Helado de vainilla.

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¿Cuántos pensamientos pueden pasar por la mente de un helado de vainilla?

Un pensamiento o reflexión que tiene, es que sabe que que no es muy sofisticado y que su sabor, aunque represente una de las maravillas del espectro aromático se ha explotado de manera tal que ya parece común ante los ojos del paladar promedio. Otro, pensamiento, suele comenzar por  "que dirán", ¿que dirán de mi tez pálida, a veces amarillenta? ¿Que dirán de mis pecas de vainilla? ¿Y es que qué tengo yo de especial? Pero ese es ya otro pensamiento.

No sé dónde radica mi valor. Más refinado suena un helado de pistache o de mascarpone, entonces abrieron su tapa y tomaron un par de bolas generosas de su mezcla. Terminó al lado del brownie.

A veces también piensa en él. Brownie no me juzga, no me hace sentir menos, tampoco me da flores en san Valentin  pero esas cosas nunca me han importado de todas formas. Es mi fiel compañero, que me quiere con todo y mis básicas cualidades. Y así, pensando de lo afortunado que es de contar con brownie logró poner su mente en pausa y en un alivio comenzó a disfrutar.

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