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— 𝗢𝗕𝗦𝗘𝗥𝗩𝗢 𝗗𝗘 𝗥𝗘𝗢𝗝𝗢 𝗟𝗔 entrada del avión, notando varias cabecitas curiosas asomadas. Yo sonrió levemente y les digo para que pasen, en silencio llegan los tres Strauch y Nando junto al Vasco y Javier, los demás se quedan afuera para no agobiarme con tanta gente. El primero en acercarse a mí es Nando que sonríe al ver al bebé y yo se lo ofrezco para que lo alce por un ratito.
El se ve algo asustado pero asiente y lo alza, acercándose a él Fito y Javier para mirarlo con emoción.

En cambio Eduardo me ayuda a acomodarme en la hamaca y me da caricias a la espalda en silencio mientras yo los miro.

—Es igual a vos — dice Javier cuando nota que el bebé abre los ojitos muy levemente y estira sus bracitos. Noto que su mirada es amarga pero aún así muestra una sonrisa reconfortante, se que le recuerda a algo e incluso yo puedo reflejarme en ello.

—¿Pensaste el nombre? — Nando me mira recordando la conversación que habiamos tenido hace un tiempo.

—No, la verdad es que aún no sé cómo llamarlo — río con timidez y Fito me mira, pasando una mano por mi cabello.

—¿Estas bien? — yo asiento despacio y el me abraza suavemente, acariciando mis hombros con cuidado.

Nando aún sostenía al bebé con alegría, yo suspiré acariciando mi vientre vacío mientras miraba la escena en silencio.

—¿Querés dormir? Debes estar exhausta— mencionó Javier y ellos se giraron a mirarme. Yo me negué rápidamente y extendí los brazos hacia Nando, que me devolvió al niño.

—Nosotros vamos a afuera para ayudar a los chicos, grita por cualquier cosa— yo asentí divertida y ellos salieron del avión. Yo me removí en la hamaca con el niño en brazos lo más abrigado posible.

—Yo te voy a sacar de acá, te lo prometo— comencé a moverlo en mis brazos con lentitud mientras miraba la ventana y a los chicos fuera.

Tal vez estuve así, varias horas. Ni note que algunos de los chicos habían entrado y miraban curiosos al bebé conmigo.
Fruncí el ceño al notar una leve discusión entre Parrado y Canessa que no estaban muy conformes con la situación presente.

Hace treinta y cuatro días que estamos en la nieve, lentamente el deshielo se comienza a hacer presente en la montaña, lo que hace que haya un poco, solo un poco de esperanza.

Siento un peso más en la hamaca y me giró a mirar a Fito que se sentó a mi lado, parecía más perdido que yo y miraba al bebé en silencio.

—¿Estás bien?— el alzó su vista hacia mi y noté que su mirada era apagada y cansada. Yo suspiré estirando mi brazo para poder abrazarlo lo más fuerte que podía, con el bebé en medio dormido. El se acomodó mejor para taparme con su cuerpo, sentí tanta seguridad en ese momento que no quise irme.

Estuvimos un ratito así, en silencio mientras yo miraba frente a mi, como intentaban levantar a Arturo de la hamaca para curarle las heridas. Numa, Zerbino y Roberto cuidaban lo lastimarlo mientras Nogueira soltaba quejidos con dolor, observé que al levantarle la remera, sus huesos tocaban la hamaca hecha de los cinturones del avión, lo que provocaba que se rocen con brusquedad y le duela.

Curaron sus heridas y lo dejaron de costado para que no se vuelva a lastimar, Numa se acostó en el avión mientras que Gustavo y Roberto salían.

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⏰ Última actualización: May 03 ⏰

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