6. @SOLOSOFIA

58 5 3
                                    

Camino deprisa hacia la entrada del salón de clase, completamente sola. Recuerdo con tristeza que mi prima me ha evitado toda la mañana, mientras leo el mensaje que mi padre me acaba de enviar.

Sofía, me han contratado en una empresa de construcción. Celebraremos después con unos perritos calientes.

Sonrío. Mis favoritos y los de papá.

Agarro la mochila y presiono las carpetas en mi pecho, dándole las gracias a alguien que yo sé ahí arriba. Seguro que mi madre ha hecho que mi padre encuentre trabajo, pero también espero que le dure más de una semana, sería un gran logro, a decir verdad. Con mi padre encargándose de los gastos de la casa y buscando un piso para alquilar, saldríamos de la mansión de los tíos antes de mi cumpleaños.

Mientras entro en la sala de clase, releyendo el mensaje, la mar de contenta con el entusiasmo que mi padre muestra, me llevo la sorpresa de que en mi mesa me espera ni más ni menos que... él. Él y no Mariam.

No entiendo.

Alzo la cabeza y quedo embobada con su atrevimiento, sin embargo no me detengo. Mis pasos hacia el pupitre son lentos, pero precisos. Miro su postura despreocupada, ya que se ve sumamente relajado. El uniforme le queda completamente ajustado y la camisa explotará en su torso de un momento a otro. Tiene la camisa remangada y dos botones desabrochados en la parte superior, de modo que los tatuajes oscuros de su cuello resaltan más, en contraste con el blanco.

Sus grandes muslos están abiertos y su codo está clavado en la mesa. Sujeta un móvil y mira atentamente algo en la pantalla. Veo la forma desenfadada y lasciva en la cual mastica un chicle, haciendo que sus facciones se vean más masculinas aún.

—¿Qué haces aquí? —Mi voz queda camuflada por el bullicio de estudiantes.

—Prima... —Suelta el móvil en la mesa y me sonríe en un modo obsceno—. Siéntate, pensaba que estarías mejor con alguien de la familia.

Mi enfado aumenta considerablemente y siento cómo me hierve la sangre. Doy media vuelta y camino hacia el sitio donde está Mariam, a quien han obligado sentarse al lado de Bruno.

—¡Hola! —La miro sorprendida cuando ella baja la vista—. Mariam, ¿te ha echado de tu sitio?

Mi compañera no me contesta, hecho que hace que mis nervios incrementen y sus palabras bailen en mi mente: "avisada estás".

—¿Por qué te has sentado aquí?

—¡Qué poco considerada eres, joder! —grita aquel imbécil desde la otra punta.

—¡Déjala! —Se ríe el tal Bruno con el capullo que es y juega con el estuche de Mariam, lanzándoselo a otro de la clase—. Luego dicen que somos racistas.

—No sé si es mejor ser racista, o... mentirosa —Las palabras afiladas de aquella castaña endiosada hasta las cejas y amiga de Alexia, retumban en la clase.

¿Qué?

Silencio. Yo de pie enfrente del pupitre de Mariam y Bruno, y todos mirándome con cara de asco. No comprendo ni una maldita palabra de lo que aquella chica que creo recordar se llama Stacy, ha dicho.

—¿Tú también has leído el privado, Stacy? —pregunta otra compañera y me fija con una mirada inquisidora.

—Por supuesto, ¡no me podía perder semejante gilipollez! —dice mordaz—. ¿A quién se le ocurre mentir sobre algo así, salvo a esta?

Aletea la mano y me señala como si viese una mierda con patas delante de sus narices.

—¿De qué estáis ha....? —Abro los brazos, consternada, solo que no termino la pregunta.

JULLIANS SCHOOL @solosofiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora