𝐝𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐞𝐨́𝐧 ✦ 𝐬𝐮𝐧𝐰𝐨𝐧

𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗨𝗡𝗢

Kim SeonWoo no solo tenía una vida acomodada llena de lujos. Su padre provenía de un pueblo retirado de la ciudad que se casó con la heredera de una familia conglomerada a la cual amaba mucho.

Dado a que, sus vacaciones se extendían a otro mes antes de volver a clases, decidió pasar ese tiempo con su querida abuela en el campo. 

El auto aparcó en la residencia de los Kim y el joven bajó una vez que la puerta del auto fue abierta por su chofer, algunas personas del vecindario salieron para ver quién había llegado en un auto tan costoso y de último modelo a visitar a la señora Kim Minyoungji mientras comenzaban a cuchichear. 

Era bien sabido por todos ahí que el hijo mayor de la familia Kim había contraído nupcias con una mujer de renombre, sin embargo, no era usual verlos rondar por el pueblo, por lo cual sorprendía ver a tan apuesto muchacho allí, Seonwoo inclinó la cabeza, mostrando una media sonrisa hacia la gente para saludar y volvió a mirar al frente, esperando a que su abuela le abriera, cosa que no tardó en ocurrir.

—¡Oh mi terroncito de miel! —La mujer lo rodeó en sus brazos —, me da gusto tenerte en casa. —Tomó su rostro y plantó un sonoro beso en su mejilla. Seonwoo rio y con un brillo en los ojos le mostró todos los regalos que trajo para ella. 

Una vez adentro, Seonwoo le contó de todo, desde cómo le iba en la universidad, sobre sus amigos, anécdotas que sucedieron entre su familia y lo emocionado que estaba por todo lo que le gustaría hacer con ella.

—¿Por qué dejas eso ahí? —Miró con curiosidad cómo su abuela se empeñaba en poner dulces de miel y un plato con pequeños trozos de manzana picada cerca de la ventana de manera meticulosa.

Cuando Kim Minyoungji tomó asiento frente a su nieto, llevaba dos tazas de leche caliente y le ofreció a su nieto. La anciana dio un sorbo con suma lentitud ante la mirada curiosa de Seonwoo.

—¿Crees en la existencia de seres mágicos hijo?

Seonwoo bufó. —Por supuesto que no abuela. Eso es absurdo, son sólo mitos y leyendas que te pueden servir para entretener a los niños.

—Te equivocas cariño, de verdad existen, sobre todo, las hadas.

La abuela esbozo una sonrisa y lo miró desafiante.

—Las hadas han convivido con la gente de este pueblo durante décadas, son los protectores de este lugar. La mayoría de frutos que nosotros vendemos al mercado son de tan buena calidad y tan exquisitas no solo porque nosotros cuidamos de estas, ellas también nos ayudan. Por eso se realiza una ofrenda para las hadas en agradecimiento —señaló hacía a la ventana —. Adoran los dulces de miel.

Seonwoo era de esas personas que piensa que, había que ver los hechos para poder creer, sin embargo, debía admitir que también era curioso como para no poner atención a aquellas experiencias que la gente de este pueblo ha vivido, según a lo que cuenta su abuela.

—Se dice que sólo una persona con el alma tan pura puede encontrarse con ellas. No todos pueden mirar un hada, pero siempre están aquí. Quien sabe, tal vez puedas encontrarte con una estando aquí —alzó los hombros —. ¿Quieres probar el pan de nata?

Cambiando de tema su abuela se levantó para traerle un trozo. 

Así pasaron el día conversando mientras Seonwoo le ayudaba con los cultivos de manzana, que era a lo que se dedicaba su familia.

Al caer la tarde Seonwoo salió a dar un paseo algo apartado del vecindario y se acomodó sobre el pasto para disfrutar de la puesta de sol con tranquilidad, ahí notó que había flores silvestres, tomó un diente de león y lo sopló, entretenido con verlos volar con el viento. 

Con su teléfono enfocó al cielo, concentrado en tomar una fotografía que mostrara la hermosa tonalidad anaranjada que iba tomado. Satisfecho se estiró en el pasto y cerró los ojos por un momento, escuchando la música de fondo que se reproducía en sus audífonos.

Todo era normal, hasta que, de repente sintió un toque delicado y ameno sobre sus labios que lo hizo abrir los ojos de inmediato.

Sobre su pecho se hallaba un pequeño ser tan deslumbrante que lo dejó asombrado.

Era un hada.