❝Y pues así, eran tan solo la princesa y la plebeya.❞
Rosé era la alfa más codiciada de la universidad. Lisa una de las omegas, que al igual que los demás, suspiraban por ella, deseando poder llamar su atención.
Será una conexión especial la que har...
La odiosa clase que, justamente estaba teniendo Rosé en esos momentos, al fin había culminado luego de que el timbre de la campana resonara por todos lados.
—Por fin. —soltó un suspiro con sumo alivio, moría por correr hacia su omega y esconder su rostro en la curvatura de aquel cuello lechoso en donde el dulce aroma era mucho más fuerte.
Como pudo, guardó todas sus cosas en la mochila y salió apresuradamente del salón, claro que hubiera seguido avanzando de no ser porque JaeHyun -un omega que ni conocía de no ser porque el profesor pasaba asistencia- se interpuso y bloqueó su camino.
—¡Noona~! —y su voz fue el detonante para que su malhumor volviera. Era irritante.
—Ah. ¿Ocurre algo? —inquirió sin verdadero interés, tratando de no ser tan mal educada—. Disculpa, pero es que no tengo todo el tiempo del mundo.
—Yo no tengo ningún problema, Rosé Noona —le sonrió con coquetería, la alfa sabía detectar esa clase de gestos—. Pero ya que compartimos clases y han dejado muchas hojas de práctica, me preguntaba si podíamos resolverlos los dos juntos.
—¿No puedes con algo tan simple como eso?
Su tosca respuesta removió al omega con incomodidad, pero toda crítica valía por tener la compañía de la de cabello lila solo para él.
—Pues quizás sí, me gustaría que tú me enseñes como se hacen ciertas cosas. —y justo cuando el pelinegro iba a acabar con la odiosa distancia, Rosé lo esquivó con rapidez.
Grande fue su sorpresa cuando dio media vuelta y notó que la alfa se estaba acercando a Manoban.
—Bebé. —fue el susurro que él pudo escuchar y un gruñido salió de su boca.
¿Simplemente lo evitó por una omega como ese?
—Uh, hola Rosie. ¿Todo bien? —cuestionó con serenidad, siendo abrazada rápidamente por la cintura.
—Te extrañé mucho. —habló bajito, dejando un casto beso en el cuello adverso. Haciéndola sonreír.
—Espera. ¿Quién eres tú? —volvió a acercarse JaeHyun. Queriendo menospreciar a Manoban delante de la guapa alfa.
Lisa sintió el fastidio en la voz del omega. Tensándose tan pronto como él interrumpió el momento. Iba a presentarse, pero la de cabello lila se adelantó.
—Ella es Lalisa Manoban —respondió, mirándolo directamente mientras se colocaba detrás de la castaña y volvía a abrazarla—. Mi pareja destinada y la bonita omega a quien estoy cortejando —culminó con tranquilidad, posando su marcada mandíbula en el hombro de la más pequeña y dejándole un cariñoso beso en la mejilla—. ¿Por qué la pregunta?
JaeHyun resopló casi con rabia, soltando feromonas agrias que demostraban lo enojado que estaba. Con hipocresía, sonrió entre-dientes y negó sutilmente.
—Oh, entonces te agradeceríamos mucho que te fueras. Me gustaría besar a mi alfa en este mismo instante pero sin algún tipo de público. —agregó Lisa al sentir la total confianza de responderle al omega.
El chico la fulminó con la mirada y giró hacia la dirección contraria sintiéndose humillado.
—Estúpida. —fue lo único que murmuró.
—Rosé, no debiste decirle todo eso. —dijo ni bien estuvieron solas.
—¿Por qué no? Es la verdad, alguien tenía que decírselo y no hay nadie mejor que yo misma.
—Sí, pero tal vez él no se va a quedar callado. Empezará a rumorear.
—¿Tienes algún problema con que lo difunda? —se separó de la omega para ponerse frente a ella.
—Uh, no, pero... ¿Y tú? —sus ojitos reflejaron la incertidumbre cuando conectó su mirada con la de la alfa—. ¿Qué piensas sobre ello?
Rosé sonrió de inmediato y acunó el níveo rostro de Lisa entre sus manos.
—Que estaría totalmente feliz al ver que todos se enteraran de una buena vez que tú ya tienes una alfa y tú eres mi preciosa omega, solo mía —susurró muy cerca de los esponjosos belfos, viendo como la castaña sonreía totalmente conforme con la respuesta—. Y bueno. ¿Qué esperas para besarme? Delante de ese chico dijiste cosas que me emocionaron mucho.
Lisa soltó un par de suaves risitas. Tomando entre sus delgadas manos la camisa de la Australiana para acercarla aún más a ella.
—Puede que deba hacerlo frente a él para que sepa que tu eres completamente mía también. —susurró con las mejillas totalmente ruborizadas. Dejando un besito muy efímero en los labios de la más alta.
—Esa idea me encanta, no tienes idea de cuánto —le siguió el juego, sonriendo traviesamente mientras sostenía posesivamente la cintura de la omega y acababa con la lejanía. Besándola con profundidad pero a la vez suavemente. Transmitiéndole lo muy enamorada que está de ella, por ella y solo para ella—. Mía, mía, mía. —fue lo que susurró luego de separar sus bocas lentamente.
Repitiendo aquella palabra a la vez que su nariz se paseaba melosamente por todo el rostro y cuello de la omega. Dejándola impregnada su aroma. Ambas con los ojos cerrados debido a lo bien que aquello se sentía. Importándole muy poco lo que pasaba alrededor y compartiendo el amor que había solo entre ellas.
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