Ser como los demás

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-Qué raro eres- dijo uno de los seres sin rostro mientras lo señalaba

-Si-secundo otro de ellos- mira ese color, rojo... ¡Es tan feo!

- ¿Por qué simplemente no desapareces?- dijo un tercero. 

Red Bunny salió corriendo de aquel patio de escuela, débilmente dibujado por unas líneas negras mientras unas lágrimas escapaban de sus ojos; cerró la puerta de su cuarto con fuerza.

¿Por qué son tan crueles conmigo? se preguntaba el conejito mientras se envolvía en las sabanas de su cama, ciertamente era diferente a los demás, reflexiono, su cuerpo era completamente rojo con algunos parchecitos morados, sus orejas suaves y esponjosas sobresalían sobre su cabeza y ese moño en su cuello lo hacían sobre saltar sobre la multitud.

-Quisiera ser como los demás, para poder tener amigos – dijo el pequeño conejito mientras se cubría los ojos intentando detener sus lágrimas– Ser blanco como todos los demás.... ¡Eso es!- grito mientras buscaba unas tijeras y recortaba dos círculos en la blancas sabanas.

Red Bunny se colocó nuevamente la sabana mientras con una liga sujetaba sus orejas y admiro su trabajo ante el espejo. 

 -Con esto seré como los demás –asintió con seguridad ante el reflejo de su espejo. 

El plan del conejito dio resultado, aquellos seres sin rostro comenzaron a tratarlo como uno de ellos, Red Bunny era feliz por fin tenía amigos y jugaba junto con aquellos seres en el patio de la escuela, "es tan divertido estar con alguien en vez de estar solo" pensaba.

Pero un día, la suerte no estuvo de su lado y por accidente la sabana se atoro en una puerta dejando al descubierto al pequeño conejo rojo, el silencio reino por un momento sobre el pequeño grupo, hasta que el estallido de risas a su alrededor lo quebro. 

-¿Cómo pudimos jugar con esa cosa?- dijeron, los seres mientras lo rodeaban y señalaban -¡Que ser tan patético! Queriendo aparentar ser como nosotros. 

Las burlas y las risas salieron de aquellos que apenas hacia algunos minutos habían sido sus amigos. Red Bunny salió corriendo pero esta vez con la convicción de no volver nunca, corrió durante mucho tiempo hasta que la noche y el cansancio lo alcanzo; cayendo agotado, sus lágrimas salían sin control hasta que sin darse cuenta un pequeño lago se había formado frente a él. 

-¿Qué te ocurre pequeño?- pregunto una dulce voz , que provoco que Red Bunny levantara la vista hacia donde la voz provenía donde la Luna lo miraba apaciblemente desde el pequeño lago de lágrimas que había formado.

-Nadie.... Nadie quiere estar conmigo, porque soy diferente- sollozo el conejo mientras su lagrimas salían nuevamente- Solo... quiero tener amigos. 

La luna acaricio amorosamente la cabeza de Red Bunny, mientras le sonreía serenamente.

-No debes llorar pequeño, pronto tendrás compañía.

- ¿Pero cómo?- miro el conejo a la Luna- Todos me rechazan por lo que soy. 

La luna tomo al conejo entre sus brazos y lo acuno con ternura. 

-Te compartiré un secreto – susurro mientras La Luna miraba el cielo nocturno- Aquellos seres que se esfuerzan en ser exactamente igual a los otros y que los otros sean como ellos... Son los más solitarios y tristes de todos, pero tú mi pequeño tienes la bendición de ser diferente y por eso no deberías pretender ser otro, simplemente se tú mismo y jamás estarás solo.

Red Bunny cerró lentamente los ojos vencido por el cansancio y arrullado por las canciones que la Luna entonaba, hasta quedarse completamente dormido. Los rayos del sol lo despertaron, se encontraba nuevamente en su cama, miro su reloj, debía apresurarse en ir a la escuela, se arregló su moño y con cierta esperanza se dirigió hacia la escuela. 

Los seres sin rostro jugaban delante mientras los observaba desde la ventana, como tantas otras veces lo había hecho, seguía solo y no sabía exactamente que era aquello que debía esperar.

-¡Oye!- una voz lo distrajo de sus pensamientos, a su lado una gata negra con un moño rosa en su cabeza lo miraba - ¿piensas quedarte viendo todo el día como juegan todos? ¿O prefieres jugar conmigo? 

La gata lo miro con una sonrisa en su rostro de forma desafiante pero amistosa, mientras su cola se movía juguetonamente de un lado a otro. 

- Así que, ¿jugaras conmigo? - pregunto la gata mientras le estiraba su pata para que la tomara. 

- S...si- susurro el conejo visiblemente apenado ya que nuca lo habían invitado a jugar.

- ¡Bien!- la gata lo tomo de la pata – Mi nombre es Duma, ¿y el tuyo? 

- Me llamo Red Bunny

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2015 ⏰

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