Capítulo 7

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"Las sombras danzaban al compás de los pasos del asesino, un depredador.  en busca de su presa."

Emili Nash

7 de febrero del 2019

Cuatro semanas han pasado desde que escapamos de Erik, cuatro semanas desde que dejamos nuestra marca en todas partes. Estoy convencida de que Elior no está de nuestro lado, sino del lado de la oscuridad que amenaza con devorarnos. Cada vez que Alex habla con él, siento la presencia de una bestia que acecha en las sombras. Decidí transformar mi apariencia, me teñí y corté el pelo, los chicos se raparon y las chicas, al igual que yo, cambiaron radicalmente su aspecto. Cambiamos nuestros números de teléfono para cortar cualquier lazo con Elior y el peligroso depredador que nos persigue.

- Emili, ¿estás segura de querer ir a ese bosque? - me preguntó Mila mientras íbamos en el vehículo.

- Sí, nunca le mostré esa casa ni se la mencioné, así que podemos estar allí perfectamente durante unos meses.

Al llegar a la casa del bosque, un escalofrío recorrió mi espina dorsal mientras observaba la oscuridad que se cernía sobre nosotros. Con paso tembloroso, nos adentramos en la morada abandonada, con el silencio sepulcral como único testigo de nuestra presencia. Mis pies crujían sobre el suelo polvoriento, resonando en la penumbra que envolvía cada rincón de la estancia.

Sin perder un segundo, me dirigí con determinación hacia el cuarto que solía pertenecer a mis padres. Mis manos temblaban ligeramente al abrir el cajón donde sabía que guardaban una llave secreta.

Con el corazón latiendo desbocado en mi pecho, finalmente encontré la llave y la introduje en la cerradura de un cuadro antiguo que colgaba en la pared. Al retirar el cuadro, revelé una caja fuerte oculta detrás de él.

Después de un intenso momento de tensión al intentar descifrar la combinación de la caja fuerte, finalmente logré abrir el pesado y antiguo mecanismo. Mis ojos se abrieron con sorpresa al contemplar el contenido: una gran cantidad de dinero en efectivo, un teléfono móvil y una laptop que sabía que mis padres reservaban exclusivamente para situaciones de emergencia.

Con manos temblorosas, volví a cerrar la caja fuerte. Finalmente, decidí bajar de nuevo al salón principal de la casa del bosque. Cada paso resonaba en la escalera de madera.

Al llegar a la planta baja, los chicos estaban revisando minuciosamente los alimentos que se encontraban en la cocina, examinando cada envase y etiqueta con detenimiento. Rowan, con una expresión de alegría en el rostro, se dirigió a mí con entusiasmo: "Emili, todo esto está en perfecto estado, perfectamente esto nos durará para uno o dos meses". Sus palabras resonaron en el silencio de la cocina, creando una atmósfera de tranquilidad y esperanza.

Asentí con comprensión, recordando las visitas mensuales de los empleados que solían encargarse de la limpieza y organización de la casa. Siempre habían comentado sobre la excelente conservación de los alimentos, asegurando que las fechas de caducidad se extendían hasta dos o tres años más.

La sensación de seguridad y confort se apoderó de mí mientras observaba a Rowan continuar revisando los estantes, planeando estratégicamente cómo administrar los recursos alimenticios para asegurar nuestra subsistencia durante el tiempo que nos aguardaba en el bosque.

Mientras Rowan se dedicaba a preparar una deliciosa comida con los alimentos encontrados en la despensa, Alex emprendía una búsqueda meticulosa en busca de un calefactor que pudiera mantenernos cálidos durante las noches frías que se avecinaban en este lugar apartado. Mila, con su destreza y habilidad, se adentraba en la habitación de la casa, arreglando cada rincón con esmero y dedicación, creando un ambiente acogedor y reconfortante para todos nosotros.

Por mi parte, me sumergí en la tarea de ordenar cada espacio de la casa, buscando las alarmas y cámaras de seguridad que años atrás mis padres avían instalado, activando cuidadosamente cada sistema, asegurándome de que estuvieran en perfecto funcionamiento para brindarnos una sensación de protección.

Ya estábamos todos sentados alrededor de la mesa, sumidos en un silencio expectante que solo era interrumpido por el sonido de los cubiertos chocando suavemente contra los platos. La tensión del día se disipaba lentamente ante la vista de los suculentos platos preparados por Rowan, cuyos aromas tentadores despertaban nuestros sentidos y avivaban el apetito que habíamos reprimido durante tanto tiempo.

Finalmente, fue Rowan quien rompió el silencio con un suspiro de satisfacción, seguido de unas palabras que resonaron en la habitación con calidez y gratitud. "Dios, esto está asombroso", - exclamó, su voz llena de emoción y alivio."Ya moría por comer algo así, en lugar de las sopas instantáneas que hemos estado consumiendo".

Sus palabras desencadenaron una risa colectiva entre nosotros.

Cuando ya todos habíamos comido,  fuimos a la habitación más grande para buscar ropa e ir a bañarnos ya que no lo
hacíamos hace una semana.

Luego de una hora, estábamos toda en tres colchones hablando sobre que podria pasar.

Mila miraba a cada uno de nosotros con una expresión de preocupación evidente en su rostro. "Sé que es tonto que lo pregunte, pero ¿qué haremos si nos descubren?" Su voz temblaba ligeramente, reflejando el miedo latente que todos compartíamos. "Correr, sí, pero eso no servirá de mucho si llegan a tener armas", continuó, sus ojos buscando respuestas en los nuestros.

Las palabras de Mila resonaron en el silencio tenso de la habitación, y todos asentimos con gestos sombríos.

"Conozco a mi padre"- dije con voz tranquila y firme "Siempre guardó armas por cualquier problema".

"Él tiene tres armas guardadas en una caja", continue, captando la atención de todos. "Sé que hay más de tres, pero habrá que buscarlas". La idea de contar con armas para defendernos desató una mezcla de emociones en cada uno de nosotros. La posibilidad de protegernos y enfrentar el peligro nos infundía valor, pero también nos recordaba la gravedad de la situación en la que nos encontrábamos.
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