C.1-Las dos caras de la moneda.

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Imagina que...
Cuarto año, la mayoría pensaría que es uno de los mejores; tienes edad para ir a Hogsmade con tus amigos, las materias son más interesantes, puedes participar más en quidditch... Permítanme roper esa burbuja.

El tercer año no fue tan malo, pero apenas comenzó el cuarto año supe que sería pésimo. Para empezar, mi período llegó justo el primero de septiembre; después, mi cuerpo empezó a cambiar en todos los sentidos y no me sentía como yo; mi amigo de toda la vida: Santiago, se cambiaría de escuela al otro lado del mundo, se ira pronto a Durmstrang; además de él no tenía más amigos, por lo que me quedaría sola.

-¿Qué planeas hacer cuando te vayas? -le pregunté a Santiago en camino a Hogwarts.

-Voy a extrañar este lugar. De verdad, no te das una idea. -sonrió con la mirada perdida por la ventana.-Te voy a extrañar.

-Y yo a ti.

Claro que extrañaría su cabello castaño rojizo, largo y desacomodado que me dejaba peinar siempre. Claro que extrañaría sus chistes malos que siempre me hacen sentir mejor. Claro que lo extrañaría, después de todo, era mi mejor amigo, pero también era más que eso. Éramos almas gemelas, siempre lo consideré platónico, pero últimamente me daban ganas de besarlo cada que lo veía.

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Pero bueno, no me quedaba mucho que hacer. Santiago se fue ya hace un par de semanas, en nuestra despedida se derramaron un par de lagrimas, lo normal cuando tu compañero de vida al cual conoces desde que nacieron gracias a que sus padres son compañeros de trabajo que se pasaron toda su vida viajando por todo el mundo hasta que decidieron asentarse, pero al parecer a sus padres no les bastaba lo aburrido de Inglaterra y decidieron irse a un lugar más interesante según ellos, se va. Lo cual ahora implicaba que nuestras interacciones se limitaban a un par de búhos al mes.

De verdad me haría falta, pero esto podría ser una oportunidad. Tal vez la partida de Santiago me permita hacer más amigos e inclusive podría conseguirme un novio o algo por el estilo. Mi corazón seguía estancado en él, pero en algún momento debía superarlo.

Me pasé la mitad del cuarto año lamentándome por la partida de mi amigo que ni me di cuenta cuando el invierno empezó a partir y la primavera regresó, me propuse disfrutar aunque fuera en lo más mínimo el resto de mi cuarto año.

Lo cual no fue tan malo como la primera mitad, en realidad, hice una amiga. Su nombre era Alice, me contó muchas cosas de ella, era una aventurera nata y me parecía bastante interesante.

Hablé lo más que pude con ella y con Santiago durante el verano, pero supongo que debimos esperar que la distancia terminara por ganarnos. Santiago pasó de escribirme dos o tres veces al mes, a apenas mandarme un búho en todo el verano. Traté de restarle importancia, pero ¿cómo haría tal cosa? Claro que me molestaba, pero no me quedaba mucho por hacer más que aceptar la situación.

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Al iniciar el quinto año, la bibliotecaria me ofreció ayudarle con el orden y las agendas en la biblioteca por las tardes, a lo cual acepté gustosa. Pasaba la mayoría de mi tiempo ahí, por lo que no significaba un gran cambio.

Una tarde a mediados de octubre, pasaban de las siete de la tarde. Estaba acomodando unos libros que habían dejado en las mesas, me dirigí a la parte más alejada del frente de la biblioteca para dejarlos en su lugar, pero cuando llegué al estante me encontré con un chico sentado en el piso, recargado en la estantería.

Estaba evidentemente dormido, vestido de pies
a cabeza con ropa en distintos marrones, se veía completamente agotado.

-Hey, ¿te encuentras bien? -me agaché junto a él y moví levemente su hombro.

Después de todo, sigo amándolas, Luna. (RJLupin x lectora) BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora