Aquí estamos, otra vez.

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->Daniel

Cuando tienes doce años, no te preocupas por asuntos del amor, tu cabeza está más ocupada en jugar e imaginar cosas. Te sientes tan grande que crees que puedes controlar todo el mundo. Así me sentía yo, un todopoderoso que juraba comerse al mundo a esa edad.

Mi problema empezó cuando Aaron empezó a gustarme.

Al principio creí que era normal, que en algún punto nos habíamos vuelto tan cercanos el uno con el otro que era bastante normal sentirse nervioso cuando estábamos juntos, como si me fuera a leer la mente porque me conocía muy bien. A veces completabamos las frases del otro o jugábamos a adivinar en qué estábamos pensando y la mayoría de veces atinabamos. Por eso me daba miedo estar cerca de él, porque sentía que en cualquier momento se daría cuenta de lo que sentía hacia él, pero estaba demasiado pequeño para entender por qué no quería tener a mi mejor amigo cerca.

Iba caminando como todas las mañanas hacia la escuela. El pueblo era muy seguro y la brisa fría del amanecer me acompañó hasta la puerta de mi escuela. Ruido aquí y allá, niños riendo y hablando lo suficientemente fuerte como para que el bullicio fuera escandaloso.

No ví a Aaron por ningún lado, así que supuse que venía tarde, casi siempre llegaba tarde y los maestros lo reprendían por ello. Yo no me perdonaría jamás llegar tarde a la escuela.

Para la hora del recreo, Aaron todavía no se había presentado. Anoté mentalmente que tendría que pasar a su casa al salir de la escuela y que tendría que llamar a mis papás para avisar sobre eso. Pero antes siquiera de buscar el número de mi casa, a lo lejos ví la silueta de Aaron caminando en mi dirección. Venía acompañado de alguien más. De una niña.

– ¿Dónde estabas? – Fruncí el ceño sin querer y cuando me di cuenta suavice el gesto, no quería parecer un regañon.

– ¿No me vas a decir hola?

Aaron tenía la facilidad de hacerme sonreír con tan poco, pero en esa ocasión no le funcionó. Me miró de arriba a abajo y luego, con un movimiento ligero de cabeza, señaló a la niña junto a él.

Angelina era muy linda y demasiado amable. Tenía el cabello café y los ojos del mismo color, las cejas gruesas y la nariz redonda. Demasiado guapa, debía admitir. Fue ella quien me dijo que se habían estado escondiendo detrás de unas canchas abandonadas en el patio; se habían besado y habían estados conociéndose.

¿No se supone que debes conocer bien a alguien antes de besarlo? En fin, fuimos amigos todo lo que duró su relación con Aaron (siete meses), y cuando terminaron, ella me pidió que no la buscará mas. Nunca entendí por qué, pero la extrañe más yo que Aaron.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora