The Alchemist

Capítulo 5

"No te preocupes, Alice, no voy a derramar sangre". ¿Qué cosa más extraña de decir no?

"Rose, no le hagas daño". Emmett le advirtió.

"¿Ella te está poniendo incluso a ti en mi contra?" Rose cuestionó a Emmett.

"No Rose. Ella solo es una amiga mía. Nada más. ¿No puedo tener eso después de todo este tiempo de estar contigo y con la familia?" ¿Por qué sonaba eso como si estuviera hablando de algo más que de los diecisiete o dieciocho años que dice ser?

Enumerando todo lo que tengo en mi mente sobre ellos, los estudiantes perfectos, nunca comer o incluso fingir comer, siempre se van cuando hay buen tiempo, probablemente más viejos de lo que parecen teniendo en cuenta la forma a veces anticuada en que hablan, los ojos similares, preocupados por derramar sangre, cuando me imaginé que esos ojos de ellos eran de un color diferente, poco a poco estaba llegando a una conclusión, pero...

"¡Ella está descubriendo las cosas!" Edward gritó de repente. ¿Cómo iba a... tiene un don? ¿Como Alice prediciendo que Rose me atacaría? ¿Son... como ellos? ¿Son... vampiros?

"Ella lo sabe". Dijo solo probando mi teoría.

"Más razón para matarla". Los ojos de Rosalie se oscurecieron en negro.

"Sabes que un policía notará mi desaparición, ¿verdad? No solo un policía, sino un jefe de policía, que no será fácilmente influido para que se rinda al enterarse de lo que le pasó a su hija". Les estaba advirtiendo en bano, tratando de ocultar mis ligeros nervios.

"Nadie te hará daño. Siempre y cuando lo mantengas en secreto". Carlisle habló con este tono que casi exigía ser obedecido. Es una pena que sea un poco tarde para eso. Y que no me impresionó en lo más mínimo.

"Como si tuviera algo que ganar al revelar un secreto, lo he guardado durante unos cinco meses. Sería el asilo para mí, o, y ese es un escenario aún peor, la cárcel por mentir a las autoridades". Deberían haber prestado atención a mis palabras, pero todo lo que parecían escuchar es que estaba de acuerdo.

"Bien, me alegro de que estemos en la misma página". Me puse los ojos en blanco ante su intento de intimidar o lo que fuera que estuviera tratando de hacer.

"¡Sí! Entonces no perderé a mi amiga". Emmett dijo felizmente. Estaba un poco preocupado por su genuina alegría, pero descubrí que me gustaba bastante.

"¿Qué tal si vas a refrescarte mientras preparo la cena? Estoy segura de que tienes preguntas, al igual que nosotros". Esme sugirió.

"Uhm. No, gracias. Tal vez en otro momento. Como le dije a Emmett, es mi turno de intentar cocinar esta noche, así que debería irme a casa". Me di la vuelta para irme. No quería estar aquí, cuando el ambiente todavía estaba un poco demasiado tenso para relajarme.

"Todavía digo que la hagamos desaparecer". Mierda.

"ROSE NO". Me saltaron encima. Mi cabeza se topó con el suelo con bastante dureza. Luego me golpeó la cabeza unas cuantas veces más, mientras yo trataba de alcanzar mi bota derecha. Una vez que lo hice y mis dedos se apretaron alrededor del mango, saqué el cuchillo y la apuñalé en el hombro. El shock en sus caras fue divertidísimo, pero tenía demasiado dolor de cabeza como para disfrutarlo.

"¡OW!" La alejé de mí, que era todo lo que necesitaba y quería. Salté y asumí una posición defensiva sabiendo que mi oportunidad de ganar realmente era nula. Especialmente con lo mareada que me sentía. Sin embargo, me había olvidado del número siete. Jasper. Me incapacitó, no me hizo mucho daño, pero solo se aseguró de que no atacara a nadie. Tomó mi cuchillo, mi único medio de defensa, y de alguna manera me dejó inconsciente.

Cuando me desperté, todavía estaba en su casa. Esta vez, el doctor estaba allí. Me está evaluando la cabeza. Sin embargo, me gustó la sensación helada en mi cabeza. Así que cuando se alejó, tiré de su mano de vuelta a mi cabeza suspirando ante la sensación de enfriamiento.

"Bien, estás despierta. Eso significa que no tendrás daño cerebral permanente. Sin embargo, no estoy seguro de una conmoción cerebral. Menos mal que estás teniendo una fiesta de pijamas por petición de Alice. De esa manera, puedo vigilarte. Ahora, ¿qué tal algunas respuestas después de haber comido?" Preguntó.

"Supongo que no puedo salirme con la mía diciendo que no, muy bien". Suspiré.

"Buena respuesta. Sin embargo, debo disculparme. Rosalie parece haber tenido una gran disgusto por ti. Nunca esperé que se volviera violenta". Él no debería disculparse por algo que ella hizo.

"Desde el día en que nos conocimos". Asentí con la cabeza.

"Cuidado. No te muevas demasiado rápido o el daño podría aumentar". Me levanté lentamente al ver que me habían cambiado a ropa limpia que no era mía.

"Esas son de Esme. Tú y ella comparten tamaños. Tu propia ropa se está secando mientras hablamos. Las chicas te cambiaron después de lavarte para enfriar tu cuerpo. Para evitar que tengas fiebre". Él explicó.

"Oh. Uhm. Gracias". Dije.

"¡De nada!" Una voz salió de la habitación del lado de la habitación en la que estaba. Alice, supongo. Seguí al médico abajo, de vez en cuando tropezando un poco, todavía no me he recuperado del todo. Entonces me di cuenta de algo.

"¿Dónde están mis guantes?" Le pregunté al buen hombre.

"En la secadora también. También estaban manchados de sangre". ¡No! Si vieran mis manos... No sé qué va a pasar. Las mangas eran casi lo suficientemente largas como para cubrirme las manos, pero no del todo. Mis dedos salían por debajo. Sin embargo, eso estaba bien. Las palmas de las manos y la parte trasera tenían que estar cubiertas.

Luego olí la comida que se preparó. "¿Pollo?" Me animé.

"Emmett mencionó que era tu favorito". Dijo.

"¿Esta enfadado porque apuñalé a su mujer?" Esperaba que no, pero no lo culparía si lo estuviera.

"Realmente no. Él sabe que fue autodefensa. También tenemos preguntas sobre eso". Eso fue algo tranquilizador.

"No esperaba lo contrario". Estaba sentada en la cocina y me vieron mientras comía. Esme había hecho sándwiches con pollo asado, salsa de miel y mostaza y algunas verduras. Me encantó. Ella también me había hecho café. Mis guantes también estaban en la mesa. Rápidamente me los puse tratando de no mostrarles mis manos, a pesar de que sabía que al menos algunos las habían visto.