𝟶𝟸

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Estaban pasando una tarde verdaderamente agradable. La menor no paraba de hablar de lo bien que le estaba yendo en al escuela y de todas las amigas que había obtenido.

Sana estaba muy feliz, porque su hija no iba por el mismo camino que ella, ya que su padre no le permitía relacionarse con otros niños, y apenas la dejaba salir de su cuarto. Incluso hasta había contratado maestros privados para que su heredera fuera digna. Decía que no podía relacionarse con personas que no fueran de su clase, y eso es realmente absurdo.

Ella no tuvo una buena infancia, pero aún así no le tenía rencor a su padre por haberle impedido vivir como ella quería, aún después de todo cuando él murió, ella lloró. Lloró como nunca, porque después de todo él era su padre.

El motivo de la muerte del señor Minatozaki había sido un accidente automovilístico. Era muy curioso, porque casualmente ella misma casi muere así, y de esa manera fue como le quitaron a su esposo.

Por otro lado estaba su madre, una mujer muy cálida que se preocupaba siempre porque ella comiera bien, y siempre intentaba hacer todo lo posible porque el señor Minatozaki no se desquitara su mal día de trabajo con ella. Siempre la trató bien, hasta diría incluso que fue una buena madre, por eso cuando ella murió, sufrió mucho más, porque ya no tendría un abrazo cálido luego de los maltratos, ya no tendría una voz dulce y alentadora, ni una mano que le acariciara la cabeza cuando resolvía un ejercicio sin ayuda. Incluso la había cuidado luego de la muerte de su padre, y aunque ella volvió a casarse, nunca la dejó de lado, su prioridad siempre fue Sana. Sin ella, ya no le quedaba nadie.

En cambio, ella murió a causa de un derrame cerebral.

Sana se quedó sola apenas a los 17 años de edad, y fue duro porque con lo poco que sabía tuvo que instalarse en la empresa que le había heredado el señor Minatozaki. Cayó y fracasó muchas veces, pero supo levantarse y triunfar. Se ganó el amor, la admiración y respeto de todos. Consiguió en apenas unos pocos años lo que su padre en más de 20 no pudo.

-Mamá.. -Sana volvió en si al ver el gesto que hizo Minju enfrente de sus ojos. Se había quedado pensando por más tiempo del que debería.

-Qué.. ¿qué decías? -La menor sólo río y volvió a formular la pregunta.

-Que si no has pensado en buscarte algún novio, o lo que sea -Le dio una lamida a su helado mientras le miraba curiosa.

Sana casi se atraganta.

-A que viene eso, Minju -Limpió su boca con una servilleta.

-No lo sé -Restó importancia con sus hombros -Es sólo que ya llevas mucho tiempo sola, y no te vendría nada mal una pareja -

Sana fingió molestia.

-Esos no son asuntos que debería tratar con una niña -Regañó falsamente.

Minju hizo un puchero.

-No soy una niña -Murmuró.

La mayor la ignoró y formuló su propia pregunta.

-¿Que hay de ti?, espero que no me hayas ocultado que tienes algún novio por ahí -Dijo viéndola fijamente divertida.

Un fuerte sonrojo cruzó las mejillas de la más joven, y claro que para la japonesa eso no pasó desapercibido. Minju comenzó a tartamudear y a hacer gestos raros, que curiosamente a Sana le parecieron conocidos.

El celular de la mayor comenzó a sonar como si no existiera un mañana.

-Dame un segundo, y que sepas que ésta conversación no se queda aquí señorita -Y se fue a contestar.

Minju comenzó a analizar mejor el panorama. Se encontraban en un parque que estaba en el centro de la ciudad, muy cerca de ahí estaba el parque de diversiones. Se quedó mirando a lo lejos una pareja con un bebé en brazos, y momentáneamente se sintió triste.

Había crecido sin una figura paterna, y su mamá casi siempre estaba ausente. Pero no la culpaba, a pesar de todo Sana había sido una buena madre para ella, aunque esta no lo admitiera.

La japonesa se acercó con una expresión que no supo descifrar.

-¿Qué pasa, mamá? -La mayor se sentó nuevamente a su lado y la miro fijamente, al parecer apenada.

-Me temo que no podremos celebrar tu cumpleaños princesa -Y el rostro de la menor se volvió triste.

-Pero mamá.. -

-Disculpame, te juro que hice todo lo que estaba en mis manos pero, tengo que irme fuera de Corea por unos cuantos días, y no estaré aquí el día de tu cumpleaños. Lo siento -Volvió a disculparse. Ella en verdad quería hacer las cosas bien, y el primer paso era celebrar su cumpleaños y estar para ella. Pero ya había fallado a la primera.

-No te preocupes mamá, yo entiendo -Le intentó tranquilizar con una sonrisa mientras le acariciaba la mano -¿A donde tienes que ir ésta vez? -.

Una más tranquila Sana respondió.

-A Taiwán. Ya todo está planeado, y mi vuelo es en unos pocos días -Una idea cruzó por la mente de la menor. La hizo sonreír.

-¿No puedo ir? -Vió el seño fruncido de la mayor -Sé perfectamente que vas por asuntos de trabajo, pero cuando todo esté resuelto, nos podemos quedar unos días. Siempre he querido conocer Taiwán -

Y claro, como no se le ocurrió antes. Rápidamente estuvo de acuerdo e hizo unas llamadas.

Taiwán las esperaba.

𝗍𝗁𝖾 𝗐𝖺𝗒 ─ 𝗌𝖺𝗍𝗓𝗎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora