Capítulo 1, parte 1

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El sol mañanero azota el clan Kurta con su esplendor y grandeza, despertando a algunos miembros aún dormidos. Este es el caso de un joven rubio, reacio a dejar la cama cuando los rayos del sol le dan en la cara. Una voz femenina llama su nombre: "Kurapika", y él sabe que tiene que levantarse. Con pereza, se incorpora y estira sus brazos, como un gato después de dormir por horas en la comodidad que le proporciona el sol de la tarde. El Kurta sale de la sábana y se pone sus zapatos antes de salir de su cuarto.

—Kurapika, ¡Mira tu cabello, está todo desordenado! —La mujer dejó con un poco de dureza el desayuno en la mesa, viendo el desorden entre los cabellos rubios.

—Está bien, mamá, ya lo arreglaré —dijo Kurapika con una sonrisa apagada, tomando asiento junto a su padre.

La madre de nuestro protagonista frunció el ceño, disgustada por los ánimos tan bajos de su único hijo. No lo culpa por actuar tan desanimado, después de todo Kurapika está constantemente preocupado por el estado de su amigo, Pyro.

—Quédate quieto.

—No me estoy llendo a ningún lado —dijo sin ganas.

La madre peinó el desorden en su cabello mientras toda la atención de su hijo se dedicaba a su comida y a su amigo que seguía postrado en una cama, por cuatro días ya.

—Mira hijo —La mujer miró con tristeza a su hijo, claramente deprimido. Lo había visto enojado, alegre, llorando, débil y herido, pero nunca tan desanimado como lo está ahora—, Pyro está...

—No mamá, no lo está.

La mujer apretó los dientes hasta que rechinaron, sintiéndose impotente. Sus nudillos de volvieron blancos de tanta presión que ejercían sus puños.

—Si eso es todo, me voy a verlo —El Kurta dejó de lado su plato de comida sin acabar, ignorando los reclamos de su madre.

—No puedo creerlo...es un terco.

—Justo como su madre —dijo el padre del kurta poniendo una mano en su hombro.

La mujer lo miró con finas lágrimas en los bordes de sus ojos cristalinos, con el entrecejo levemente arrugado y formando un arco invertido con los labios.

Solo pudieron desear lo mejor a Pyro, pues ni ellos, ni nadie podrá hacer algo por el chico. Al menos no alguien de la aldea.

Kurapika caminaba a paso lento, con la mirada pegada al piso. Se veía triste, como si hubiera perdido algo muy valioso, como si hubiera perdido a alguien muy valioso.

—Pyro... —Los pasos del Kurta se hicieron más largos, ansioso por ver a su amigo, porque así como lo vio ayer, quiere pensar que sigue con viva el día de hoy.

Pero le aterra enterarse que no es así.

De repente algo alerta a todos los miembros del clan, hasta los pájaros salen volando en pequeños grupos. Un disparo al cielo.

El Kurta se tensó, lo primero que pensó es que algún irresponsable trajo consigo un arma y no sabe cómo usarla, pero si realmente es una advertencia, entonces...

Kurapika corrió tan rápido que sus pies pedían descanso. Lo tuvo, sí, claro que lo tuvo, pero solo frente la puerta que escondía su tesoro. Su amigo.

Sus ojos se pusieron rojos, y llevó su mano derecha a la puerta, tragó saliva. Con fuerza empujó la madera vieja, maldecía internamente no haber llevado consigo sus armas ese día, pero nada ni nadie lo preparó para lo que se encontró en aquella habitación, otros días vacías, hoy llena de... de...

—Ese es el Kurta que quiero —dijo un hombre mucho mayor que él, alto y agraciado. Aún se veía joven y era bastante guapo, pero la forma en que lo miró de arriba a bajo le dio escalofríos. "No juzgues un libro por su portada", escuchó algo así alguna vez.

Kurapika se quedó tieso, conteniendo la respiración que presionaba por salir de sus pulmones. El hombre frente a él no ayudaba al hecho de que tenía un hombre atrás apuntando a su cabeza con lo que seguramente era una pistola.

"Pyro", fue el primer pensamiento del rubio. Sus ojos rodaron buscando al más chico. Su cuerpo le traicionó cuando una nube tenue llenó su cabeza, sintiéndose mareado. Kurapika volvió a ver al frente después de dos segundos, al menos su amigo estaba intacto a como lo dejó ayer.

Se sentía tan confundido y fuera de lugar, que las voces del jefe y ese hombre apuesto eran casi murmullos para él.

—Sabe que no me opongo, pero no creo que... —El anciano soltó un "hic" cuando otra bala impacto con el techo—, no creo que se deje tan fácilmente! Es un-

—Está bien, es suficiente. Yo me encargo.

Kurapika por fin sintió su alma volver a su cuerpo cuando el arma que apuntaba a su cabeza fue retirada.

—Hey, belleza —dijo el hombre poniéndose a la altura de Kurapika, puso su mano desnuda sobre la mejilla del rubio sin pisca de vergüenza alguna, como si fuera de lo más natural—, qué hermosos ojos tienes, ¿no quieres irte a vivir conmigo? prometo tratarte como la d-

—¿Qué quieres?

Analizando un poco, ese hombre se veía como un caballero de aproximadamente unos veinticuatro años o tal vez menos, Kurapika no lo sabe, solo sabe que es peligroso, tiene hombres y está armado, es más alto... agraciado, apuesto, sus manos son calientes contra su piel...

—No, en serio, ¿qué quieres y por qué estás aquí? No te atrevas a tocar a Pyro.

Algunos miembros de la brigada se limitaban a mirar o hablar entre ellos, pero es simplemente imposible ignorar la forma en que el chico rubio le hablaba a su jefe. El mismo jefe de los Kurta se veía...agobiado, tal vez estos hombres significaban una amenaza más grande de lo que sea que esté formulando Kurapika con esa mente suya.

—¿Quién, tu amiguito? Jaja. No, belleza, solo me interesas tú... ¿entonces qué dices, te vienes a vivir conmigo o mato a toda tu aldea?

Kurapika se quedó mudo. Matar a Pyro es una cosa pero matar a la aldea es una cosa muy grande, ningún desalmado bromea con algo así con esa sonrisa y gentileza en los ojos, ¿verdad?

Kurapika titubeó, se le veía alterado y nervioso, probablemente porque la vida de los miembros del clan kurta depende de la decisión de palabras que haga ahora.

—Acepto pero con una condición.

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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MI QUERIDO AMOR (provisional) (Abandonado) XdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora