Frustrado delirio

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Colgaban las gotas de agua sobre el tendedero.

Propósito frustrado,

la ropa se empapaba.


Colgaban las gotas de agua sobre los cordeles.

Frustrado mi propósito de contarlas.

Cualquier cosa por callar un poco las voces de mi cabeza.

Día improductivo,

bueno,

mes quizá.

Para sernos sinceros.


Y me dio por caer en lo monótono.

En lo impersonal de cada una de las gotas que allí colgaban.

Parecían solo tener personalidad

aquellas que se precipitaban al vacío.


Y me dio por recordar los pájaros sobre el tendido eléctrico.

Los que miro los viernes yendo a la universidad.

Pudiéndolos mirar todos los días, sin embargo.

Supongo que me aterra la monotonía,

hasta en lo más absurdo.


Y me dio por mirar al calendario. 

Creo que prefiero la palabra almanaque, en realidad.

Esquina izquierda,

mes pasado.

Esquina derecha,

próximo mes.

No sé qué conjunto de días en cuadraditos parece más aburrido.


La única naranja picada del naranjo está llamando mi atención.

El despiste me recuerda que llevo tres horas con la misma canción en bucle en YouTube.

Yo, que debería estar estudiando.


Me da por suponer que siempre fui un bicho raro.

Esa pera desagradecida,

la pobre,

la llevo viendo tres días en el frutero.


Supongo que siempre he querido ser distinta.

Ser la gota de lluvia,

que se precipita al vacío.

El pájaro gilipollas,

que pisó dos cables a la vez.

Se electrocutó, claro. 

La naranja picada.

La pera que no quiere nadie.


Aunque termino por pensar:

quién coño se fija ya en estar cosas.

En este mundo de pura monotonía.

Puta monotonía.


Se ha hecho de noche.

Ya no se ven las gotas sobre los cordeles del tendedero. 

Doble espresso sin azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora