15. No me reconozco

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No me reconozco de una pieza, 

porque suelo hacerme añicos. 


Es curioso como quien ayudó a destruirte 

tiene el mismo significado que un pelo en el saco; 

como quien juró amarte

te lastimó hasta lograr que te saliera sangre 

por los poros de la piel. 


Pero todo pasa. 


Y las grietas que te hicieron, 

que te hiciste, 

te las curaste sola. 


Te relamiste las heridas como quien pone sal 

donde acaba de perforar la bala. 


Castañeaste los dientes 

hasta hacerte doler la mandíbula

y no poder abrir las fauces. 


Te quebraste los huesos a martillazos 

tratando de sacarte ese clavo 

que tanto estaba molestando. 


Preferiste golpearte la cabeza hasta sangrar, 

sólo para recordarte que es mejor estar viva. 


Te diste cachetadas 

por el placer de mantenerte despierta 

hasta hacer que te ardieran los ojos, 

porque dormir 

implicaba soñar con lo que jamás tendrías. 


Te mordiste los labios hasta sangrar

para comerte palabras que creías 

que no tenía  sentido decir.


Llegaste a llamarte fea, tarada, infeliz, mierda, 

cuando lo que realmente quería decir era 

"me amo"

"me amo"

"me amo".


Pero todavía no es mañana, 

y la sangre te recorre el cuerpo 

y las lágrimas siguen cayendo 

como la primera vez. 


Todavía es hoy 

y seguís con los huesos rotos, 

las uñas comidas 

y el corazón a mil galopes por segundo. 


Y un dolor parecido al que sentiste cuando 

perdiste a alguien que querías por primera vez. 


Pero lo bueno de que sea hoy 

es que va a llegar mañana. 


Y vas a encontrarte entera, 

recolectando la piel del piso, 

pegando los huesos, 

y secando la sangre. 


Y vas a decirte a ti misma que estará bien, 

que llorar sana, 

que el tiempo cura todas las grietas. 


Que el dolor es una mierda 

pero que eres tan valiente 

que preferís sentirlo 

a fingir que no pasa nada. 


Y lo bueno de que llegue mañana 

es que va a llegar pasado mañana; 

y cada día sólo te va a recordar 

que el dolor hace a los valientes 

mientras que los débiles buscan una transparencia 

que finge que el dolor pasa 

como al sacarte una curita, 

rápido y con eficacia. 


A la mierda la transparencia, 

estás hecha de grietas 

y quien te ame ni verá a través de ellas, 

sino que va a preferir sentirlas. 


Porque quien se anima a enfrentar el dolor 

tiene un fuego que arde, 

con tanta intensidad, 

que hace al amor propio imbatible.  

40 Poemas de un Poeta EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora