❝De rodillas❞

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Tal como lo prometió, una enorme Mercedes negra con los vidrios polarizados se detuvo frente a mí en aquel parque. Del vehículo misterioso bajó un hombre vestido con un traje de tres piezas de un azul rey oscuro, un cinturón de cuero rodeando el inicio del pantalón apegado a sus firmes piernas; en él la funda de lo que claramente era un arma. Traía el pelo castaño claro peinado hacia atrás y una expresión tan fría que no me dio el valor de preguntarle nada más luego de que dijera:

"Mi nombre es Hyunjin. Suba al auto, joven Kim"

Obedecí, terriblemente avergonzado al notar que dentro del vehículo habían otros cuatro tipos muy similares al llamado Hyunjin. Todos portaban armas, pero sus rostros estaban ocultos por una especie de mascarilla militar que sólo me permitía ver sus oscuros y aterradores ojos.

Dios, todos parecían matones. ¿En qué cosas estaba metido Chan? Estaba claro que su negocio familiar había crecido a montones, y que era mucho más poderoso que su padre.

Hyunjin me dejó sentado en medio de ellos. Yo estaba tan tenso que tenía las rodillas apretadas una contra la otra, mis muslos temblando y mi nariz goteando a más no poder por la calefacción encendida. Hace mucho que no estaba en un ambiente tan cálido y limpio, por lo que no evité mirar por la ventana y derramar un par de lágrimas que intenté disimular. Ninguno de ellos emitió sonido alguno, aunque a veces me observaban, pero Hyunjin parecía estar pendiente de que no me prestaran atención y los regañaba con duras miradas, una clara advertencia que yo no comprendía bien.

¿Serían ordenes de Chan? Siempre se portó así de posesivo y extraño conmigo, no quiero siquiera imaginar cómo reaccionará al verme ahora. Hace años que las únicas noticias que tenía de él eran por la prensa y el periódico contando sus logros en la economía del país, y estoy seguro de que él no había obtenido ninguna noticia sobre mí, pues jamás llegué a ser tan importante. Así que, el reencuentro de ambos sería totalmente a ciegas.

¿Es buena idea? ¿Qué estoy haciendo? ¿Sería mejor morir de hambre o frío en la calle?

Por supuesto que recordaba a mi yo adolescente, aquel joven lleno de pasión e ideas por un futuro como pintor independiente. Y también, quien juró jamás volver a caer en las garras manipuladoras de alguien como Bang Chan.

Chan me reprimía; quería controlarme. Yo jamás serví para eso, amaba mi libertad como ninguna otra cosa en mi vida. Por eso no funcionamos, a pesar de que nos amábamos tanto.

Sin embargo, ahora voy directo a sus territorios a negociar. No sé qué tan lejos esté eso de volver a entregarme a él.

Lo que estoy haciendo está mal. Muy, muy mal. Pero entonces, ¿por qué no intenté huir en ningún momento? Quizá es porque sabía que estaba hundido, ya no tenía nada. Literalmente nada. Ni talento, ni pasiones ni ideas, ni felicidad o ánimos, ni salud o estabilidad.

Por ello es que volví a la única persona que me cuidó de verdad en toda mi vida.

[...]

El auto aparcó frente a un portón increíblemente decorado con piedras preciosas y pintado de un rojo eléctrico. Quedé embelesado, mi corazón latiendo como desquiciado; estaba en la mansión Bang.

Este espectacular recinto era tema popular entre los periodistas y la prensa en general, pues exudaba lujos en cada milímetro. Era una mansión de cuatro plantas, con pisos de cerámica negra brillante que reflejaban la luz de los múltiples candelabros colgando del techo. Tenía azulejos e incrustaciones de rubíes y otras piedrecitas brillantes por doquier, absolutamente todo era rojo o negro, los colores que Chan amó siempre. Los jardines medían hectáreas y estaban repletos de rosas carmines, con adoquines firmes y una enorme piscina con luces que iluminaban todo el césped perfectamente cuidado. Por donde miraras había ventanales con paneles de vidrio gigantes y balcones espaciosos con los mejores muebles de terraza. Todo gritaba dinero y poder, hasta la fuente de agua hecha con marfil teñido de negro en medio del jardín principal, donde dos altas puertas de madera oscura se alzaban ante mí en una sombría y socarrona invitación a lo que podría ser mi perdición.

"I Did Something Bad" ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora