·
·–¿Aemond?
La voz medio dormida de Lucerys resonó por su habitación, pero no recibió respuesta alguna.
Cuando sus pies tocaron el suelo, sintió la frialdad de la madera, por lo que buscó sus zapatillas para poder ponérselas y así evitar resfriarse. Se desplazó con cuidado hacia la ventana y, al no escuchar el repiqueteo de las gotas de lluvia chocando contra el cristal, supo que ya había dejado de llover.
«¿Habrá vuelto a casa después de que dejara de llover?».
Lucerys no pudo evitar que a su mente y labios regresaran aquellas sensaciones cálidas y placenteras que Aemond le había hecho sentir la noche anterior. Sus dedos se elevaron y se colocaron sobre su boca, acariciando la zona intentando averiguar si todo había sido real.
«En la historia del libro, el delfín pudo nadar por el mar porque la serpiente lo llevó... pero el paso decisivo tuvo que darlo él».
Con esa idea en mente, se dirigió hacia la estantería y tanteó con los dedos los lomos de los libros que tenía allí, cuando de repente, uno de ellos resbaló y cayó justo en su frente, golpeando después el suelo.
–¡Qué daño! –dijo en voz alta mientras masajeaba la zona que le dolía–. Hacía mucho que no me pasaba eso...
Se agachó de rodillas en el suelo para poder coger aquel libro que acababa de caerse, pero tuvo que gatear hasta llegar casi a su cama, entonces lo encontró. Sus manos se apoyaron en la mesita de noche para poder levantarse y sintió que allí había algo que no recordaba haber puesto. Agarró aquel objeto con las manos, y descubrió que se trataba del collar de Aemond.
«No me gustaría perderlo, pues es algo que guardo con mucho cariño...», recordó que le había explicado cuando preguntó por él.
–Siempre lo lleva puesto –murmuró–. No se le puede haber olvidado... ¿Por qué estará aquí?
Cuando estuvieron juntos, Aemond se había puesto a llorar, estaba pasándolo mal y a pesar de ello Lucerys se dejó llevar por la ilusión que le hacía estar con él.
«El paso definitivo, lo debe dar uno mismo».
Lucerys se vistió lo más rápido que pudo, cogió el colgante de su mejor amigo y lo guardó en el puño de su mano.
Cuando salió de su casa, se detuvo en la entrada; su corazón latía deprisa, no por salir a la calle sin rumbo alguno, sino porque no sabía dónde estaba Aemond.
«¿Dónde puede haber ido? ¿Dónde vive? ¿A quién puedo preguntar? ¿Cómo es...? No sé absolutamente nada. ¿Qué puedo hacer?».
La desesperación estaba comenzando a asfixiarlo. El no saber cómo podía encontrarlo era algo que no podía soportar, mucho menos después de la confesión que le había hecho horas atrás.
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ENVUELTO EN TU NOCHE | lucemond
Fanfic«Si me conocieras de verdad... te llevarías una decepción». Aemond es un asesino que se reencuentra con su destino. El nombre de su destino es Lucerys, el chico que le tendió la mano cuando su hermano murió delante de sus ojos. Unos años más tarde...