Sentimientos

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Pansy descendió por las escaleras de piedra que conducían a las mazmorras para su última clase del día. Pociones.

El aroma familiar a metal oxidado, azufre, pergaminos antiguos y hierbas exóticas la envolvió. La luz de las lámparas era diferente esa tarde, sin su típico color jade iluminando los rincones del aula, reemplazándolo por una luz cálida, que hacía que el lugar pareciera completamente diferente.

Hermione ya estaba sentada en su mesa. Estaba enfrascada en un libro, ajena a todo lo que sucedía a su alrededor.

—Granger—saludó cuando estuvo a su lado.

—Pans...—tosió para disimular su descuido—Parkinson, hola.

—¿Sabes por qué el cambio de iluminación?—decidió ignorar el error de la chica.

—No lo sé, pero los calderos también son diferentes—señaló.

Los calderos que reposaban sobre las gruesas mesas de madera eran de cobre, completamente nuevos y relucientes. Incluso los armarios que contenían los materiales, ingredientes y especias que ocupaban regularmente, estaban cerrados.

—¿Por qué crees...?—su pregunta fue interrumpida por el golpe seco de la puerta de madera al abrirse.

El profesor Snape entró ondeando su típica túnica negra, acompañado de una mujer que Pansy y Hermione conocían perfectamente. Snape avanzó hacia su escritorio, sin pronunciar palabra. Su capa se balancea con cada movimiento, amplificando su presencia intimidante. Una vez al frente, se recargó sobre su escritorio con las manos entrelazadas, fijando su mirada penetrante en la clase que lo observa en completo silencio.

—Hoy presenciarán una clase inusual—anuncia con voz grave, cargada de rencor—En vista del proyecto que les espera, el director me ha pedido amablemente  que dediquemos una clase a preparar uno de los brebajes que les serán indispensables durante los próximos meses. Para eso nos acompaña una especialista en el tema.

Su mirada se posó en la mujer que estaba a su lado, la cual asintió con un leve movimiento de cabeza.

—Buenas tardes chicos, mi nombre es Elsie Traner—comenzó con voz firme y serena—Soy medimaga especializada en el cuidado prenatal del bebé y hoy seré la responsable de evaluar su desempeño en esta clase.

Su mirada se posó sobre Hermione y Pansy, quienes intercambiaron una mirada nerviosa. —Espero que todos se esfuercen al máximo, pues hoy aprenderemos a preparar uno de los brebajes más complejos y peligrosos del mundo mágico. Fórmula para Bebé.

Un murmullo de risas recorrió la clase. Lavender y Parvati compartieron una mirada de complicidad, anotando en un pergamino todo lo que estaba pasando.

—¿Fórmula para bebé? ¿Qué tan complicado puede ser?—exclamó Ron con una sonrisa burlona. Dean, Seamus y Neville se unieron a las risas del pelirrojo.

Ron estaba sentado en su lugar habitual junto a Harry, jugando con una de las pelotas de goma de Sortilegios Weasley. El destino lo había emparejado con Alice Rowle, una chica de Slytherin de sexto año. Las pruebas de compatibilidad habían sido sorprendentes, eran la pareja ideal. Ron, sin embargo, no estaba convencido. Desde el primer momento, había intentado cambiar de pareja sin éxito.

Al igual que Harry, que también tenía una pareja de un curso menor, no estaba obligado a compartir mesa con su pareja. Pero sí a sumar puntos con ella para obtener una buena calificación. Así que debían esforzarse el doble para hacer esta fórmula correctamente.

—Agradezco su entusiasmo, joven Weasley—replicó Elsie con una mirada severa—. Si está tan convencido de que será un trabajo simple, espero resultados excepcionales de su parte.

Dos Parkinson y MedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora