Llegaste...

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Finalmente la pareja había regresado a la hacienda después de viajar a muchos lugares, ya que además de Inglaterra también visitaron otro país.

La pasaron increíble, aunque su luna de miel iba a ser más corta desde un principio, realmente aprovecharon de estar solas y viajar.

Nayeon estaba ahora en su cuarto mes de embarazo, su barriga se hizo más grande, eso era obvio. Ella no había perdido el tiempo, realmente comió mucho en la luna de miel.

Sin embargo, en general, el embarazo había ido bien en su cuerpo.

Sus citas con el ginecólogo fueron un éxito, todo iba de maravilla con su embarazo y su hija estaba sana, sí, tendrían una niña. Por si no lo habían notado, todavía.

Jeongyeon siguió trabajando en la hacienda y no solo eso, ahora también estaba estudiando, quería terminar sus estudios y Nayeon la ayudó con eso mientras, ella también empezaba a trabajar.

Solo un poco por su embarazo, pero no era impedimento además quería trabajar en algo, para no aburrirse, principalmente era para sentirse útil.

Bueno, qué más te puedo decir... bueno, las Michaeng, por otro lado, también viajaron un poco por la ciudad de aquí, pero ya estaban de regreso.

Realmente esas dos están enamoradas. Al igual que Nayeon y Jeongyeon. No había duda de que sus vidas son perfectas, aunque les cueste creerlo.

"¡Estoy gorda y es tu culpa!", gritó Nayeon, señalando.

La pelinegra había pasado varios minutos mirándose en el espejo y sabe perfectamente qué se ve bien, además no necesita que se lo digan. Pero quería discutir y pelear por ello. Así qué, apenas miró a su esposa entrar a la habitación, le reclamó con enojó.

"¿Mía?", la miró Jeongyeon incrédula mientras dejaba su sombrero negro sobre la mesita de noche. "¿Mía, estás segura?", retó entre risas.

"¡Sí, Jeong, por el amor de Dios, solo me das comida y comida!", le gritó cruzándose de brazos.

Jeongyeon se rió a carcajadas, tenía que admitir que su esposa era increíblemente dramática y adorable. Caminó hasta ella y la abrazó con fuerza llenándola de sudor.

Nayeon no se quejó, realmente, eso la tranquilizó. Ella quería ésto, su falso enojo se esfumó tan pronto sintió ése calor de sus cuerpos juntos.

"Sabía que esto iba a pasar, me echarías la culpa...", susurró sobre su piel con dulzura.

La pelinegra sonrió y cerró los ojos, para disfrutar de esos besos suaves que comenzó a dejar su esposa. "Está bien, ¿no quieres engordar?", preguntó divertida.

Nayeon la miró con ojos atentos y asintió.

"Entonces deja de comer y usa esa boquita para otras cosas" , murmuró juguetona mientras sus manos la recorrían con suavidad.

La pelinegra sonrió pícaramente.

"¿Cómo cuáles otras cosas, Jeongie?", preguntó inocentemente mientras levantaba su ceja.

"Besarme, obviamente", rió, está, tomando su cintura.

Nayeon la golpeó en el hombro con suavidad, pero dejo que esos brazos la rodearan.

"Hmm... Está bien", respondió dejando besos repetitivamente en sus labios. "Te amo", susurró cuando Engfa tomó sus mejillas y la besó con más intensidad.

• • •

❝Meses después...❞


Nayeon desde entonces había estado más mimada de lo normal, ya qué no tenía solo a su esposa cumpliendo sus caprichos y antojos, si no que también tenía su madre, padre y a suegros. Bueno realmente, todos en la hacienda corrían de arriba a abajo por ella, por sus extremos cambios de humor y su insaciable apetito.

𝐒𝐔𝐂𝐇 𝐀 𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐋𝐎𝐕𝐄 ➯ ᒾʏᴇᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora