La depresión tocó a mi puerta y sin avisar se metió en mi vida, tiro todas mis pertenencias he hizo un nudo en mi garganta, trate de revelarme ante sus acciones pero al parecer ya era un poco tarde, ya había entrado, llegó a revolver mis sentimiento...
Me han querido intentar en el psiquiátrico, Mamá, quiero irme quiero recuperar mi estabilidad, quiero sanar lo que destruí, quiero sentir seguridad y no miedo al salir a cualquier lado. Mamá, no trates de detener a esos hombres vestidos de blanco que no hacen más que sólo su trabajo, déjalos entrar que pongan sedante en mi cuerpo y concluyan su misión.
Odio estar medicada, me siento indefensa con el medicamento pasando por mi sangre, he mirado el bote más de una vez, quiero tomarlas todas de una vez por todas y terminar con esto…
No tuve el valor de hacerlo aquella vez que tuve la oportunidad, quería intentarlo una vez más por qué dicen que la tercera es la vencida y que todo llega a su fin, he leído tanto la frase de: “después de la tormenta viene la calma” La tormenta ya arrasó con todo, ya me dejó empapada y con frío, ahora solo espero la calma.
Soy demasiado cobarde para largarme, estoy esperando a que alguien me salvé, todos los días con la misma esperanza y a mitad del día siento que fracasó en el intento.
Quiero irme a rehabilitación por mucho tiempo, ya no quiero saber nada del mundo exterior, ya estoy exhausta de ver a la misma gente, quiero estar encerrada y encontrarme en el proceso, ver cuatro paredes blancas para ver si así logró sentir tranquilidad.
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