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No sabe cuantas horas había pasado dormido, no le interesa el charco de vomito al lado de su cama, no le importa haber despertado con la misma sucia ropa, con el olor a cerveza impregnado en su cuerpo y con su cabello rizado más enredado que los cables de su computadora.

Sus pies tocan el frío piso de cerámica, sintiendo el dolor de el hielo penetrar en sus huesos. Pero está muy cansado para buscar sus pantuflas, entonces sigue su rumbo hasta la puerta de su habitación.

No es hasta cuando abre esa puerta que realmente se da cuenta que no debió haber bebido tanto anoche. La correntada de aire frío que le golpeó hizo que casi se tropezara con sus propios píes, la luz tan brillante cegaba sus ardientes ojos que apenas podían permanecer abiertos, sentía que tenía un alambre de púas en vez de su columna vertebral. Se notaba a sí mismo asqueroso.

Aún así, siguió avanzando hasta llegar a el baño, dejando la puerta abierta de paso. Instantáneamente baja sus pantalones junto a su boxer y pega la meada más incómoda de su vida. Como si sus riñones se estuvieran quejando de su abuso con el alcohol y la poco agua que bebía. Luego de esto, se quita toda prenda de ropa que tiene encima y la deja tirada encima de el cesto de lavandería.

Procede a meterse a la ducha, cerrando la cortina de manera torpe detrás de él. Todos sus movimientos hasta ahora han sido lentos, bobos y muy adormecidos, pero no sabe qué demonio lo poseyó para abrir la llave de la ducha de un solo tirón. Al instante arrepintiéndose cuando siente miles de gotas de agua helada chocando contra su pobre y caliente piel.

Hasta es divertido cómo no se aguantó un pequeño grito de dolor que seguramente resonó por toda la casa.

...

Cuando sale de esa tortuosa ducha, se siente como un nuevo hombre, listo para afrontar cualquier problema que se interponga en su camino al éxito. Un hombre exitoso necesita vestirse, si, no andar en toallas como él. Una en la cintura tapando su entrepierna y la otra enrollada en su cabeza para secar su cabellera.

Después de un rápido pero profundo lavado de dientes, se dispone a regresar a su habitación para cambiarse a su ropa de día a día. Ese era el plan hasta que pasa por el marco de la puerta y ve a un nicaragüense terminando de limpiar el piso de su dormitorio. "..."

Nicaragua tarda en notar su presencia, pero apenas se da cuenta, lo saluda con un buenos días. " Ya limpié tu vomito, estaba apestando todo el cuarto. Tenemos que comprar más ambientador, ya casi no hay." Dice, tomando el trapeador para dirigirse a la puerta. " Ya hice el desayuno, si quieres puedes venir a comer conmigo." Al terminar de hablar, simplemente se va.

"... ¿Voy?" Por alguna razón, se sintió algo intimidado con la presencia de el nicaragüense, lo cual realmente no le pasaba desde hace décadas. No sabe el porqué, ¿Será que discutieron anoche y no lo recuerda? No es raro para el tico olvidar muchas cosas cuando está totalmente borracho. No iba a preguntar, claramente, pero sabe que Nicaragua no le diría nada para evitar conflictos.

"¿Y si chocamos el carro?" Porque realmente no recuerda cómo llegaron a casa, ni cómo pudo dirigirse a su habitación sin antes colapsar al piso. Pero antes de poder seguir sobrepensando, se da cuenta que ya se vistió. Tiene que ir a comer ahora, tiene mucha hambre.

...

El sol resplandecía cálidamente por las ventanas de la cocina, la casi nula brisa provocaba que las cortinas bailaran a un son lento, el olor a huevos recién hechos se encargaba de perfumar toda la atmósfera. Es curioso como al entrar en esta habitación se podía sentir el cambio en el ambiente, todo era más vibrante, el frío de afuera se ausentaba, un aura de tranquilidad y calma te bañaba, se sentía como un hogar.

"Nos da una Toña y una Imperial" || 🇨🇷🇳🇮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora