Capítulo 4

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Después de casi 20 minutos leyendo varias reseñas del reverso de los libros se había decidido por tres.

- Sólo espero que el golpe no te haya afectado la vista para que puedas leer bien tus libros.- Letizia inmediatamente se alejó, se asustó al escuchar una voz hablar tan cerca de ella cuando ni siquiera sintió a alguien acercarse.

- ¿Qué?- No sabía quién le hablaba, cuando se dio la vuelta y se topó de frente con el hombre del día anterior sintió quedarse de nuevo en shock.

- ¿Qué como va ese golpe?- Sin un poco de vergüenza, Felipe quitó el cabello que cubría la herida.

- Bien. Gracias.- Letizia se hizo hacia atrás para evitar el contacto.

- Es lo que veo.- Sonrió de la forma más coqueta que pudo, todas las mujeres caían con eso.

- Ahora si me permite, debo irme.- Ese hombre la hacía sentir muy incomoda.

- Pero hablame de tú, oye pero no me he presentado, soy Felipe, Felipe de Borbón.- Estiró su mano. -

- ¿Con quién tengo el enorme placer?- O tendré en mi cama próximamente, pensó.

- Paloma, Paloma Rocasolano.- Letizia no supo en qué momento se le ocurrió decir el nombre de su madre, ni siquiera supo porqué no dijo su nombre real.

- Que bonito nombre. - besó el dorso de su mano -Ahora si me permites tú, voy a pagar tus libros.- Dijo quitándoselos de las manos.

- No es necesario, son míos y yo los pago.- No los tomó, se los arrebató.

- Ve esto como un regalo en compensación por el golpe de ayer.- Esa mujer iba a ser más difícil de lo que pensó.

- No es necesario y tampoco creo que a su novia le parezca.- No estaba celosa ni tenía, por qué estarlo. Simplemente le molestaba que fuera tan coqueto teniendo novia.

- ¿Hablas de la pelinegra que te dio el golpe?- Letizia sólo asintió con la cabeza. -Jajaja! Nena, ella es mi hermana, Eva de Bornón.- Eso tenía de cierto lo que el nombre de Paloma tenía de real en ella; nada.

- Bueno, no me importa saber de su vida. Hasta
luego.- Caminó a la caja y sintió que por fin se había librado de él, pero al llegar a la fila se dio cuenta que se formó atrás de ella con un libro.

- Buen día señorita ¿Encontró los títulos que buscaba?- Preguntó el empleado amablemente mientras tomaba los libros del mostrador.

- Sí, gracias.- Letizia le rogaba al cielo que se apurara a cobrarle, sentía la mirada indiscreta de Felipe.

- ¿Su pago va a ser con tarjeta o en efectivo?- Si daba su tarjera corría el riesgo de que Felipe leyera su nombre real o que el chico de la caja lo dijera y aquel hombre se diera cuenta de su gran mentira.

- Con efectivo.- No estaba dispuesta a pasar esa vergüenza, sacó de su bolso tres billetes que cubrían con la cuenta de los tres libros, tomó su cambió, la bolsa de papel con los libros y rápidamente salió de ahí.

Se metió a una tienda de ropa íntima de mujeres que estaba cerca, ahí ese hombre no entraría y la perdería de vista. Se quedó cerca de los aparadores como si estuviera viendo las prendas, pero en realidad miraba a través de los cristales esperando a que pasara Felipe para poder irse tranquila sin preocuparse porque se le acercara de nuevo. Después de un par de minutos lo vio salir, al parecer la estaba buscando porque volteaba para todos lados, vio que recibió una llamada o un mensaje, pues sacó su celular del bolsillo de su pantalón de vestir, revisó el aparato y entró a un restaurante. Letizia esperó a que entrara para ella salir.

A la deriva (adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora