prólogo

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−Hey, rubio. ¿Irás a la fiesta de Calum esta noche?

Laura apareció detras de Ross avalanzándose sobre él.

−¿Sabes que pesas, no es así?

−Claro. Pero no me lo recuerdes, subí medio kilo esta semana.

Oh dios, las chicas y sus ridiculas ocurrencias.

−No me refería a eso Laur. Quiero decir que... Olvídalo.

La morena lo miró confundida.

−Entonces, ¿irás?

−¿Tu piensas que podría perdermela? Estas demente.

Ella rió y le guiñó un ojo.

−Tal vez un poco.

Bromeó.

−¿Irás conmigo cierto?

−¿No crees que es algo obvio?

El rubio negó con la cabeza.

−Bueno, ya no tengo más clases así que no tengo más nada que hacer en esta cárcel. Me voy.

−¿Me dejarás solo?

Laura rodó los ojos.

−Eres lo suficientemente grande como para volver solo a casa. ¿O acaso te pierdes?

−Es qué me gusta volver contigo.
Hizo cara de niño pequeño.

−¿Que harías sin mi, rubio?

Creo que, −pensó− nada. Sería muy aburrido.

−Lo sabía. Igual no me quedaré ni un minuto más aquí. Crece Ross. Nos vemos luego.

Se dió vuelta, y se alejó del lugar.

Vivían juntos hacía más de tres años. Creían que sería más divertido depender de ellos mismos que ser niños caprichosos de mamá a sus dieciocho años.

Son típicos adolescentes a los que le gustan las fiestas, el alcohol, y salir con amigos. Pero dependen mucho del otro. Demasiado.
Se cuidan, se celan, se pelean, como también tienen sus momentos de paz. Pero no duran mucho. Una hora ya es demasiado.

Ellos siguen siendo... niños. Rebeldes, irresponsables e inmaduros. Pero con la edad de dos adolescentes.

-

−No piensas salir así ¿verdad?

El rubio se adentró en la habitación.

−¿Tan mal me veo?

Laura se miró al espejo por décima novena vez.

−Al contrario. ¿No crees que todos van a mirarte?

−¿Y qué hay con eso?

−Me molestaría demasiado. Algo un poco más largo no vendría mal. Hace frío afuera.

El rubio revolvió su cabello.

−Hace treinta grados afuera. Además no entiendo por qué los celos, ni siquiera somos nada.

−Creí que eramos mejores amigos.

Dijo desganado.

−Lo somos, tonto. Me refiero a que no somos pareja.

Laura ingresó al baño.

−Está bien, entiendo.

−Igual, no entiendo por qué te molesta tanto que me miren. Si tu andas con la primer rubia oxigenada que se te cruza por delante.

two against one; rauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora