Capítulo 8: La Trampa del Doctor

23 7 1
                                    

Mientras el grupo se acercaba a la salida, una sombría figura apareció frente a ellos: el doctor Hernández, con una sonrisa siniestra en el rostro y los ojos llenos de malicia.

"¿Adónde creen que van, mis queridos experimentos?", preguntó el doctor Hernández, su voz resonando con arrogancia mientras bloqueaba su camino hacia la libertad.

Roberto se tensó al ver al hombre que lo había mantenido prisionero durante tanto tiempo. Sabía que enfrentarse a él sería peligroso, pero estaba decidido a no retroceder.

"Estamos escapando, doctor", respondió Roberto con valentía, su voz firme a pesar del miedo que sentía. "Ya no seremos sus prisioneros."

El doctor Hernández soltó una risa burlona, su mirada fija en Roberto con una mezcla de desprecio y diversión.

"¡Oh, qué valiente eres, Roberto!", exclamó el doctor Hernández, su voz llena de sarcasmo. "Pero ¿crees que podrás escapar tan fácilmente de mí?"

Roberto apretó los puños con determinación, su mirada desafiante mientras enfrentaba al hombre que había sido su captor durante tanto tiempo.

"Lo intentaré", declaró, su voz llena de valentía a pesar del miedo que sentía. "Prefiero morir intentándolo que vivir bajo su control para siempre."

El doctor Hernández soltó una risa burlona, su expresión llena de malicia mientras se acercaba a Roberto con pasos lentos y calculados.

"¿De verdad crees eso, Roberto?", preguntó el doctor Hernández, su voz llena de engaño mientras miraba a Roberto con ojos astutos. "¿O tal vez prefieras quedarte aquí, donde tus amigos, Topo y Riki, están a salvo?"

Roberto se estremeció al escuchar los nombres de sus amigos. Sabía que el doctor Hernández era capaz de cualquier cosa para retenerlo, y que no dudaría en usarlos como rehenes para lograr sus objetivos.

"¿Qué les has hecho?", preguntó Roberto, su voz llena de preocupación y miedo.

El doctor Hernández soltó una risa siniestra, su sonrisa llena de malicia mientras se regodeaba con su poder sobre los jóvenes indefensos.

"Nada... todavía", respondió el doctor Hernández con frialdad. "Pero podrían sufrir las consecuencias si te atreves a seguir adelante con tu intento de escape."

Roberto se sintió atrapado en una terrible encrucijada. Sabía que si seguía adelante, sus amigos pagarían el precio. Pero también sabía que si se rendía, estaría condenado a una vida de esclavitud bajo el control del doctor Hernández.

"¿Qué debo hacer?", murmuró Roberto, su mente llena de confusión y desesperación.

El doctor Hernández sonrió con satisfacción, su plan de manipulación funcionando a la perfección.

"Es simple, Roberto", dijo el doctor Hernández con voz suave y persuasiva. "Si te quedas aquí conmigo, prometo que tus amigos estarán a salvo. Pero si intentas escapar, no puedo garantizar su seguridad."

Roberto luchó consigo mismo, su corazón dividido entre el deseo de libertad y el miedo por la seguridad de sus amigos. Sabía que cualquier decisión que tomara tendría graves consecuencias, pero también sabía que debía actuar con valentía y determinación si quería tener alguna posibilidad de escapar de su opresor.

Mientras tanto, en los pasillos del laboratorio, Topo y Riki esperaban ansiosamente noticias de su amigo. Sabían que Roberto estaba arriesgando todo por ellos, y estaban dispuestos a enfrentar cualquier peligro para asegurarse de que estuviera a salvo.

"¿Crees que Roberto logrará escapar?", preguntó Riki, su voz llena de preocupación mientras miraba a su amigo con ansiedad.

Topo asintió con determinación, su mirada fija en la puerta mientras esperaban noticias de su amigo.

"Lo hará", afirmó Topo con convicción. "Roberto es valiente y determinado. No dejará que nada lo detenga en su camino hacia la libertad."

Mientras tanto, en el despacho del doctor Hernández, el hombre malvado observaba la situación con una sonrisa satisfecha en el rostro. Sabía que tenía a Roberto justo donde lo quería, y que no tardaría en doblegar su voluntad y hacerlo suyo una vez más.

"Pronto, Roberto", murmuró el doctor Hernández para sí mismo, su sonrisa llena de malicia. "Pronto serás mío otra vez, y no habrá escapatoria para ti ni para tus amigos."

Más que un experimento (cuarteto de nos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora