1.

168 26 13
                                    

Bueno, mi historia comenzó cuando naci; una bebé gorda y despeinada de 2.700 kg con una fea marca de nacimiento, no diré cómo es, sólo diré que la tengo en la cabeza y era muy visible.

Ahí comenzaron las críticas. Señoras mirandome con miedo a ser contagiadas.
Si hubiera tenido la edad sufiente para pensar ante éso, me hubiera gustado decirles: No sean idiotas, las marcas de nacimiento no se contagian, estúpidas.

Mi madre desde siempre me tuvo con el cabello largo para cubrirla, diademas, moños, gorros, etc.
Admiro y agradezco a mi mamá por haberse tomado la molestia y el tiempo de llevarme al doctor por ocho meses, para que esa marca se fuera haciendo cada vez menos y menos visible.

Ahora ya casi ni existe, mi cabello y la medicina hicieron que no se vea a simple vista, ahí continúa, pero ahora escondida.

No es como que mi vida fuera perfecta, ni todos los malditos chicos están tras mis huesitos, o tengo las mejores calificaciones -tampoco soy una burra, sólo que hago lo posible por pasar sin exprimirme el cerebro -, y obviamente me gusta molestar a las personas. Amo, de verdad me encanta leer, ya he leído varios libros en físico, pero me he quedado sin dinero así que ahora leo desde Wattpad. Claro, como si algún día me pasara lo que a las protagonistas de las novelas.

Bah.

Otra cosa sobre mi es, que soy molesta, muy molesta.

***
Iba de camino a la escuela, con mi mochila en el hombro, en una mano llevaba un lonche de jamón que mamá me había dado para comer, ya que tenía muchísima hambre. Entre mordisco y mordisco me percaté de que alguien me seguía me giré pero no había nadie.
¿Pero qué mierd...?
Algo ladró. Agaché la cabeza y me encontre a un lindo perrito puddle que me miraba con la cara más adorable que el gato con botas.

-Hola perrito -arranqué un pedazo de mi lonche y se lo arrimé para que se lo comiera, pero el muy ingrato me lo arrebató llevándose consigo mi dedo.

Dí un grito ahogado. Rápidamente alejé mi mano de su hocico feroz, miré mi dedo con miedo de que el perro me lo hubiera arrancado y se lo hubiera tragado de desayuno, pero ahi estaba, con un poco de sangre y un corte, pero estaba bien.

Desgraciado, ya no te daré de comer.

Bien, agreguemos ésto en nuestra lista de "Estupideces que no debes hacer en la calle":
1: No darle tu desayuno a un perrito callejero puddle, porque podría ser muy ingrato y comerte a ti.

***

Estaba sentada en mi butaca lanzando bolitas de papel con saliva a mis compañeros, para después echarle la culpa a Samuel.

-¡Ya dejen de hacer éso! -gritó una chica de cabello pelirojo con un moño, estaba a unas butacas delante de nosotros, diría su hombre, si lo supiera. Sé que es estúpido que lleve aquí tres años de mi vida y no conozca a todos mis compañeros de clase. Aunque creo que la mayoría si me conocen a mi. ¿Por qué? Ya lo sabrán.

-Samuel, -hice un chasquido con los dientes y negué con la cabeza -pareces niño de cuarto grado; lanzando bolitas de saliva.

-¿Pero qué? -reaccionó sorprendido y la chica lo fulminó, después se voltió y continuó con lo suyo.

-Sin protestas -puse mi mano en la cara de Sam.

La profesora entró al salón cargada con su maletín de siempre y su café de La Flor de Córdoba. Pero traía algo más con ella; una chica.

-Jóvenes -dijo con voz fuerte sobrepasando las voces de todos los retrasados que aún seguían jugando en el salón -Ella es nueva aquí, me encantaría que la trataran bien.

Su nombre es Mariana. La profesora le dijo que tomara asiento y ¿Adivinen qué? Se sentó detrás de mi, ni siquiera me había dado cuenta de que habia un lugar.

-Pobre, es nueva y no ha de conocer a nadie aquí, -me susurró Sam -deberías hacértela amiga.

Tenía razón, la chica estaba sola, y si nadie le hablaba, sería rápidamente el blanco de críticas, obviamente yo no quiero que le pase eso. Me giré hacia ella con una sonrisa.

-Hola, mi nombre es Lucia. Bienvenida, nueva.

¿Y la loca?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora