Flechas y Querubines— Este será tu cuarto, pídeles a tus compañeras que te pongan al corriente de los cursos y horarios de estudio. — Raciel apresuraba su andar mientras que la despreocupada joven observaba una a una cada figura religiosa que ante su paso se mostraban gloriosas. En cierta manera le parecía sádico o quizás hasta morboso ver las estampadas de las trágicas muertes de los padres de aquella religión.
— ¿Que le sucedió a él? — Sin disimular su interés, apunto con un de sus dedos el gigantesco cuadro Greco-Romano donde se observaba claramente un hombre semidesnudo quien era atravesado por diversas flechas. Sus ojos abiertos, aterradores, mostrado una mueca de un inaguantable sufrimiento mientras que pequeños querubines batallaban por quitarle una a una la gran variedad de dardos que infestaban su pecho descubierto.
— Él... —La religiosa hizo una pausa mostrando satisfacción, se notaba a la distancia que los temas bíblicos eran la única fuente de alegría en su vida. — es San Sebastián, mártir de Dios, sobrevivió a una lluvia de flechas por aceptar su conversión al cristianismo— Con afecto mirada aquel cuadro, sintiendo orgullo de su propio conocimiento, sus hábitos y sus creencias. — Cada habitación tiene un patrón, el suyo será San Sebastián.
Concluyo, volviendo a mirar a la joven que horrorizada no entendía como una tortura podía ser expuesta y admirada a la visión de todos.
— ¿Qué piensas sobre él, Zoey? —Espero gustosa la mujer. En cambio, la joven se enderezó en su lugar — Maillorie, Sor Raciel. Me disgusta escuchar mi nombre en boca de personas desconocidas...
El pasillo se impregno en silencio, la religiosa no tenía habla. No entendía el comportamiento de la joven y Zoey no iba explicarlo. Dejando que sus pensamientos se filtraran por su boca, ella respondió tratando de apaciguar el incomodó momento. — Solamente creo que no es bueno tener un cuadro de un hombre semidesnudo en un internado de mujeres, ya sabe, puede perturbar algunas mentes sanas.
Volvía a sonreír, mientras que sus lentes de sol descansaban en el puente de su nariz. La madre superiora hizo oídos sordos ante su comentario y sumergiéndola en un silencio propio del letargo abrió la puerta que a un costado de la pintura se encontraba.
Las bisagras chillaron al realizar el trabajo, lentamente ante sus ojos se revelo un mediano cuarto con una cama vieja y un enorme ventanal que ocupaba casi toda la pared frente a ella.
Las paredes ajenas a la pintura estaban descascaradas y una sola cruz adornaba dicha sala. Cuando ella volvió la mirada donde se suponía que debía estar la monja ella ya había desaparecido de la escena.
Entró con algo de timidez en dicho cuarto, sentada sobre la delgada cama observo como a partir de esos rápidos segundos en esa que ahora sería su habitación, la acompañarían hasta terminar su año y horas largar en aburrimiento.
Un golpeteo en la puerta la llamo. Se trataban de dos chicas, las miradas se cruzaron y los saludos fueron obligados. — Hola —murmuró intentando dar una buena primera impresión. Las jóvenes agrupadas rápidamente sonrieron al ver la identidad de su nueva compañera de piso.
— ¿Eres la chica Maillorie? —Una de las chicas, la más pequeña, cuestiono ansiosa mientras que su otra compañera esperaba la respuesta con expectación.
— Veo que el apellido de mi padre se hace notar hasta el más pequeño rincón del planeta. — una sonrisa sincera se dibujó en su boca, Zoey las observo a cada una en detalle.
La joven que hablaba era de piel aceitunada, corta estatura, cabello hasta media espalda, lizo lustroso mostrando un negro natural que hacía juego con sus ojos igualmente tormentosos — Un gusto. Maillorie
— No todos los días llega aquí la hija de un empresario multimillonario —recito con una sonrisa cantarina. — Yo soy Martha, ella es la que le sigue a Sor Raciel —al escuchar el ultimo nombre no pudo contenerse la risa, entre ellas la joven más alta mostro un enfado divertido para luego empujar a la emisora con un leve movimiento — ¡Oye! —exclamo.
— ¿La que le sigue? — una vez más su carcajeo resonó. — Encantada, bueno... ¿Que suelen hacer?
Zoey se recostó en su cama y sin tener el más mínimo recaudo, de su bolsa extrajo una etiqueta plateada algo viaja para todas sus pertenencias de lujo. De ella saco una paleta y no tardo en llevarse a su boca aquel dulce. Las jóvenes la miraron sorprendidas y entre risas se le acercaron.
— ¿Fumas? —pregunto Martha con un rostro tatuado en curiosidad.
— Si, practico para ser un crematorio. Claro que no, mujer ¡Que pregunta más tonta! —ella sonrió mostrando todos sus dientes mientras que Tylor reía con fuerza. — Es solo un simple recuerdo que suelo cargar siempre conmigo.
— Vamos, venga ya quítate esas gafas de sol que estamos adentro —comento Tylor corriendo a cerrar la puerta apresuradamente.
Girando su paleta oculta su nerviosismo. No le gustaba socializar por la simple y notoria facción que hacía resaltar su mirada, tener heterocromía en algunas situaciones era genial, pero en otras era realmente vergonzoso. Temía que la sobrecargaran de preguntas. — Así estoy bien, gracias.
— ¿No te importa si fumamos aquí? —pregunto sentándose la mayor en el suelo polvoriento. Zoey sonrió al pasarle un cojín para mayor comodidad. — No para nada.
Las risas una vez más tañeron la habitación mientras que Zoey se cuestionaba cual sería el castigo para estas dos chicas descarriladas. — Que sanción les da a los que consiga fumando, Sor Raciel...
Menciono durante un suspiro, quien descansaba de costado en la horilla de la cama, intentando descubrir las normas y los castigos para más adelante.
— Bueno, si te descubren haciéndolo te dan horas de castigo en los jardines con una de las monjas a cargo. Son muy grandes y tienen que mantenerlos limpios siempre. —hablo Tylor, subiendo sus hombros en muestra de pereza. Su cabello revoloteaba alrededor de ella, tan rizado que mareaba, de color marrón haciendo juego con sus llamativos ojos. — Nadie se ha metió en grandes problemas, a menos que tus problemas se unan con los chicos del otro lado internado preocúpate.
— ¿Como, ahí otro internado de chicos a solo kilómetros? —cuestiono Zoey incorporándose en la cama vieja. — ¿Son hermanos los internados por ser de mismos dueños, o por ser miembros?
— No... El Padre Eliot es dueño de los dos internados. Bueno su familia, aunque no sabemos si tiene más familiares encargándose de sus negocios y empresas familiares. Se dice que sus empresas van de generación en generación, pero que él fue el único en rechazar todo eso para entrar en el mundo religioso—explica, exhalando humo por sus labios. El tema le era irrelevante como el clima claramente, pero Zoey desde niña siempre fue de ser curiosa.
— ¿Entonces me está diciendo que tenemos a un Padrecito millonario dentro de una internado de puras mujeres? —hablo con picardía y burla, sus cejas se movían de arriba hacia abajo llamado a las carcajadas de las jóvenes. La habitación no tardó mucho en ser llenada por risas de ellas. — ¿Y díganme, es guapo el Padrecito Eliot?
Entre carcajadas por parte de las tres, Tylor procede hablar — Nadie lo ha visto, ninguna chica de este internado. Solo las monjas, y por lo que dicen nosotras aseguramos que debe ser un anciano.
— Tengo un año para asegurar a partir de ahora la verdadera existencia de mi Padrecito Eliot...
Martha y Tylor me miran como si me hubiera zafado la cabeza, pero solo una cosa me importa lo suficiente para hacer una locura como esta y es ver la felicidad de mi madre acabada por una jodida vez. Si ella creía que por mandarme al otro lado del mundo en medio de la nada estaba más que equivocada, si tenía que verme perjudicada con un sujeto que claramente podría ser el papá de mi padre con gusto lo haría para acabarle su farsa de una buena vez por todas.
— Diosito querido, sé que no te hablo nunca, pero ayúdame con esta y juro que me portare más que bien. ¿Amén...?

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OREMOS POR UN PECADO JUNTOS
FanfictionLa belleza seduce a la carne con el fin de obtener permiso al dominio del alma. Y con aquel procura asegurar el pecado ajeno, ya que teniéndola afrima el comienzo de la maldad... No hay nada que incremente más la lujuria que lo prohibido. Autora:...