Capítulo 8

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“El reloj marcaba el tiempo que le quedaba a sus víctimas antes de caer en las garras del asesino implacable.”

Los ojos de mis compañeros brillaban
con una mezcla de determinación y ansiedad, reflejando la intensidad del desafío que se avecinaba. Nos esperaban tiempos difíciles y desafiantes, pero estábamos unidos por un lazo indestructible, dispuestos a luchar juntos, a protegernos mutuamente y a enfrentar cualquier amenaza que se interpusiera en nuestro camino con valentía y determinación.

Los murmullos de mis compañeros resonaban en la habitación, mezclándose con el crujir de los colchones mientras nos reuníamos para discutir nuestros próximos pasos. La voz de Alex, proveniente de la esquina de uno de los colchones, rompió el silencio tenso que se había apoderado de nosotros.

-¿Cuándo podemos comenzar a buscar? -preguntó, su tono denotando impaciencia y determinación.

Tomé un momento para reflexionar antes de responder, evaluando la situación y el estado físico de cada uno de nosotros. Podríamos haber empezado esa misma noche, pero la fatiga se había apoderado de nuestros cuerpos después de una jornada agotadora. Miré a mis compañeros, sus rostros reflejando el cansancio y la ansiedad por lo que nos esperaba.

-Podríamos comenzar mañana -dije finalmente, tratando de infundir confianza en mis palabras.

Hubiésemos empezado hoy, pero ya estamos todos demasiado cansados para hacerlo. Será mejor descansar y recuperar fuerzas para afrontar lo que nos espera.

El reloj marcaba las 11:00 pm, el momento en que el velo del sueño envolvía a cada uno de nosotros, sumiéndonos en un profundo letargo que nos transportaba a mundos de ensoñación y descanso.

Al despertar a las 8:30 am, la tranquilidad reinaba en la habitación, ofreciendo un raro y apacible contraste con la habitual agitación diurna. Observar a los chicos mientras dormían me llenaba de una extraña nostalgia, anhelando la paz que emanaba de su dormir sereno, lejos de las habituales disputas y travesuras que decoraban nuestras horas de vigilia.

A pocos metros de distancia, ví a Mila empujando a Alex de su colchón con un gesto tan abrupto como cómico. Intenté contener las carcajadas que intentaban escapar, para no despertar a los chicos.

Al lado mío se encontraba Rowan dormido.

Con una sonrisa traviesa en el rostro, me acerqué sigilosamente a Rowan y, con cuidado, comenzó a susurrarle al oído: "¡Está aquí, Rowan! ¡Despierta antes de que nos atrape!"

Rowan, aún medio dormido, abrió los ojos de golpe y se sobresaltó al escuchar las palabras que le dije.

Rowan-Por un momento, mi corazón latió con fuerza y mi mente intentaba comprender lo que estaba sucediendo. Sin embargo, en cuanto vio la sonrisa pícara de Emili, comprendió que todo se trataba de una broma.

"¡Vaya susto me has dado, Emili! Eres una experta en asustar a la gente", exclame entre risas, aliviado de que todo hubiera sido solo un juego.

Mientras se frotaban los ojos y bostezaban, Mila y Alex se miraron con complicidad antes de dirigir sus miradas hacia nosotros. "¡Qué maravillosa sorpresa despertarnos a esta hora tan temprana! ¡Gracias por iluminar nuestras vidas con su entusiasmo matutino!", exclamaron con una sonrisa burlona, provocando risas entre todos.

Ya eran las 11:00 am, y estábamos listos para emprender nuestra misión.

Habíamos desayunado juntos y nos habíamos vestido con ropa cómoda pero adecuada para la tarea que teníamos por delante: buscar las armas que habían en algún lugar de la casa.

Nos dividimos en parejas para cubrir más terreno, con la instrucción clara de no tocar nada sospechoso que no perteneciera a la casa.

Mi compañero de búsqueda era Rowan, un chico astuto y valiente que inspiraba confianza. Juntos nos adentramos en los rincones más oscuros y recónditos de la propiedad, con la esperanza de encontrar alguna pista que nos llevara hasta las armas. Mientras tanto, Alex y Mila seguían su propio camino, explorando otros sectores de la casa en busca de pistas.

¿Crees que el loco nos encontrará? - preguntó Rowan mientras escudriñaba el suelo en busca de algo.

Estoy segura de que no. Nunca le dije que venía a este lugar, siempre le decía que iba a la casa de mis abuelos- respondí antes de sentir algo metálico en mis pies.

Me quede quieta, sintiendo cómo el objeto bajo mi pies parecía vibrar ligeramente. Rowan, se agachó rápidamente y tomó una cuchilla que llevaba consigo para comenzar a quitar la nieve que cubría el misterioso objeto.

Con cuidado, Rowan fue retirando la capa de nieve con movimientos precisos, revelando poco a poco lo que parecía ser una fierro oxidado.

Observaba con curiosidad mientras Rowan quitaba la nieve de la superficie del objeto metálico, revelando una manija.

Emili, es una manilla, seguramente
para una puerta. Avisa a los chicos - dijo Rowan.

Saque inmediatamente el walkie talkie
y lo active.
-Chicos, encontramos algo, vengan lo
más rápido que puedan.

Susurros del Pasado: El Diario de Emili Donde viven las historias. Descúbrelo ahora