La furiosa tempestad que había alejada del cristal, solo se podría catalogada como bestial.
No había duda de ello, la fuerte y densidad de la lluvia caía imponentemente sobre el campo de residencia en Edimburgo. Escocia; era tanta la fuerza y brutalidad de la acción, que no pude evitar pensar que esa helada lluvia que estaba cayendo no era realmente natural.
Claro que no, algo demoníaco tendría que haber detrás de aquella, jamás había visto algo así de impresionante desde ya hace varios años.
Aunque siendo realista. Ahora todo me parecía normal o insignificante, tenía derecho a pensar en aquello. Después de todo, mi vida había dado un giro radical por culpa de mis malos actos y estúpidos impulsos. ¿Que había estado pensando en ese entonces? ya no era necesario el quejarse, no cuando sabía que de todas maneras estaría igual de condenado.
En ese momento me encontraba en la tercera planta de mi hogar. La casa de mis abuelos; específicamente en la que solia ser mi habitación.
Mis ojos estaban concentrados en una de las ventanas de la estancia, mientras yo continuaba intranquilo observando el gran bosque que parecía temblar bajo la furia de la misma naturaleza.
Los altos y antiguos árboles se movían de un lado a lado, mientras que fuertes y fríos vientos bañados en lluvia los golpeaba, a lo lejos escuche el sonido de ramas quebrándose y el tejado martillando por las incesantes gotas.
Esta lluvia iba acabar con todo. Las ventanas vibraron cuando un tenebroso rayo cortando la noche en dos, haciendo que toda la electricidad del lugar se esfumara en menos de un segundo.
El terror llegó a mí. Odiaba todo lo relacionado con los climas lluvioso y mucho más cuando esta extraía recuerdos, pero claramente ahí no se detuvo mi desagrado...
Mientras la lluvia cada vez era más densa y frívola, la caída de los rayos aumentaba y ahora había una gran tormenta eléctrica bañando todo el campo residencial. Los rayos caían tan, pero tan cerca de la casa como en aquella ocasión.
Los recuerdos me inundan a tal punto de ahogarme en ellos y no poder siquiera respirar por instinto, las exhaladas que producían mis plumones hacían que mis latidos aumentaran y así emanar su repitente golpeteo en mi caja torácica. Las imágenes pasaban como viento ferros ante mí.
Era como hoy. Justamente igual que está noche; una con la frívola compañía de la lluvia eléctrica a oscuras, aproximadamente 15 años atrás en esta misma habitación. La lluvia atormentaba su misma naturaleza y sin importarle mucho los demás, le regalo el escenario prefecto a los dueños de mi constante ansiedad y dolor.
Precisamente esa noche habíamos llegado de ver el gran partido de los Yankees vs Red sox de la temporada.
Mis abuelos se encontraban descansando después del día tan agitado y yo en cambio estaba aquí, armando mi nueva locomotora de juguete. Desde niño siempre me ha llamado la atención, y construirlos desde cero aun más, hasta que de la nada recuerdo habré escuchado como una de las ventanas se había rotó.
Sin saber ¿cómo o porqué? corrí en busca de mi baseball bat, y con él en mano decidí bajar a ver qué era lo que había pasado en la primera planta.
Dando pasos por el amplio corredor pude divisar voces. Voces que definitivamente no pertenecían a mis abuelos ó quizás de los empleados. No, nada que ver. Esas voces hablaban en murmullos inaudibles para mí, pero entre más me aproximaba, mas rápido mis temblores se asomaban.
Se trataban de tres hombres vistiendo de negro con máscara, portando armas en cada mano, uno de ellos recogía lo que podía ver por toda la cocina, los otros dos caminaron alejándose del último.
Escondido entre muebles lo miraba y esperaba el momento indicado para marcharme y decirle a mi abuelo lo que había visto, pero de la nada todo dio un cambio rusticó.
Mi abuela apareció bostezando llamando la atención del ladrón, está aún no lo había visto y eso me preocupo de mil maneras. Ella camino hacia una jarra de agua y se sirvió e ingirió su contenido con calma sin notar el ambiente en el que estaba parada.
El ladrón le apunta en un costado de su sien, ella aturdida retrocede por miedo y confusión. Mi respiración se convirtió en ráfagas por los golpeteos de mi corazón.
— No se atreva a gritar, le vuelo la cabeza antes que lo piense. —sentencia el desconocido ante las exhaladas de mi abuela.
Ella asiente temerosa. Él hombre frente a mí le mira de pies a cabeza con una oscura idea instalada en su imaginación perversa, él se le acerca para tomarla por la mejilla, ella retrocede encarcelada entre las paredes de la cocina y el enmascarado. Mi valentía me arrastraba hacia allá, me gritaba salvarla de la zozobra imaginación del sujeto.
Él la tocaba sin su consentimiento, ella sollozaba y lagrimeaba pidiendo clemente protección ante el hombre que todo lo ve. Yo solo avanzaba con pasos silenciosos sosteniendo en alto mi bats con fuerza, al momento de estar detrás del ladrón mi vista fue borrosa, inundada por el mar más oscuro y denso del momento.
No recuerdo todo después de eso, solo que golpeé con todas mis fuerzas al tipo frente a mí hasta tal punto de llenar mi pijama de su sangre, mi abuela me miraba con ojos asombrados como si de un Ángel me trataba.
Yo aún consumido por la adrenalina le seguía golpeando hasta notar que el bats golpeaba el suelo, creando un ruido incomodo para mis timpanos.
Un disparo se escuchó a lo lejos de la cocina, mi abuela corrió en busca del teléfono para llamar a la policía y una ambulancia. Miraba mis manos sin sentir nada por la cobertura de tinta en ellas, mire a mi abuela hablando por teléfono y luego el umbral de la sala central.
Sin reaccionar en mis pasos, me dirigí hacia donde mis pies creían haber escuchado el disparo. Subí las escaleras y en menos de lo que esperaba, ya estaba cruzando las puertas de las habitaciones que había en el amplio corredor, hasta que unas voces llamaron mi atención.
— Aléjese de la caja y ponga las manos encima de su cabeza, ahora. —advirtió el enmascarado, mi abuelo se negaba alejarse de su caja.
Y como castigo a su terquedad recibió un tiro en su muslo izquierdo, haciendo que callera alejado de la caja, se removía buscando consuelo entre el dolor instalado en su cuerpo.
Yo observaba todo, miraba como había un hombre tirado en el suelo desangrado justo al inicio de la puerta. Observaba como mi abuelo fue acribillado y de cómo buscaba su escopeta. Esa que estaba encima de la chimenea como decoración en su sofisticada oficina, mis instintos se adueñaron por completo de mi sistema, de todo en realidad.
Paso por el umbral en sigilo, miro únicamente al hombre de negro. Camino sin importarme mucho el charco de sangre, sin importarme incluso la mirada de asombro por parte de mi abuelo, y es allí donde el primer golpe lo recibe con éxito el hombre.
Esté se mueve buscando el origen, pero no le dejo hacerlo. Sin contemplación alguna vuelvo a remitir el golpe justo en su rostro. Este suena por toda la estancia al igual que los otros, la voz de mi abuelo se escucha a lo lejano.
No soy consciente de cómo detenerme. De como lograr que mis puños sigan buscando con fuerza la violencia.
Acabo exhalando como si hubiera corrido un maratón, busco con la miraba a mis abuelos. Ellos no estaban. En su lugar consigo a dos hombres muertos y tres policías sosteniéndome por los brazos, piernas y torso. Entre ellos me sacan de la oficina de mi abuelo y de cómo en instantes acabo en frente de la gran casona.
Parpadeo saliendo del trance. Escapando de aquella noche traumática, pero a pesar que lo intente una y mil veces más, nunca lo he conseguido.
Respiro sentándome entre las sabanas de la cama, y sin saber ¿Cómo? y ¿Por qué? La lluvia había cesado aunque dejando consigo mi conciencia alterada como el impacto del agua en una cascada tranquila.

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OREMOS POR UN PECADO JUNTOS
Hayran KurguLa belleza seduce a la carne con el fin de obtener permiso al dominio del alma. Y con aquel procura asegurar el pecado ajeno, ya que teniéndola afrima el comienzo de la maldad... No hay nada que incremente más la lujuria que lo prohibido. Autora:...