Esa noche era distinta,
ella quiso escapar.
Con sus ojos delineados
y los labios carmesí,
caminando entre la gente
vio su máscara caer.
Se agachó a recogerla,
con cuidado la observó.
Sin llevar la farsa encima,
registró su alrededor.
Vio las máscaras del resto:
las que engañan,
las que esconden,
las que encantan.
Vio que todos caminaban
en perfecta sincronía,
vio que más de una sonrisa
era solo de ocasión.
Asustada y vulnerable
se adentró en la oscuridad.
Colocó su falsa careta
en su avergonzado rostro.
Dejó de ser ella.
Y volvió al carnaval.