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Tzuyu se levanta muy temprano en la mañana. Luego de hacer el aseo personal prepara su desayuno y le da de comer a Gucci, su perro. Recibió una llamada de Shuhua, la cual le informó que la mujer del día anterior la andaba buscando.

No pudo evitar emocionarse, que Sana quisiera hablar con ella era una buena señal, así quizás la japonesa podría aclarar todas las dudas e interrogantes que tenía.

Revisa un poco sus redes sociales, para luego hacer la limpieza de su departamento.

Termina algo exhausta, pero no podía quedarse a descansar porque tenía que ir a la cafetería. Se viste con algo casual y deja su cabello suelto.

No era un secreto que se encontraba soltera, que luego de lo ocurrido sólo se quedó estancada. No se buscó una pareja para continuar su vida, tan sólo eran ella y su cachorro.

Con el tiempo había logrado comprar un departamento, bastante espacioso para una sola persona. Vivir sólo tiene sus ventajas.

Dejó el plato de Gucci lleno de comida y se fue.

Optó por caminar, ya que la cafetería quedaba cerca de su departamento. Cuando iba a medio camino, sintió la presencia de alguien, como si la estuvieran siguiendo, y rápidamente se puso alerta.

Pero no vió venir cuando la sujetaron de ambos brazos y taparon su boca. Ni tampoco vió venir el golpe que le dieron en su estómago, dejándola sin aire.

Logró liberar su boca.

-¡Su-Sueltenme!, ¿¡Qué quieren de mí!? -Le dieron otro golpe, esta vez más bajo; en una de sus piernas. -¿Quieren dinero? ¡Pueden llevárselo todo! -Sonó adolorida, pero firme.

-No queremos dinero -Respondió uno de ellos.

-Queremos que te alejes de Minatozaki -La taiwanesa arrugó su ceño.

-¿Qué tienen que ver ustedes con Sana? -Sonó enojada.

-Eso no te interesa, tú solo obedece, si no quieres otra golpiza -Dijo uno de ellos.

-Pues entonces mátenme, porque no pienso hacerles caso -Los hombres rieron tras su declaración.

-Bien -Uno agarró un bate y ordenó que la sujetaran firmemente. Chou abrió sus ojos como platos pero no flaqueó, así se estuviera muriendo de miedo.

Uno trás otro llegaron los golpes en distinta partes del cuerpo de la taiwanesa, dejándole hematomas y heridas que tardarían en sanar.

Cuando ya estaba lo suficientemente golpeada como para poder pararse por su propia cuenta la soltaron.

-Señor Myoui, trabajo resuelto. Con la paliza que le dimos dudo mucho que siquiera se le pase por la mente volver a acercarse a Minatozaki -Se adentraron en su coche.

-Muy bien. Me encargaré de que Sana regrese a Corea cuanto antes -Fue lo último que dijo antes de colgar.

Tzuyu se intentó poner de pie, pero su cuerpo dolía demasiado y apenas podía mantener sus ojos abiertos. Sus párpados pesaban y debajo de su cuerpo había un charco de sangre. Ya ni podía recordar en que calle se encontraba.

Hizo un último intento. Deseaba poder pararse e ir a ver a Sana, necesitaba hablar con ella, y fueran cuales fueran sus motivos los escucharía, y si era culpable la perdonaría, pero algo le decía que habían caído en una trampa, tanto ella como Sana. Le extrañaba que con lo inteligente que era su esposa, no podía darse cuenta de esas cosas.

Cuando su cuerpo ya no respondió se dejó caer derrotada, y su último pensamiento antes de caer inconsciente fue la japonesa.

𝗍𝗁𝖾 𝗐𝖺𝗒 ─ 𝗌𝖺𝗍𝗓𝗎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora