El comienzo de la confusión

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Mariel Vázquez Saavedra

-No, definitivamente no- tomé mis cosas y caminé hacia la salida del despacho de la parte contraria, haciendo resonar mis tacones negros de plataforma, logrando que todos en el lugar voltearan a verme.

-Por favor Mariel, ¡son millones!- me dijo desesperado Jonathan.

Jonathan Rond Greenwood, dueño del despacho Greenwood, ¿como olvidar a su padre? El Licenciado Rond Richard Greenwood respetado y admirado, un hombre que dirigió y comenzó desde abajo su imperio con honestidad, humildad y así lo conocieron todos, así inmortalizó su nombre. Hasta que murió y por desgracia, su hijo tomó el mando, fulminando por completo las palabras honestidad y humildad.

Un hombre guapo, piel clara aunque no blanca, cabello negro, inteligente, alto, fornido... Físicamente perfecto pero, ¿laboralmente?, un pésimo abogado que se la vive ganando dinero sin mover un dedo, le encanta sobornar a todos, y por desgracia, muchas veces, gana los casos. Pero no contra mi.

Escuché pasos, más bien, zancadas hacia mí dirección y voltee decidida a terminar con su esperanza

- Si piensas que voy a dejar un caso de VIOLACI*N solamente por dinero, estás equivocado. Si no quieres que se caiga tu imperio, te aseguro que será mejor que olvides que me dijiste esto. Ah, y te recuerdo recuerdo antes de que des un solo paso, tengo tres adelante de ti. Y no quieres saber lo que puedo hacer con el audio de la conversación que acabamos de tener.- Volteo a nuestro al rededor y puedo notar la cara de todos los presentes, están anonadados. Supongo que, primero, por darse cuenta se que alguien le habla así a su jefe y segundo, tal vez por la seguridad de mis palabras o la cara de puchero que hace este hombre frente a mi. A pesar de tener mi edad, parece un niño de 10 años- Nos vemos en los juzgados Licenciado...- me fui con toda la seguridad que me hacen dar mis tacones negros, mi pantalón de vestir largo, blanco y mi blusa color azul rey de seda. Tomando fuerte y decidida mi bolsa grande negra que me encanta.

Jonathan Greenwood fue un compañero de universidad. Como dije, tenemos la misma cantidad de años. 27 para ser exacta.
Desde que lo vi, supe que iba a ser un dolor de cabeza. Y así fue.

Mi familia no es adinerada, de hecho, entrar a la universidad en la que estudié, fue un reto. Aún recuerdo cuando mis padres se sorprendieron al decirles que quería estudiar derecho, casi les da un infarto. Cuando lo aceptaron y supieron que quería TODAVÍA estudiar en una de las escuelas más caras y privadas de la República... fueron realistas, me dijeron que no podían pagar y siempre se los agradecí. Es por ello que siempre trabajé, desde que tengo memoria y con mis estudios, gracias a mis calificaciones y actividades conseguí una beca que pude mantener toda la carrera. Gracias a ella terminé exitosamente, pudiendo ahorrar entre todos los períodos, la cantidad suficiente para mi titulo y cédula.

En fin, conocí a Jonathan en la universidad, y no siempre tuve la ropa que tengo ahora...

-Flashback-

*Se escuchan risas de fondo*

-¿¡Pero cómo es posible que esa pri*ta esté aquí!?, que horror. Esta escuela ya no va a tener el reconocimiento de siempre ¿se la imaginan en nuestra foto de graduación? ¡CON NOSOTROS!. No, no puede ser. Si apenas puede comprar ropa, desde aquí veo que ah de ser la de 5 pesos en la... ¿como le llaman?, ah, paca- Dijo Violet. Una pelirroja teñida, curvilínea, guapa. Pero con un pésimo carácter y obvio, clasista.

Y claro, lo dijo como si yo no estuviera presente, pero vociferó casi gritando para que escuchara mientras me encontraba caminando, viendo las jardineras mientras tenía en mi mano uno de los sándwiches que me hizo mi mamá. Como la extraño...

Hice como que no escuché y seguí de frente, cuando Violet pasó por mi lado junto con sus... ¿amigos?, empujando mi hombro izquierdo, como si el espacio de ese campus no fuera suficiente. Estuve a punto de decirle algo cuando escuché que una voz masculina alegó por mí.

-Yo creo que no deberías meterte con ella Vio- solo pude ver la cara de horror y confusión de Violet.- Puede que te rasguñe.- Pude ver la pena en su cara al decirlo mientras todos comenzaron a reír. Mi esperanza se aplastó. El que habló era Jonathan

Pasando los años demostré quien era, y claro que me gané el respeto de mis compañeros, aunque la mayoría parecían odiarme. Me veían hasta en sus sueños creo yo. Antes hacia varias actividades, natación, tenis, trabajaba en un despacho y ya tenía cursos, diplomados sobre la carrera. Destacaba en todo, tenía calificaciones perfectas. Poco a poco pude comprarme ropa de calidad y me volví quien soy.

Estoy orgullosa, definitivamente.
¿Lo malo de ser abogada?
Bueno... tuve que alejarme de mis padres. Ahora les deposito dinero por cada caso que tengo, pero no puedo acercarme a ellos.

Decidí ser abogada litigante, hago de todo pero... desde que se me dio fama de ganar juicios imposibles, me llegan casos penales. Y no puedo arriesgar a mis padres a recibir estrés y malas noticias sobre mi. Tampoco quiero arriesgar sus vidas.
Lo bueno es que tengo la tranquilidad de que nadie sabe quienes son ellos, ni de donde vengo. Nunca hice un solo amigo en esa carrera. Pero si colegas, asociados y eso si... muchos envidiosos

Los AbogadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora