c u a t r o

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—¿Recuerdas cuando te pregunté hace un tiempo si me amabas? —preguntó, alzando su mirada hacia mí. Volvía a tener una expresión neutra. 

Asentí, con el corazón latiendo a mil por hora.

—Bueno, es imposible ocultarlo: estoy enamorado de ti. Desde siempre —ladeó ligeramente su cabeza y apartó su mirada de mi—. Así que, aunque suene egoísta, estoy agradecido de que estemos casados. Sin embargo, cuando me rechazaste... sentí una gran pena.

«¿¡Este muchacho acaba de confesarse ahora mismo como si nada!? ¿¡Qué demonios está pasando aquí!?».

Coloqué mis manos en mis mejillas, las cuales estaban ardiendo. La temperatura de mi rostro contrastaba con el frío de mis manos, y aunque fuese sólo un poco, me ayudaba a relajar mis pensamientos. En unos pocos segundos, tuve que asimilar esa información, además de tener que explicarle claramente que él no era correspondido y que no podía remediarlo.

—Pero no la sentí porque mis sentimientos no sean correspondidos, sino porque sé que no eres feliz—comentó en un susurro audible, volviendo su mirada hacia mi.

—¿Kita...?

—Tu sueño es montar un negocio de comida y viajar por el mundo. Ya lo sabía —asintió para sí mismo lentamente mientras cerraba los ojos—. Nunca has querido casarte, de eso estoy seguro. Eres una mujer con las ideas muy claras, y me duele verte en esta situación.

Con la boca entreabierta, observé cómo de repente se levantaba y desaparecía de la sala. Al minuto volvió, con un pequeño cofre en sus manos. Apartó con cuidado la bandeja de onigiris y lo colocó en el centro de la mesa. Kita abrió aquel baúl y mostró su interior, mis ojos curiosos abiertos como platos al ver que había una gran suma de dinero.

—Este matrimonio sólo te supone problemas. Tienes restricciones en muchos ámbitos, sobre todo en la independencia. Algo que, bueno... algo que tienes y que esta relación te está quitando...

Shinsuke guardó silencio durante unos segundos, parecía tratar de encontrar las mejores palabras para explicarse. Pude ver un destello de culpabilidad en sus ojos. No dije nada, dejándole el turno de palabra.

—Esto es para ti —añadió mientras empujaba el cofre con suavidad hacia mi —. No es que esté muy orgulloso por dártelo, pero deseo con todo mi corazón que empieces tus proyectos. Desafortunadamente, siempre voy a ser tu limitación: si quieres emprender, me necesitas para el tema de los papeles; si quieres viajar, tengo que concederte permiso por escrito... y supuestamente debo tener cierto control sobre ti si vas sola.

Se hizo un silencio en el salón, un silencio donde sólo se oía la respiración de Kita. Eso me hizo ver que me olvidé de respirar por un momento.

—Lo siento mucho, de verdad. Ojalá esto hubiese sido de otra manera.

De repente, Kita se levantó de su asiento y se posicionó a mi derecha. Se puso de rodillas e hizo una reverencia, su frente chocando con el suelo. Se quedó así durante un buen rato. Se me hizo un nudo en la garganta al saber lo que estaba haciendo.

—Eh, yo... —tartamudee, sin saber exactamente qué decir —. Podría tomármelo mal porque técnicamente estoy dependiendo de ti, pero... en realidad, yo...

—Deja que termine —interrumpió el chico de cabellos blancos —. Un momento por favor.

Asentí, girando mi cuerpo para que quedase frente a él.

—Nunca hemos tenido problemas con esto, pero por favor, pídeme lo que quieras. Si necesitas espacio para ti, dímelo. No quiero que... no quiero volver a verte como aquellos primeros días. Estabas tan callada y tan... triste.

Mis labios se quedaron entreabiertos, totalmente sorprendida por cada palabra que soltaba. Me sorprendí más aún cuando dijo:

—Huye si es necesario, tienes el dinero para empezar tu vida de cero. Ocultaré tu rastro de alguna forma, no te preocupes.

Todos los sentimientos estaban mezclados y me producían un malestar abrumador. Cerré los ojos con fuerza y agaché la cabeza, tratando de averiguar si era real o si era producto de mi imaginación. El chico no comentó nada más de lo que tenía pensado, simplemente se disculpó y me preparó un baño caliente para darme mi espacio, como en realidad solía hacer habitualmente.

Con la agradable y cálida sensación del agua acariciando mi piel, pude relajarme y separar pensamientos y emociones. Shinsuke siempre se ha preocupado por mí, desde mi alimentación hasta mis horas de sueño. Recordé todas aquellas veces que me preparaba un baño como el de hoy, el cómo se encargaba de la limpieza del hogar hasta que quedase como a mi me gustaba o cuando me preguntaba 5 veces o más al día si había bebido agua; lo cual a veces me irritaba.

Detalle tras detalle, me percaté de que sentía amor incondicional por mí, incluso si desde el principio nunca fue correspondido. Esa noche no pude dormir bien, pues estuve pensando en el calor que emanaba Kita con su presencia. Fue la primera vez que añoré esa sensación y que no podía conseguir porque él se encontraba en la habitación de al lado, probablemente reflexionando sobre la conversación que tuvimos hace unas horas. 

matrimonio concertado |Kita Shinsuke x reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora