Capítulo 5 - Facultades.

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Gia

Los días previos al comienzo de la universidad pasaron volando, no había salido casi de mi habitación. El conflicto con mi padre me dejó sin energía, había llorado tanto que me dolía pestañear.

Pensar en mi madre no era fácil, ella era mi imperio romano. ¿Era igual para mi padre? Ya no lo creía, a pesar del inmenso amor que presumían, parecía estar pasando página sin dificultad. Yo lo había visto roto y desesperado en el pasado, pero ahora no percibía ni un ligero rastro de aquello. Mi intención no era que él estuviera como entonces, pero tampoco concebía aceptar que ya la había superado.

La vida sin ella se hacía notar, los viernes de pizza, su voz en las mañanas, el abrazo que desaparecía los miedos, escuchar su historia una y otra vez, ser contagiada por su risa...

No existiría jamás un día en el que esos recuerdos no estuvieran presentes en mi cabeza, era demasiado difícil de olvidar. Son estas y muchas más las razones por las cuales el comportamiento de mi padre me parecía delirante.

Pasar página de todo lo que vivimos no era una opción para mi, pero quizás para él si y por eso me había enviado a mi a terapia.

En estos días no quise dirigirle la palabra, venía a mi cuarto para dejarme algo de comer y se iba después de haber intentado hablar conmigo como si nada hubiera pasado.

Sonó la alarma a las 7:30 de la mañana, tenía que levantarme para asistir a mi primer día de clase. Como de costumbre, no dormía bien, pero es que esta noche, no había pegado ojo con los nervios del primer día que recorrían todo mi cuerpo. Creo que no estoy preparada para la universidad, nunca he entrado a una y no tengo ni idea de cómo me recibirán, pero decido forzarme a ir, es ahora o nunca.

Me levanto de la cama con el cuerpo entumecido, he permanecido toda la noche en la misma posición mirando al techo con ansiedad, la misma que me mantiene sin sueño ni tranquilidad.

Abro el armario y enciendo el foco de luz que pegue en la parte de arriba del armario. Echo un vistazo al interior y escojo la ropa que había preparado mentalmente para este día, compuesto por unos vaqueros negros ajustados, una camisa de manga corta sencilla color azul y unas zapatillas completamente blancas. No es un outfit espléndido, pero es cómodo y justo lo que necesito para el día de hoy.

Después de vestirme y coger el bolso de clase con todo lo necesario, bajo hasta el salón y dejo todo ahí para ir a la cocina a desayunar.

No veo rastro de mi padre, supongo que se ha tenido que ir antes para preparar sus nuevas clases. Él estaba yendo a impartir clases particulares antes de comenzar el semestre por tanto, ya empezaba su horario regular. Estoy segura de que no estará nada nervioso, lleva muchos años en la educación y no hay alumno que se le resista.

Tenía pensado desayunar tostadas, por lo que me pongo con ello sin dejar de mirar el reloj. La universidad está a cinco minutos caminando pero quiero ir con mucho tiempo de antelación por si ocurre algún imprevisto.

Como sin hambre, pero no puedo ir sin desayunar o pasaré un día terrible con el estómago vacío. Subo al baño para lavarme los dientes y corro hacia la habitación a por un abrigo dado que ya estoy notando el frío que va a hacer cuando salga a la calle. Cojo lo primero que toco en la silla donde suelo dejar los abrigos que me da pereza colocar en el armario. Salgo corriendo escaleras abajo, agarro mi bolso, las llaves y me despido de mi cálido hogar para salir afuera.

Bajo las escaleras de la entrada y el frío me cala los huesos automáticamente. Procedo a intentar ponerme lo que había cogido para abrigarme y cuando lo veo, mis piernas paran en seco. Era el jersey que Liam me prestó y yo me había llevado sin querer.

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