¿Saben qué es mejor que hacer lo que más amas? Hacer lo que más amas con las personas que más quieres. Esa lección la aprendí el día que mis amigas y yo decidimos formar una banda, y no una cualquiera, la mejor del mundo. Puede sonar a una meta inalcanzable, pero cuando tu pasión por algo es verdadera, hasta la cima de una montaña suena fácil de alcanzar. Aunque, quizás, puede hacerse difícil cuando nadie cree en ti, un montón de niñas que apenas entraron a secundaria, ¿a quiénes le ocurriría que pueden hacer buen rock? Pues te diré que a nosotras no nos importó, con nuestro talento pudimos llegar a mucha gente en Internet. Hoy en día un artista usa blogs, redes sociales y YouTube para llegar a sus fans, en lugar de ir a una disquera, presentarles su trabajo con el riesgo de ser rechazado una y otra vez. Y eso en parte está bien, dicho sea de paso, logras un contacto más íntimo con tu audiencia y te haces popular por tu cuenta y de paso son las disqueras las que te contactan.
Les hablé de mi banda, Shine Dream Quest. Lindo nombre, ¿verdad? Lo inventó nuestra tecladista, Lucia. Somos una banda femenina de rock alternativo, nada pretencioso, solo somos un grupo de chicas haciendo música por amor... o eso era en un principio, cuando éramos apenas unas adolescentes, con el paso de los años, luego de presentarnos en pequeños festivales locales, nos hicimos de una reputación y un nombre dentro del mundillo indie, solo que no tan positivo.
Nuestro error fue querer destacar haciendo música fácil de escuchar sin importar si era buena, canciones baratas y genéricas. No solo el público no les gustó nuestro trabajo, si no que nos acusaron de arruinar el buen rock y de ser un montón de niñas de papi de secundaria, inmaduras y sin talento que se creían artistas. Alguno que otro insinuó que el rock era solo para hombres. El público puede ser muy cruel en ocasiones gracias al anonimato que da Internet. Para cualquiera es fácil soltar comentarios hirientes, sin importar que a quienes estás atacado son solo un grupo de adolescentes, casi unas niñas.
Todo eso nos afectó mucho a todas, tanto que por algunos años abandonamos nuestro sueño, a excepción de Lily, la baterista. Una chica que, a pesar de ser algunos años mayor que nosotras, fue nuestra más grande amiga y, siendo quien tenía un poco más de experiencia en música, siempre nos tomó como sus pupilas, enseñándonos tantas cosas y siempre guiándonos para ser mejores, era como la hermana mayor de la banda, y también fue quien nunca se rindió y siguió practicando y perfeccionando su técnica, mientras nos animaba a seguir intentándolo, que unas pocas canciones no eran suficientes para marcar lo que podría ser una trayectoria espectacular y divertida. Pero no quisimos escucharla, nos dejamos llevar por unos errores de primerizas y dejamos atrás lo que alguna vez fue nuestra más grande pasión y lo que nos había convertido en hermanas.
Ella siguió su camino, no formó una banda, pero su habilidad con la batería la volvió famoso por toda Internet, tanto que, incluso dejó la escuela para tocar batería, pues muchos Youtubers y músicos independientes la contrataban para grabar canciones y presentaciones, tenía futuro gracias a su esfuerzo y talento.
Yo abandoné mi bajo, ese pedazo de madera y plástico con cuatro cuerdas fue alguna vez mi mayor tesoro, casi creo que me enamoré de él como si de un chico se tratase. Su sonido profundo, misterioso y discreto me maravillaron la primera vez que escuché Shcism de Tool. Justin Chancellor es un genio sin igual, con el perdón del señor Paul D'Amour, quien también es excelente, pero es que Chancellor es un maestro, la noche que escuché en la radio esa canción, mi vida cambió por completo, si tuviera que poner un antes y después en mi vida, sería cuando escuché Shcism, pues luego quise escuchar todo Lateralus, después, toda la discografía de Tool, un efecto dominó que termino en una pequeña yo pidiéndole a sus padres un bajo. Para ellos fue raro, o más bien, inesperado, pero no malo, así que, en la siguiente navidad, recibí mi bajo, un Distele modelo Bassete de colores negro, marrón y blanco, un bajo económico, pero precioso; mi primer amor. Luego de obtenerlo, siguieron años de duro esfuerzo, horas de practica y dedicación, a veces mis dedos dolían tanto que casi me hacían llorar. Con el tiempo se volvieron callosos, sangre, sudor y lágrimas que valieron la pena, nunca olvidaré los bellos momentos que pasé con mi bajo, mis padres estaban orgullosos en mi primer recital.

ESTÁS LEYENDO
Shine Dream Quest
RomanceUna banda de rock femenina en busca de fama y fortuna. Cuando sus audiciones para encontrar baterista no terminana bien, un chico lindo y adorable se presenta como su opción más talentosa. ¿Cómo incorporar a este chico a una banda solo de chicas? Si...