©️Papá como te Odio

Capítulo 4

Cher

Yo, Cher, con casi a un semestre de terminar mi educación en la universidad Educación continua de North Orange, Wilshire Los Angeles California, no sé, qué me depara el destino o que tan mal este la educación para que yo llegara hasta la universidad.

Estaba en clases, imaginando cómo sería mi futuro, a pesar de que tengo 23 años, me preocupa saber que pasará conmigo  cuando me gradúe, me da miedo no poder triunfar en mi vida. Vivo con eso cada vez que despierto.

Y el escuchar que hay adultos creen que por ser joven, no pensamos en el porvenir, sino solo nos basamos en diversión, sexo y drogas, me enoja, me enferma, me desanima.

No.

No saben, nuestro sentir, solo ven lo que logramos mostrar. Pero las  preocupaciones las manejamos a nuestra manera, unos dibujando, otros leyendo, escribiendo, practicando algún deporte o algún otro hobby. Cada quien, busca solucionarlos a su modo.

— Cher - habló una voz masculina.

Pero, ¿ qué sería cuando mi padre fallezca ? .

— Cher - volvieron a hablar, moviendo mi brazo, eso hizo que dejara de estar disociada en mi mundo, pensando cuantas cosas.

— ¿ Si ? - quite mi mano de mi rostro donde estaba apoyada.

— ¿ Qué piensas sobre el futuro ? - preguntó una maestra que me daba una clase de reflexión.

— Justo eso estaba pensando Profesora Smith - la miré con mis ojos cansados - el futuro es incierto, emocionante y preocupante - mencioné poniendo mis manos una encima de la otra.

— ¿ Por qué crees eso Cher ? - ladeo su cabeza prestando absoluta atención a lo que diría.

— Profesora, ¿ acaso a usted nunca le preocupo su futuro ?, ¿ como morirá ? Y esas cosas - decía con voz suave - mencione que es incierto, porque nunca sabes que esperas de él , emocionante, porque sin esperar las cosas pueden mejorar o empeorar y preocupante, porque como le mencionaba, preocupa saber cómo acabará mi vida o al menos, como viviré dentro de unos años cuando esté más anciana - terminé por decir, provocando una mirada de asombro y antes de que pudiera pronunciar una palabra, la campana sonó a tiempo.

— Bien clase, es todo por hoy - fue lo único que dijo.

Tomé mis cosas y las guardé en mi mochila, lo único que quería era llegar a mi casa y poder descansar un poco.

Me fui a la parada para esperar un taxi, no quería irme en bus y estar aplastada por muchos pasajeros, en lo que llevaba a mi casa. Por suerte, la  universidad donde estudio está un poco cerca de mi casa, sin contar el tráfico, lo importante es que tarde o temprano, llegaría  a casa.

El taxi frenó por la luz roja que indicaba alto, dirigí mi vista al Mcdonald's que estaba cruzando la carretera, vi a una niña con su padre y su Madre juntos, por un momento sentí envidia, pero, ¿ Envidia de una niña de aproximadamente de 7 años ? .

Si.

Siendo sincera, yo quisiera ser esa niña, no recuerdo hacer sentido el más mini afecto hacía mi cuando tenía su edad.

Mis padres trabajaban, siempre me quedé prácticamente sola, siendo cuidada por mi abuela materna, María.

Una señora de 46 años en ese entonces, mi abuela, mi Dulce heroína, la que siempre fue el reemplazo de mis fríos padres.

Me consolaba, me mimaba, me amaba y adoraba, siendo la nieta mayor, siempre tuve sus cuidados y amor. Algo que mi abuela paterna nunca me dio, que me miraba con desprecio, como si hubiera sido la decepción de su hijo.

Una lágrima rebelde  resbaló por mi mejilla, recordar esos sucesos, me hacían llorar de rabia y tristeza .

Por dios, ¡ tienes 23 años !, deja de lloriquear.

Pero no, no hay una edad para dejar de llorar, mi niña interior me mira furiosa y triste por cómo soy yo de adulta.

Otra vez el semáforo se puso en verde y el taxi retomó su camino, hasta que llegamos a la entra de mi casa en Wilshire, una casa con fachada linda, una casa que tendría una familia de economía media.

Bajé y pagué al señor, tomando mi mochila y yendo hacia la entrada de la casa, cerrando la puerta y al fin, agradeciendo que este día haya terminado.