Siete

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Sergio 

Esta Navidad
Manhattan, Nueva York 

Dos días después 

Yo: Te envié los reportes de Davis. ¿Los recibiste?

Señor (No Sé Qué Significa Un Día Libre) Verstappen : Hiciste un buen trabajo. ¿Qué hay sobre los de Harrison?

Yo: Te los daré a las cinco.

Señor (No Sé Qué Significa Un Día Libre) Verstappen : ¿Estás teniendo un buen día libre hoy?

Yo: Si así fuera, no estaría escribiéndote.

Señor (No Sé Qué Significa Un Día Libre) Verstappen : Es bueno saberlo. Mañana, es tu otro día libre, envíame los archivos de Turner.

Espero hasta la medianoche para enviar los archivos que solicitó, y aunque intento salir del apartamento y recorrer la ciudad, eventualmente termino en una cafetería donde completo asignaciones en mi celular y fallo en olvidar ese beso.

No es hasta el tercer día libre que logro pasar dos horas enteras sin pensar en el trabajo en absoluto. Paso la mayor parte de ese tiempo en el pasillo nuevo de Whole Foods, descifrando por qué la comida que hago siempre termina horrible.

Cuando finalmente llego a casa de la tienda de comestibles, Carlos está saltando en el sillón de mi sala de estar como una niño de 3 años.

Parpadeo un par de veces para asegurarme de que no estoy imaginando esto. El debería estar en un avión yendo a casa en Colorado, enviándome mensajes de culpa sobre mi negativa para unírmele.

El debería estar viéndome lanzar el regalo anual de nuestro primo Esteban para mí a la basura vía FaceTime, y diciéndome que está bien que lo siga odiando.

—¿Por qué tu mueble es tan suave? —Salta un poco más alto—. Quiero decir, está a la par de la calidad de los hoteles, ¡y tu cuarto de baño es increíble! Las fotos que me enviaste no le hicieron justicia, así que necesito una invitación para venir aquí al menos seis veces al año.

Sonrío.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Sorprendiéndote. —Salta para bajarse y me abraza—. Lamento que Daniel te dejara de esa manera. Sabes que odiaba su culo tacaño, de todas formas, y puedes hacerlo mejor. Mucho mejor.

—Gracias. ¿Cómo llegaste aquí?

—Tu jefe —dice—. Me envió un pasaje en primera clase y dijo que necesitabas desesperadamente alguien con quien hablar. Dijo que no eres tan malo con él como sueles ser en esta época del año, y estaba comenzando a preocuparse.

—Él no dijo eso.

—Lo hizo. —El saca su celular—. También fue lo suficientemente generoso para darme una tarjeta de crédito para cenar esta noche. Compré un par de cosas, para asegurarme de que era real, así que necesitarás pretender que esos son tuyas. ¿A dónde te gustaría ir?

—A ningún lado. Tengo que terminar un proyecto —explico—. Necesitaremos algo para llevar.

—Por supuesto. —Pone los ojos en blanco—. Sabes, estoy comenzando a creer que tal vez tu jefe no es tan malo, después de todo.

—¿Disculpa? —Me cruzo de brazos—. Recuerdas que es el mismo hombre que voló a Puerto Vallarta para hacer que nos fuéramos, ¿verdad?

—Recuerdo que dejamos Puerto Vallarta para escapar de la tormenta.

—Este es el mismo hombre por el que te llamo y me quejo a diario. —Lo miro furioso—. A. Diario.

—Sí y no. —El sonríe—. Ustedes podrían salir juntos si quisieran. Tienen mucho en común, y pasan mucho tiempo juntos.

Le doy una mirada en blanco. —Max tiene una novia.

—¿Ella sabe sobre ti?

—¿Qué se supone que significa eso?

—Que, si yo conociera a un hombre como Max, pero él hablara en el teléfono con otra persona en medio de la noche incluso si fuese todo trabajo, yo no tendría un novio. —Sacude su cabeza—. Y sí, puede ser un poco idiota, pero te paga muy bien…

—¿De qué lado estás, Carlos?

—El tuyo, por supuesto. —El ríe, caminando hacia su maleta—. Por cierto, ya que terminé antes de comprar, te traje tu obsequio. Vas a estar muy orgulloso de mí, porque lo pensé mucho y fui creativo este año.

Sé que es mejor no creerle. Dice eso cada año y el regalo es siempre el mismo: Un suéter rescatado (de otro color) que el mismo tejió y una tarjeta de “Agradece que te traje cualquier cosa”.

Me empuja la caja roja, y la coloco en la mesa.

—¿Sabes qué? —pregunto—. Hagámoslo. Hagamos una gran cuenta en un restaurante cinco estrellas…

—¿No crees que deberíamos conseguirle tu regalo del Santa Secreto?

—¿Le conseguirías un regalo a tu jefe si te hizo trabajar en tus días libres?

—Buen punto. 

The Office PartyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora