Bajo el manto nocturno, un joven se desliza velozmente, pero, ¿cuál es la razón que impulsa su carrera?
-Ay no, ay no, no, no, esta vez he excedido el tiempo que calculé . Por favor, por favor, que no hayan llegado a casa - susurra con angustia mientras sus piernas se mueven sin descanso.
El chico corre, corre, tan intensa es su preocupación que ni siquiera presta atención a su entorno. Repentinamente, un automóvil se aproxima a gran velocidad. Leo continúa su carrera y el vehículo, impaciente, hace sonar su bocina para que se aparte de la carretera.
-¡Fíjate por dónde vas tarado! - exclama el conductor mientras sigue su camino.
-Jódete, estoy apurado - responde Leo, jadeante, sin detenerse.
Leo finalmente llega a casa, pero desafortunadamente sus padres ya lo esperaban.
- ¿A dónde fuiste? - su padre se acerca, con una mirada desafiante - ¿Te das cuenta de la hora a la que llegas?
-Lo siento mucho, es que yo... - Leo intenta explicar, pero es interrumpido.
-Tu madre estaba preocupada por ti - su padre lo toma del brazo con firmeza - ¿Qué fue lo que hiciste? ¿A dónde fuiste sin nuestro permiso?
-Yo... Yo... - Leo comienza a tartamudear, sintiendo cómo el miedo se apodera de él.
-¡Leo, dime a dónde fuiste! No tienes idea de lo preocupada que estuve por ti - exclama su madre, con voz temblorosa.
-Lo siento mucho, madre - responde Leo con la cabeza baja, sintiendo la culpa pesar sobre sus hombros - No volverá a suceder.
-Eso espero, Leo, pero necesito que me digas a dónde fuiste - su padre se coloca al lado de su esposa, mostrando una expresión de seriedad. - Si no respondes, las consecuencias serán aún peores tu lo sabes Leo.
- Stephen, deja que Leo se vaya a dormir, mira cómo está cansado - dice su madre con voz tranquila.
-Está bien - responde Stephen de forma molesta.
-Leo, vete a tu habitación.-dice Linda.
-Claro, hasta mañana - se dirige a su cuarto.
-¿Con qué razón te metiste? - dice Stephen con molestia.
-¿Que no puedo? ¿Qué hay de malo en lo que dije? - lo reta Linda desafiante.
-Nada, mejor vayamos a dormir - concluye Stephen, mostrando una pizca de molestia en su tono de voz.
(...)
A la mañana siguiente, Leo se preparaba para ir a su instituto, pero despertó con una inquietud que le embargaba el corazón.
-¿Ayer fue un día... extraño? - se dirigió a Pompón - ¿Qué crees que está pasando?
Leo miró a su mascota y la levantó, el conejo solo movía su nariz de manera dulce.
-Tienes razón, debo tener cuidado. Bueno, cambiando de tema, hoy es el día en que te llevaré al colegio - intentó sonreír, pero una sombra de tristeza se dibujaba en su rostro.
Leo se apresuró a prepararse y acomodar su mochila para que su mascota pudiera entrar.
-¡Leo! ¡Apúrate! ¡El desayuno está listo! - la voz de su madre sonaba distante desde la cocina.
-Ya voy... - mostró a su mascota la mochila - apúrate, entra ya, no te muevas mucho o podrían descubrirte.
Leo terminó rápidamente su desayuno y se apresuró a salir de casa. Sin embargo, en el último momento, su madre sujetó su brazo con fuerza. Leo reaccionó con temor, pensando que su madre había descubierto que llevaba un animal consigo.
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Mezcla de emociones [Kenny x butters]
RomanceLa existencia del joven se desenvolvía en relativa modestia, aunque encontraba cierto contento en lo que tenía y era. Sin embargo, todo cambió cuando cruzó caminos con un joven de notable atractivo, cuya presencia encendió la llama del amor en su co...