba por una respuesta afirmativa, marcando la importancia que aquella promesa tenía.

Charles lo notó de inmediato y tomó el rostro ajeno entre sus manos, sonriendo ampliamente mientras acariciaba una de sus mejillas. —Nunca voy a quitarme este collar, no importa lo que pase.

Los ojos marrones se iluminaron ante sus palabras y el abrazo se volvió más fuerte antes de que Carlos volviera a atacar sus labios, mordiendo suavemente y solo se separó para guiarlo al piso de arriba, directo a la habitación.

𝐒𝐚𝐢𝐧𝐳'𝐬 𝐁𝐨𝐲「𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora