Capítulo 2 - Vuelta a casa.

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Cada vez que nombro a mi madre, algo en mí conecta inmediatamente con el desespero de tenerla y me hundo. A veces no sé salir de ahí, me cuesta respirar y aceptar que se haya ido así, sin verme crecer o hacerme un hueco en el mundo.

Nunca he sido de llorar en público, trato de mantener la compostura por allá dónde voy, pero los recuerdos de su voz y su presencia, simplemente se apoderan de mí, dejándome en aquella oscuridad, aquella que tanto desearía dejar atrás. Sin embargo, ahí estaba el peli negro, sacándome una sonrisa mientras me moría por dentro.

Mi primera impresión de él allí dentro fue grotesca, maleducada y extraña. Aún así, su intento de calmar las aguas me recomponen de alguna manera y mi opinión sobre él se dispersa. Tanto que termino fijándome en lo que no debo.

Como en su apariencia, es dolorosamente atractivo de ver. No me gusta admitir estas cosas pero mientras me hablaba, tenía que apartar la vista para que no despertase ningún tipo de atracción en mi. Aunque sin éxito, su pelo es más largo de lo que parecía en la sala y su tono azabache reluce aún más bajo el atardecer. Su rostro es enmarcado por una perfecta mandíbula que recoge unos labios ligeramente gruesos y perfectos. En la parte inferior de su boca, lleva una argolla metálica de tamaño mediano que lo hace aún mas sexy, como si eso fuera posible teniendo en cuenta el resto. Su nariz porta el tamaño medio perfecto, ligeramente grande y no muy ancha. Si miro más arriba, puedo ver aquellos ojos que me devoraban no tan anteriormente. El color verde intenso que los baña no es si no el culmen de su llamativo ser. No puedo dejar de mirarlos, pero tampoco soy capaz de mantener la vista en ellos mucho tiempo.

En general, tiene un aspecto juvenil muy llamativo, algo rebelde y descuidado, encontrando la armonía de su estilo. El cual, no debería de ser de mi agrado, pues comparándolo con mi novio Fabio, no se parecen ni en el blanco de los ojos.

Esté al contrario, tiene el pelo rubio rizado, ojos verdes claros y ninguna marca de tinta en la piel o perforación. Si, parece que el chico enfrente de mi lleva algún que otro tatuaje, pues de la muñeca le sale una especie de triángulo de troncos de árboles que acaban en medio de su palma y no solo eso, en el cuello también juraría haber visto algún trozo de tinta.

El caso es que son polos opuestos, ni siquiera podrían ser primos lejanos. Y yo me siento confundida, jamás había ni siquiera llegado a reparar en la apariencia física de otro hombre que no fuera mi novio. Me preocupa, no estoy acostumbrada a esto y fingir que no me atrae gasta energía que ni siquiera tengo.

Si Fabio se enterase de que estoy hablando con un hombre, le daría un infarto pero si viera cómo es realmente, me obligaría a volver con él a Florencia.

Y podría hacerlo, me tiene bajo control, soy más su pertenencia que su futura esposa. Eso es algo que nunca me ha gustado pero de cierta forma, me ha hecho sentir segura, es sobre protector, supongo. Incluso desde pequeños era así conmigo.

Nuestros padres se conocieron en el instituto y fueron muy buenos amigos toda la vida. A pesar de que Fabio me lleva cuatro años, nos criaron prácticamente juntos y según ellos, estábamos destinados el uno al otro. No fue hasta que crecimos cuando entendimos que debíamos estar juntos por nuestra familia. Aunque a decir verdad, ambos habíamos creado sentimientos más allá de la hermandad a temprana edad.

Todo iba sobre ruedas hasta que mi madre se enfermó, ahí todo cambió para nuestras familias y nosotros. Yo ya no podía pasar tanto tiempo con él, pues aunque mi madre tuviera todo tipo de cuidados, yo no me permitía estar lejos de ella ni un segundo. También, mi padre perdió su trabajo en el instituto y nos quedamos sin absolutamente nada, sin casa, sin dinero y sin mi madre...

Los padres de Fabio, Los Lombardi, poseen una extensa riqueza creada a partir de su empresa automovilística. Ellos son los dueños de una marca de coches y motos que los hizo completamente ricos a una temprana edad, aunque ya venían de buena familia, no como mis padres. Becados y compartiendo todo desde el minuto cero.

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