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-Casa Sainz Leclerc-












-¡Carlos, cariño! - exclamó Charles saliendo de la casa hacia el patio donde su esposo e hijos estaban en la alberca, sosteniendo el teléfono en la mano. - ¡Es tu mamá!

Carlos se dirigió hacia la orilla de la alberca para salir, pero al apoyarse, la estructura cedió, rompiendo la alberca y provocando que el agua se derramara en todo el patio.

-Dios mío! - exclamó Charles. - ¿Amor, estás bien? - preguntó preocupado cuando Carlos se golpeó contra una mesa. - ¡Oscar, quédate sobre el pato!.

Carlos se levantó del pasto y se acercó a su esposo, pero antes de tomar el teléfono, resbaló y cayó nuevamente. Después de unos segundos en el suelo, se levantó con éxito, llevando el teléfono a su oreja.

Hola mami - saludó Carlos como si nada hubiera pasado.

Charles comenzó a reír mientras se acercaba a Óscar y Pierre, quienes estaban enojados con su padre por romper lo único que los mantenía frescos del calor.


-Casa Hamilton Rosberg-





-Hola mamá - saludaron los pequeños Zhou y George a Nico al verlo llegar a casa.

Nico sonrió, dando un beso en la mejilla a cada uno, estaba a punto de preguntarles si habían ayudado a su padre con las tareas del hogar cuando escucharon la voz de Lewis.

-Bueno, te veré allá... sí, adiós - decía Lewis al teléfono antes de colgar.

-¿Ocurre algo? - preguntó Nico, dejando un beso en los labios de su esposo. - Te ves angustiado.

-Sí... todo está bien, debo ir a comprar unas cosas. Hablamos luego - respondió Lewis.

-Está bien... - dijo Nico, no muy convencido.

-¡Cierto! Antes de irme, quería decirte que hice el risotto de calabaza que querías comer - dijo Lewis, sonriendo ampliamente mientras tomaba la olla con la comida y se la mostraba a su esposo.

-Oh, se ve deliciosa..- mintió Nico al ver la extraña cosa que su esposo llamaba comida.

-¡Es horrible, mamá! - se quejó George, haciendo una mueca de asco.

-Sí, mamá, parece que nos quiere envenenar. Huele raro y parece un animal atropellado - estuvo de acuerdo Zhou.

-¿Oíste cómo me hablan? Nico, ya no me tienen respeto - dijo Lewis indignado, mirándolos mal.

-Escuchen, chicos, saben que su padre trabaja demasiado para mantener la casa limpia y ordenada, además se encarga de cocinarles tres veces al día. No es fácil para él - intervino Nico.

-¿Entendieron? - preguntó Lewis de manera burlona.

-Además - continuó Nico, acercándose al sillón - ¡compré una pizza!.

-¿Saben qué? Bien, coman su absurda pizza. Ya no les volveré a cocinar por el resto de mi vida, me rompieron el corazón - dijo Lewis enojado antes de salir de la cocina, dejando a todos en un incómodo silencio.

-Creo que está en sus días del mes - comentó el abuelo Torger, mirando hacia dónde Lewis se había ido.

-Bottas-


-Ay, qué triste, amigo!.-murmuró el finlandés con el teléfono pegado a la oreja.-¿Quién se encarga de los arreglos funerarios? Ah, su sobrina. Debe de estar devastada... ¿Y es sexy?.

La mujer a su lado lo pateó molesta, y él se sobresaltó.

-No me hagas perder la paciencia, Bottas.- pidió molesta la chica, que estaba enrollada en la sábana.

-Oye, si no puedo ir al funeral, dile a la policía que fue Tiffany, la ciclista.-murmuró entre dientes mientras tragaba duro.



-Lance-

-No te preocupes, gracias por llamar.-agradeció el canadiense con una sonrisa educada mientras colgaba.

Dejó el teléfono en la mesa y volvió su atención al hombre que le estaba dando un masaje en la espalda.

-El entrenador Jules murió, su funeral es el viernes.- informó con una expresión de tristeza.-Creo que no podré soportar ir solo..-murmuró en un sollozo. .-Me acompañarías?.

Su novio, quien seguía masajeando su espalda, levantó la mirada con una sonrisa de apoyo.

-Por supuesto.- contestó, sonriendo. -Pospondré mi cirugía de cataratas.

-Eres mi hombre ideal.-murmuró Lance con gratitud. .-Ahora, sigue con el masaje, por favor.

Fernando asintió y abrió una olla, sacando una roca. El tacto con la piedra fue horrible; estaba muy caliente. Se contuvo de gritar mientras colocaba la roca en la espalda de Lance, pues sabía que le gustaban los masajes con rocas.

-¡AHHHHHH!.-gritó Lance al sentir el calor de la piedra contra su piel.

Son como niños || Fórmula uno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora