CIENTO TREINTA DÍAS ANTES
Estaba tan aburrida en clase de historia, contando los minutos para salir e irme a casa, cuando la profesora alzó la voz para que todos le pusieran atención y dictara la tarea. Sí. Iba a dictarla, siempre lo hacía. Como si estuviéramos en preescolar, solo porque ella ya tenía como sesenta años.
— Lean de la página 56 a la 70 y hagan un resumen de lo más importante. No quiero que traspasen todo del libro sin haber leído y lo más importante, comprendido, la próxima clase voy hacer preguntas respecto a su resumen.- Dijo lo mas fuerte que pudo.
— Profesora, ¿y si para el día de la clase ya no recuerdo mi resumen?.- Dijo Hanya. Ella era la típica chica que casi nunca entraba a clases. Lo único que sabía de ella, es que según venía de otra ciudad. A decir verdad yo me llevaba muy bien con ella, pero respecto a temas relacionados con la escuela, no sabía nada personal o no había conversaciones entabladas más allá de materias, tareas, etc. Las demás chicas le hablaban por hipocresía o para pedirle algo, por ejemplo la tarea. Y sí, acabo de mencionar que no entra a clases, pero la tarea y otros trabajos no le faltaban nunca. No sé a quién le copiaba, pero llevaba buenas notas.
— ¡Ya jubílese!.- Gritó Jordan desde la fila de atrás. Jordan era un egocéntrico, pero lo acepto, era demasiado atractivo y tenía un estilo que lo hacía ver algo rudo. Solo que eso no le quitaba lo grosero.
La profesora lo ignoró, se aclaró la garganta y continuó hablando. -También deberán traer para la próxima clase, el mapa de Latinoamérica dibujado, no fotografía ni mucho menos impreso. Agradézcanle a Jordan. Tengan un buen día, hasta luego.
Todos comenzaron a abuchear y hacer reclamos de que había mucha tarea y blah blah blah.
Guardé mi libro en la mochila y cuando menos lo pensé ya estaba caminando hacia la salida. Ya quería llegar a casa, me esperaba un buen libro en mi recámara. Pero mi felicidad y tiempo de ocio acababa a las 15:00 horas. Sí, esa es mi hora de entrada al trabajo. Todo sea por ese sueño que bien vale la pena.
Estaba a punto de tomar el bus cuando escuché el motor de una moto rugir, y obvio, llamó mi atención. Amo las motos desde que era pequeña, y cuando cumplí los dieciocho, casi le lloraba a papá para que me comprara una, pero claro, se negó y mamá le daba la razón porque decía que podía matarme en "esa cosa". Pero mis esperanzas no mueren ahí. Yo estaba decidida a trabajar de cualquier cosa para ir juntando algo de dinero y así poder comprarme la moto de mis sueños. ¿Dije cualquier cosa? Tampoco a ese extremo, claro que no de lo que están pensando.
Volteé a mirar y quedé totalmente perdida en esa Yamaha 250 color azul con negro, el tubo del escape color plateado y los espejos en negro el asiento era de cuero, y se veía tan cuidada que me pasó por la mente que el dueño de esa moto la limpiaba todos los días o quizá la pulía, a lo mejor era un experto en motos, al menos en sus cuidados., porque se veía demasiado brillosa. ¿No estaría de más decir que estaba babeando?.
Por la moto, claro.
El chico de lo moto. ¡Oh!... Adonis, el Dios griego se quedaba totalmente corto a lado de ese chico, realmente era muy atractivo ante los ojos de cualquiera. Y yo no podía dejar de mirarlo.
— Hola. -Dijo el chico mientras se bajaba de su moto. ¿Cuándo apagó el motor? ¿Tan idiotizada estaba? No lo sé, pero era mucha perfección en un solo día.
Llevaba guantes en las manos y así mismo sostenía un casco color negro mate en su mano izquierda. Conforme se fue acercando caí en cuenta de lo alto que era. Me sacaba al menos unos 20 centímetros más de altura, tenia el cabello castaño y ligeramente ondulado, tenía un cuerpo delgado pero no al grado de verse como un desnutrido, para nada que se miraba así. Su color de piel era como canela. Las facciones de su cara eran muy suaves, lo hacían ver algo tierno, tenía largas y abundantes pestañas rizadas, ojos color miel, una nariz muy bonita y unos labios rosados, de su dentadura ni hablamos, era tan perfecto que me estaba sonriendo mientras lo mirada sin caer de cuenta que...
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OTOÑO SIN TI [BORRADOR]
Teen FictionMe encerré en mi habitación, tomé mi celular y puse mi canción favorita. Mientras cantaba, lágrimas caían por mis mejillas... Tomé mi almohada, apoyé mi cara, mientras que en silencio grité: "Deja de llorar, lo superaremos". Y lo olvidaré, pero él...