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"Ninguna tumba puede sujetar mi cuerpo, me arrastraré a casa contigo".
"Su Alteza", logra decir con los dientes apretados, "no debería ensuciarse las manos".
Él no dice nada, aplica en silencio la pasta verde que hizo con diferentes hierbas medicinales en tu cintura. "Mi príncipe", lo intentas de nuevo. Él no responde, sus ojos están fijos en tu cuerpo, con cuidado de no lastimarte.
"Arthur", tu voz es suave, casi como un susurro. Él mira hacia arriba, sus ojos marinos chocan con los tuyos.
"Te dije que no fueras", susurra, con un atisbo de traición. Vuelve a centrarse en tus heridas. Sonríes muy levemente. "Su Alteza-" sus ojos se dirigen hacia usted, desafiándolo. "Arthur", dices en voz baja, "no tengo otra opción en estos asuntos. Tengo que ir cuando me llamen".
Se muerde el interior de las mejillas. Tiene que haber alguna forma de impedir que vayas a las batallas. Después de todo, era un príncipe, ¿no? "Para esto me criaron", tu voz corta sus pensamientos.
"No", dice tajantemente, evitando cualquier discusión posterior. Se levanta de donde estaba arrodillado, usando una gasa para envolver sus heridas. Se mueve para pararse entre tus piernas, aún con cuidado de no lastimarte.
Está cerca. Justo a tu alcance. Podías sentir su aliento sobre tu hombro. El calor de su cuerpo, calentando su torso desnudo. Pasa la gasa sobre tu espalda y da un paso atrás para atarlo.
Hace el nudo final y sus dedos rozan tu cuerpo. Están temblando, te das cuenta. "Arthur", tu mano alcanza su mejilla, guiando sus ojos hacia los tuyos. "Estoy aquí", dices suavemente, "Estoy bien".
"Estás bien", repite detrás de ti, apenas audible. Su labio inferior tiembla. Lo atraes, abrazándolo fuerte.
"Estás bien. Estás bien. Estás bien..."
"Mi príncipe", le das un beso prolongado en la frente, "respira. Respira conmigo".
Él se aferra a ti, sus brazos rodean tus anchos hombros y su rostro enterrado en la curva de tu cuello. Él respira, siguiéndote. Dentro y fuera. Dentro y fuera. Despacio.
Se aleja, con los ojos húmedos. "Deberías acostarte", te empuja suavemente hacia la cama. "Descansa", dice. Él te arropa, inclinándose para presionar sus labios contra los tuyos.
"Quédate", le agarras la muñeca, "Por favor".
Se sienta en la cama a tu lado, apoyado contra el marco de la cama. Te mueves, tratando de no dejar escapar un gemido. Descansas tu cabeza en su regazo. Sus manos encuentran su camino hacia tu cabello, jugando suavemente con los mechones.
"¿Qué ocurre?" preguntas, con el ceño fruncido en confusión. Por supuesto, puedes leerlo como un libro abierto. Él no responde, sus dedos juegan sin pensar con tu cabello.
"Mi amor", tomas su mano, entrelazando tus dedos con los de él, "Háblame".
"Un día", susurra, "me temo que algún día no volverás a casa conmigo".
Llevas su mano a tu boca, dejando pequeños besos en todos los lugares a los que puedes llegar. "Ninguna tumba puede sujetar mi cuerpo", murmuras contra sus nudillos, "me arrastraré a casa contigo".
Una mirada a tus ojos y supo que era la verdad. Siempre volverás con él.
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Holaaaaaaaaaaaaa volvi después de unos días pero esto es para no tener tan abandonado el libro ya que no voy a publicar nada dentro de ¿unas dos semanas?, ya que ando full estudios y eso
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