Reencuentro

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Para 2024 estaba cumpliendo siete años de trayectoria, había pasado por momentos increíbles y otros horribles, pero al final todo es parte del proceso.

Lo importante es que mi sueño de tener renombre estaba cumplido y hoy estaba por firmar un contrato para una obra de teatro.

Anteriormente no había participado en nada relacionado con el teatro, estaba cómoda con salir exclusivamente en películas y series con personajes principales o secundarios, pero un día llegó al correo de mi mánager Isa la propuesta, y ella se encargó de presentarla como una salida a mi zona de confort o como la oportunidad perfecta para mostrar una faceta nunca antes vista. 

Lo pensé un par de veces y terminé por aceptar, ¿Qué podía salir mal?

Venía saliendo de un período difícil, dos meses de estar inactiva en redes sociales y de no trabajar y esto no porque hicieran falta propuestas, sino porque emocionalmente no estaba bien. Por ahí se dice que darse un tiempo ayuda a sanar.

Antes de sacarme los lentes de sol doy una última mirada al inmenso edificio que tengo delante y me decido a entrar.

No tener la compañía de Isabella esta vez me mantenía intranquila.
Era inevitable no sentirme nerviosa cuando estaba por enfrentar algo desconocido completamente sola.

El deseo de agradarles a mis compañeros está presente, es muy importante para mí causar una buena primera impresión.

Después de registrar mi llegada en recepción, me dirigen a la sala de juntas que sigue desocupada, pero luego de poco tiempo entra el director y algunos ejecutivos que me saludan y toman asiento.

La seriedad que muestran mientras hablaban entre ellos causa que mis nervios aumenten, jamás iba a acostumbrarme a las formalidades.

Mientras los minutos pasan llegan personas que al igual que yo forman parte del elenco, ya vamos nueve de los diez que somos en total y la mayoría parecen agradables a simple vista.

El silencio continúa pero el ambiente se siente cada vez más cálido.

Con la mente positiva deseo que se cree una amistad entre todos o algo parecido por la larga temporada que pasaremos juntos.

La mesa está llena a excepción del lugar vacío que queda justo frente a mí, que le pertenece a la o el coprotagonista.

A todos nos entregan una botella de agua junto al papeleo que contiene sinopsis, descripción de personaje, fotos del vestuario y fecha próxima de estreno, el guion lo harán llegar otro día.

Estoy revisando las hojas cuando como en cámara lenta sucede... La puerta se abre y suena una particular voz.

—Hola a todos, ¿Llego a tiempo?

No hay duda que vivimos en un mundo muy pequeño.

De inmediato reconozco quién es aunque está muy cambiado, se trata del chico del que estaba ilusionada años atrás.

Todo pasa tan de prisa que no sé como reaccionar, ni siquiera estaba al tanto de que un actor argentino se uniría al elenco, pero de entre millones que existen tiene que ser él.

La vida es una caja de sorpresas.

No imaginaba volverlo a ver, pero ahora Rafa está aquí, va a ser de coprotagonista y que bueno.

Que buena noticia.

—Llegas perfecto, solo nos faltabas tú para iniciar —responde el director.

Tengo que usar mis habilidades como actriz para que mi expresión no demuestre lo sorprendida que estoy, de lo contrario terminaría ahogada con el agua que bebo.

Toma su lugar y después de echar un rápido vistazo a los demás, su mirada se fija en mí y me da una sonrisa de boca cerrada.

El corazón se me acelera y siento que mis mejillas se pintan de rojo.

No voy a poder con tanto.

La sesión inicia y los encargados de dirigir explican de qué va la historia, cómo se desarrolla y las ciudades que vamos a visitar una vez que aceptemos y firmemos el contrato.

Antes debemos estar disponibles durante seis semanas para leer guion, ensayar escenas y para eso nos van a asignar un coach... Me pierdo y dejó de prestar atención en lo siguiente, mi cuerpo está presente pero mi mente se pierde entre recuerdos.

Si mi yo adolescente estuviera probablemente se desmaya aquí mismo, pero para bien o para mal ya no soy la misma, muchas cosas han cambiado y tengo que esforzarme para no perder la cordura.

Saliendo del trance noto que solo quedamos él y yo en la mesa, estaba tan distraída que no me di cuenta en qué momento se fueron los demás.

Tomo mis pertenencias y aún confundida camino hacia la puerta, el móvil me recuerda que tengo asuntos pendientes y si no me doy prisa no voy a llegar a tiempo.

Cuando estoy cerca alguien se adelanta y en un acto de caballerosidad gira el picaporte para que yo pueda salir primero.

Todo el rato que estuvimos sentados frente a frente evité mirarlo a toda costa, pero ahora es imposible seguir con eso, tampoco está en en mis planes ser descortés.

—Va a ser un honor trabajar con vos, Renata —habla con la mano extendida hacia mí.

Sabe mi nombre, ¿Pero cómo?... Seguramente me haya visto en actuar en alguno de mis más recientes proyectos porque la probabilidad de que me recuerde de la escuela de actuación es mínima, en ese lugar yo sólo era una admiradora más.

—Gracias, el honor es mío —respondo aceptando su saludo de mano.

—¿Ya se han presentado? —pregunta Eric apareciendo detrás de la puerta, un hombre de aproximadamente sesenta años encargado de la dirección, todo un genio en lo que hace.

¿Cómo decirle que Rafael Federman no necesita presentación?

—Todavía no —me adelanto a responder por los dos.

—Pues yo me encargo de terminar con eso.

Aunque es bajo de altura acorta la distancia poniendo su mano sobre uno de nuestros hombros.

Ya estando cerca es imposible no concentrarme en su bonito rostro.

Luego de diez años puedo confirmar que sus ojos sí son azules y son preciosos. Tiene pestañas muy largas y finas, cejas delgadas y barba.

—Rafael, ella es Renata Sorní. Renata, él es Rafael Federman.

Veo hacia él, él ve hacia mí y parece que estamos conectando cuando sonreímos al mismo tiempo.

Un acto lindo.

La conversación entre los tres sobre el proyecto fluye con normalidad, aunque es breve porque tengo que irme.

Pienso que es el inicio de algo grande, que tal vez Rafael ha llegado a poner mi mundo de cabeza.

Después de muchas horas estoy en casa y mientras preparo la cena hago llamada con Isa para contarle lo que me pasó.

—¿Dices qué es de Argentina?

—Sí —respondo a la vez que lo busco en instagram.

Quiero saber más sobre su vida, pero no hay mucho que ver, Rafa tiene más de 50 mil seguidores, hay exceso de fotografías improvisadas y de color verde en su perfil.

La mayoría de personas [yo incluída] se empeñan en contar la mitad de su  vida en esta app, sin omitir detalles importantes como situación sentimental o sabor de helado preferido, pero Federman es la excepción.

Hombre misterioso, me encanta.

—Sonaste muy emocionada al hablar de él, ¿Es por una razón en especial?

¿Una razón? Hay más de cien.

—No, pero va a ser mi compañero de trabajo, es obvio que lo iba a mencionar —finjo demencia.

SOUL | Rafael FedermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora